Ana María Knezevic, originaria de Colombia y estadounidense naturalizada que vive en el sur de Florida, se embarcó en un viaje a España en diciembre para tomar un respiro en medio de un polémico divorcio de su marido serbio.
Este viaje, destinado a la exploración y el consuelo, dio un giro siniestro cuando desapareció en Madrid. Su desaparición se produjo poco después de un incidente en el que se vio a un hombre, ocultando su identidad con un casco de moto, desactivando las cámaras de seguridad de su apartamento de Madrid, pintando con spray las lentes.
Al día siguiente, dos de los amigos de Knezevic recibieron mensajes de texto desde su teléfono, uno en inglés y el otro en español, afirmando cada uno de ellos que había decidido espontáneamente pasar unos días con un hombre que había conocido recientemente, según la cadena CBS.
Los mensajes, descritos como carentes de emociones y atípicos del tono habitual de Knezevic, inmediatamente generaron señales de alerta entre sus amigos y familiares, sugiriendo un “juego sucio”.
Las autoridades tanto de Madrid como de Fort Lauderdale fueron alertadas e iniciaron investigaciones, pero los detalles de sus hallazgos siguen sin revelarse, según menciona ABC Chicago.
A pesar de los esfuerzos de la Asociación de Personas Desaparecidas de España para localizarla, no ha surgido ninguna pista. El telón de fondo de la desaparición de Knezevic es un matrimonio de 13 años marcado por disputas financieras y un divorcio “desagradable”, que arroja una sombra de sospecha y preocupación sobre el paradero y la participación de su marido David Knezevic.
David, copropietario de EOX Technology Solutions Inc. con Ana en el sur de Florida, ha estado sin reportarse, lo que profundiza aún más el misterio que rodea la desaparición de Ana.
La decisión de Ana de quedarse en el próspero barrio madrileño de Salamanca y sus planes de viaje por España no mostraron signos de angustia o anticipación de peligro. Sin embargo, las circunstancias peculiares que llevaron a su desaparición (incluidas las imágenes de seguridad manipuladas y los mensajes de texto inusuales) han dejado a sus seres queridos desesperados por respuestas.
La situación se agravó cuando la policía y los bomberos de Madrid, impulsados por los amigos de Ana, realizaron un control de bienestar, pero no encontraron evidencia de su presencia o de algún crimen en su apartamento.
Desde entonces, los obstáculos legales han alentado la investigación, y las autoridades españolas no han podido realizar una búsqueda exhaustiva de sus registros telefónicos y de su apartamento debido a la falta de pruebas concretas de un delito.
A medida que los días se convierten en semanas sin noticias de Ana, su familia y amigos, liderados por los esfuerzos de Sanna Rameau y el hermano de Ana, Juan Henao, se aferran a la esperanza y la atención internacional para intensificar los esfuerzos de búsqueda.
El misterio de la desaparición de Ana María Knezevic sigue sin resolverse, dejando a quienes mejor la conocen, aferrados a la débil esperanza de que surja nueva información que arroje luz sobre su destino y resuelva su caso.
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