¿Recuerdan a Abinader en sus primeros viajes al exterior como presidente de la República abordando vuelos comerciales en clase turística y con su maletica de pasajero en mano? Eso duró poco, y aunque no se ofrecieron explicaciones oficiales del cambio se dio por sentado que ese exceso de humildad y de austeridad transmitía mala imagen de la situación general del país y de su desarrollo económico. Ahora con Javier Miley, que arrancó su gestión en aviones de aerolíneas comerciales, lo que se invoca es su “seguridad” personal y “ciertos riesgos” que podría correr. Atrás quedarán los vítores y aplausos que recibía el presidente de Argentina, que era puesto de ejemplo frente al “derroche” de sus antecesores, “acusados” de volar en primera clase y en aviones privados.