#Mundo:Alemania aprovecha las horas bajas de Macron y se rehace para volver a liderar la UE #FVDigital

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Alemania no pasa por su mejor momento, pero tampoco lo necesita. Friedrich Merz ha conseguido en los últimos tiempos volver a poner al país al frente de la UE tras una mezcla de buenas decisiones, mensajes acertados, dudas en el eterno aliado francés y temas y votaciones que le han sonreído a los intereses germanos. Así, Merz ha liderado en las últimas semanas los contactos con Ucrania en Berlín y ha arrancado a Bruselas un ‘éxito’ para los suyos sobre los coches de combustión. ¿Vuelve Alemania? Quizá sí.

Su economía, bien es cierto, sufre más que nunca. En los datos más recientes disponibles, Alemania presenta una deuda pública en torno al 65% del PIB, un nivel algo superior al de años anteriores como resultado del mayor gasto público y de la relajación parcial de las reglas fiscales. En cuanto al déficit, cerró 2024 cerca del 2,8% del PIB y para 2025 se espera un nivel alrededor del 2,5%, lo que indica una consolidación fiscal gradual pero aún con cuentas en negativo, aunque dentro de los márgenes que marca la normativa europea. Atrás quedaron los tiempos de la ortodoxia, aunque el Ejecutivo de Merz se ha vuelto mucho más cauto… sobre todo por los golpes que pueda sufrir la industria.

Pero ese liderazgo recuperado se ha visto en dos hechos recientemente. El primero, el apoyo a Ucrania. Hace una semana varios líderes europeos se reunieron en Berlín en presencia del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, en un formato que hasta no hace mucho se había convertido en rutina en París. Esta vez la ruta giró y el encuentro se fue a la capital alemana, donde Zelenski -junto a Merz- también se vio con los enviados de Donald Trump para las negociaciones de paz, Steve Witkoff y Jared Kushner.

De ahí de hecho salió también una declaración sobre garantías de seguridad en la que los europeos se comprometían a enviar “una fuerza multinacional” sobre el terreno en Ucrania, con la propuesta de que el país limitara sus fuerzas armadas a 800.000 efectivos en tiempos de paz y con un mecanismo de supervisión liderado por Estados Unidos. Al mismo tiempo, Merz se convirtió en una de las voces más rotundas a favor de uso de los activos rusos congelados para la reconstrucción el país invadido. Esa voz cantante antes sonaba con acento francés, pero las cosas han cambiado en los últimos meses. “No repetiremos los errores del 2014”, ha llegado a decir Merz ante el Parlamento, en relación a la tibieza de entonces por parte de Alemania con la anexión ilegal de Crimea.

Además, Berlín ha logrado una victoria a nivel UE con el fin del veto a los coches de combustión para el año 2035, como pedía el Gobierno germano. Hay matices, sí, pero es un triunfo. El objetivo del recorte de emisiones será ahora del 90% para esa fecha, por lo que el otro 10% se podrá mantener a partir de ese año, que era la meta que inicialmente planteó Bruselas. Eso sí, se exigirá medidas compensatorias: los fabricantes tendrán que ganar “créditos”, que obtendrán mediante el uso de acero bajo en carbono producido en Europa y del empleo de biocombustibles y de combustibles sintéticos. Este era uno de los grandes reclamos de la CDU desde su vuelta al Gobierno; el tono ya es mucho más duro en ciertos temas respecto a lo que pasaba con el Ejecutivo de Olaf Scholz, y eso se nota en resultados como este.

Fuentes comunitarias confirmaron, eso sí, que este cambio no significa que no se vaya a alcanzar el objetivo de neutralidad climática, porque cualquier emisión residual tendrá que compensarse mediante el uso de los llamados créditos de carbono que ahora está introduciendo la UE. Los créditos pueden obtenerse mediante el uso de combustibles renovables sostenibles o mediante el uso de acero de bajo carbono fabricado en la Unión. Eso sí, en términos climáticos ha ganado, repiten muchas voces en Bruselas, el pragmatismo por el que aboga la Administración Merz.

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El eje franco-alemán, por una cosa o por otra, lleva tiempo tambaleándose. En la UE, aunque Berlín y París siguen queriendo llevar la voz cantante, han aparecido otros actores relevantes y que juegan su papel en función de los temas: los Bálticos a la hora de hablar de defensa, la Italia de Meloni cuando la cosa va de migración, Bélgica recientemente con el asunto de los activos rusos congelados, la siempre ‘molesta’ Hungría o España y Portugal en tiempos no tan lejanos cuando el tema era la energía. Sobre lo energético precisamente Alemania está empezando a recuperar la credibilidad que había perdido con su dependencia de Rusia.

El auge de Alemania coincide, de hecho, con un Emmanuel Macron en sus horas más bajas. Tres primeros ministros en un año son una buena foto de esa incertidumbre gala. La política francesa atraviesa una fase de gran inestabilidad: desde las elecciones legislativas de 2024 ningún partido ha logrado una mayoría clara, lo que ha provocado una serie de gobiernos efímeros, con varios primeros ministros que han tenido que dimitir tras perder votos de confianza en la Asamblea Nacional. 

El actual Ejecutivo, liderado por Sebastien Lecornu, ha logrado algunos avances, como la suspensión de una reforma de pensiones polémica para asegurar apoyo parlamentario, pero sigue lidiando con un panorama político fragmentado, tensiones sociales por medidas fiscales y presupuestarias, y protestas ciudadanas contra políticas de austeridad. Mientras, la derecha radical de Le Pen sigue liderando las encuestas y el cordón sanitario, que sigue vigente de hecho en Alemania, parece cada vez más complejo.

Alemania ya no es la de Angela Merkel ni puede serlo; y le da igual dadas las circunstancias. Ha recuperado fuelle y eso se nota en toda la UE. Alemania vive a veces de la memoria como elemento central del proyecto europeo, pero lo cierto es que se ha tambaleado en los últimos tiempos; ahora Merz y la coyuntura general, así como las dudas en Francia, están ayudando a ponerla de nuevo en pie. Y sigue presente la frase que tanto se repite en Bruselas: si Alemania estornuda, los demás nos acatarramos.



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