Los años setenta, ochenta y noventa marcaban tiempos en los que jóvenes estudiantes dominicanos luchaban, no solo por sus reivindicaciones académicas, sino también por causas sociales nacionales. Mantenían viva la llama revolucionaria que era capaz de producir cambios a todos los niveles.
Con el paso de los años esto ha ido desapareciendo. Algunos movimientos que todavía pernoctan se mantienen en bajo perfil. Todavía para 2016 el campus de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) salía en las primeras planas de los periódicos por los enfrentamientos de sus dirigentes estudiantiles con la Policía Nacional, pero en el 2024 sus apariciones se concentran más en asuntos académicos de esta institución que actualmente acoge a alrededor de 200,000 alumnos.
“Varios heridos por protestas en la UASD“; “La docencia está suspendida por arduas protestas en la UASD“, eran titulares comunes en las portadas de los periódicos hasta hace menos de una década.
La UASD y sus movimientos estudiantiles marcaban en muchas ocasiones el rumbo de las luchas sociales. A partir del ajusticiamiento del dictador Rafael Leónidas Trujillo, los sectores sociales y estudiantiles del país estaban convencidos de su empoderamiento. La vía era luchar.
Detrás de los muros de la primera universidad de América se dirigían ataques a los gobiernos de turno y a la rectoría gobernante. No hay cifras específicas de los muertos y heridos, pero al pasar un balance a los archivos de periódicos de hace décadas, el número era significativo.
Está el caso ocurrido la mañana del 9 de febrero de 1966. Frente al Palacio Nacional, cientos de estudiantes protestaban contra el Gobierno por la entrega del presupuesto universitario, que por ley le correspondía en ese momento, y la salida inmediata del país de las tropas estadounidenses.
Varios estudiantes fueron asesinados y heridos por reclamar al Gobierno provisional, que presidia Héctor García Godoy, una respuesta positiva respecto a la solicitud de reconocimiento gubernamental del Movimiento Renovador Universitario (MRU), entre otras demandas. En respuesta a la masacre, organizaciones políticas, sindicales, populares, académicas y sindicatos, convocaron a una huelga general que duró más de una semana y en la que se escenificaron acciones violentas que produjeron la muerte y heridas de varias personas.
“El movimiento estudiantil y las luchas estudiantiles cambiaron. Ya no son los setenta ni ochenta ni noventa, donde desde las escuelas, por la falta de inversión en el gobierno, se peleaban por mejores condiciones para los estudiantes“, evoca Yimi Zapata, saliente presidente de la FED.
Sin embargo, Zapata expresa que el movimiento estudiantil aún se mantiene vivo en la UASD. “Aunque los métodos y las luchas ya cambiaron, la juventud tiene otro punto de vista de protestas y peticiones a soluciones que afectan a esa población estudiantil“, dice.
Señala que la pandemia del COVID-19 también cambió la forma de hacer política en el movimiento estudiantil, pero aún sigue viva en los que, como él, aún después de graduarse continúan “buscando mejoras” en las condiciones en que los estudiantes toman docencia.
Zapata asegura que, a través de la FED y del Ministerio de la Juventud, se han logrado entregar casi 60 autobuses a las asociaciones de estudiantes de pueblos, lo cual, explica, representa un gran ahorro para las familias.
Por encima de estas afirmaciones, artículos de periódicos del 2007 recogen informaciones en las que la FED apoyaba los paros generales convocados por el Foro Social Alternativo, el Frente Amplio de Lucha Popular (Falpo) y otras organizaciones revolucionarias.
Las acciones de los movimientos estudiantiles no solo se circunscribían al plano académico. En San Francisco de Macorís, Santiago, Bonao, San Pedro de Macorís, Moca y Salcedo, entre otros pueblos, replicaban las luchas que se daban en la capital por parte de los movimientos que tenían sus tentáculos a nivel nacional.
El asesinato del dirigente de izquierda Amín Abel Hasbún es un ejemplo de la lucha. El dirigente del Movimiento Popular Dominicano (MPD) fue abatido un 24 de septiembre de 1970 en la capital, por su rechazo al régimen de Joaquín Balaguer. El Frente Estudiantil de Liberación Amín Abel (Felabel) sigue vivo en su nombre en la UASD.
La injerencia de delincuentes provocó el rechazo uasdiano
Hace apenas ocho años, la UASD, pedía acciones contra la violencia dentro de su campus. Según expresan los actores de la época, en esta última parte, ya la academia estaba siendo tomada por encapuchados que nada tenían que ver con estudiantes.
Noticias de ese mismo año recogen el descontento de los uasdianos respecto a las protestas. Estudiantes, profesores y empleados de esa alta casa de estudios lanzaban el grito de “¡basta ya!” contra el desorden.
Las pérdidas de tiempo, dinero y docencia eran las motivaciones más frecuentes por las que los uasdianos fueron rechazando poco a poco los disturbios. Sin el apoyo de estos sectores las luchas iban perdiendo sentido para quienes querían adversar a un gobierno de turno o a las autoridades universitarias.
En un momento el rector de la UASD para el cuatrienio 2014-2018, Iván Grullón, dijo que los desórdenes en las instalaciones eran pagados. En ese momento los reclamos giraban en torno a un mayor presupuesto.
La lucha por el fin de las protestas violentas se fue radicalizando. Ya los dirigentes de las UASD, hacían vigilias de “Viernes Negro” para finales del 2016. Estos actos buscaban el establecimiento de responsabilidades y sanciones drásticas contra los manifestantes dentro de ese campus.
De acuerdo con un artículo periodístico de Mario Bonetti, escrito en el 2006, la actuación de bandidos asociales en la UASD, disfrazados con los más diversos disfraces grupales, proviene desde el primer lustro de la década de los años 70.
“Desde entonces se les viene tolerando en nombre de la revolución o de la izquierda. Por favor, no se rían si les digo que de esos grupos partidistas se decía que ellos expresaban la vanguardia de la izquierda o de la revolución dominicana”, refiere Bonetti.
Conquistas de los movimientos
El dirigente político Domingo Contreras, quien fue presidente de la FED en el periodo 1991-1993, indica que el movimiento estudiantil dominicano era un abanderado de las libertades públicas, impactando el acceso a una educación de calidad, transporte y alimentación.
Para Contreras, el movimiento estudiantil era una lucha por la conquista de espacios democráticos y sociales. “Con figuras como Amín Abel, Hatuey De Camps Jiménez y Roberto Santana, el movimiento estudiantil tenía un rol destacado en la sociedad”, plantea Contreras.
Manifiesta que para la época en que su carrera como dirigente estudiantil estaba en apogeo, se veía un vínculo muy estrecho entre los grupos estudiantiles y los partidos políticos, fundamentalmente de la izquierda o aquellos que ejercían la oposición.
Según Contreras, los grupos estudiantiles lograron conquistas en el transporte, porque los estudiantes tenían una tarifa especial, especialmente los estudiantes de la UASD. Otras, como el acceso a la biblioteca, eran fundamentales.
“Todavía hay retos por lograr, como es la calidad en la educación, el tema de los laboratorios, los programas de pasantías y de becas, la calidad del profesorado, los intercambios, la acreditación de las carreras”, refiere Contreras.
Considera que la revolución tecnológica ha cerrado algunas brechas, pero que esto supone también algunas conquistas pendientes, en términos de mejor acceso a internet y dispositivos de calidad, para que los estudiantes puedan ser más competitivos.