Morir matando. Esa es la razón de ser del sistema Dead Hand (mano muerta), un mecanismo semiautomático capaz de disparar todo el arsenal nuclear de Rusia para lanzar un ataque masivo contra sus enemigos como último recurso. Conocido en Rusia como Perimeter, este sistema fue creado en la Unión Soviética durante la Guerra Fría y estaba diseñado para lanzar contra EEUU de forma automática los misiles balísticos intercontinentales de la URSS, en caso de que el presidente soviético y su cúpula militar hubieran muerto a consecuencia de un primer ataque nuclear norteamericano.
Tras la caída de la URSS en 1990, Rusia heredó todo el arsenal nuclear soviético y también el sistema Dead Hand. Aunque Moscú nunca ha admitido oficialmente su existencia, muchos analistas militares creen que Vladimir Putin lo ha seguido desarrollando a lo largo de los años y que podría estar operativo en la actualidad.
De hecho, el comandante de las Fuerzas de Misiles Estratégicos rusos, Serguéi Karakaev, admitió su existencia en el año 2011, en el periódico Komsomolskaya Pravda. “Sí, el sistema Perimeter existe y está en servicio de combate”, afirmó, recalcando que Rusia tenía la capacidad para destruir a EEUU en menos de 30 minutos.
Dos años antes, el excoronel soviético Valery Yarynich, considerado uno de los desarrolladores de Perimeter y que falleció en Moscú en 2012, ya había revelado públicamente su existencia en la revista norteamericana Wired, donde aseguró que Perimeter era “un sistema muy bueno” que “quita responsabilidad a los políticos y altos mandos militares”. En medio de las tensiones entre EEUU y Rusia por la guerra en Georgia, Yarynich subrayaba entonces que era necesario hablar de Perimeter “porque las crisis son inevitables y existirán más riesgos en el futuro”, sin duda un presagio acertado viendo cómo ha evolucionado el mundo.
La película Juegos de guerra ya advertía en 1983 del riesgo de que los misiles controlados por sistemas automáticos pudieran desencadenar una Tercera Guerra Mundial y el apocalipsis nuclear. “El sistema Dead Hand o Perimeter existe desde principios de los años 80, aunque hay una parte de realidad y otra de ficción, porque no es realmente un sistema automático, ya que eso sería extremadamente peligroso, sino que podríamos decir que es un sistema con una serie de automatismos”, explica César Pintado, director del programa Rusia: Poderío Militar y Pensamiento Estratégico en el Campus Internacional para la Seguridad y la Defensa (CISDE).
“Esa especie de botón del pánico que dispara los misiles no se activa por una sola razón, sino que está conectado a múltiples sensores repartidos por todo el territorio ruso que miden diferentes variables como luz, densidad del aire, presión, actividad sísmica o radiactividad. Se activaría cuando la combinación de todos esos factores concluya que Rusia ha sufrido un ataque nuclear y el sistema no reciba ninguna respuesta por parte del Estado Mayor, asumiendo que sus integrantes han muerto”, añade Pintado.
En su entrevista en Wired, el coronel Yarynich también apuntaba en esa dirección al señalar que el sistema nunca llegó a ser totalmente autónomo, sino que estaba pensado para que en caso de que se interrumpieran todas las comunicaciones y los sensores indicaran que Rusia estaba sufriendo un ataque, una persona en un búnker subterráneo, que podría ser un soldado raso, tendría la capacidad de activar manualmente los misiles saltándose la cadena de mando.
Pintado hace hincapié en que para activar el sistema Dead Hand “hace falta una orden del presidente”, ya que en teoría es un mecanismo que permanece desactivado en tiempos de paz y solo se activa cuando es detectada una amenaza potencial para la integridad de Rusia. La guerra de Ucrania, sin embargo, encaja en ese escenario porque Putin ya habla de “conflicto global” que amenaza a la seguridad nacional. “Si Putin cree que él mismo se ha convertido en un blanco y teme por su vida o que puede haber un ataque contra el Kremlin para descabezar su gobierno, puede activar el sistema Perimeter”, advierte.
Una base secreta en los Urales
Los informes de inteligencia militar de EEUU indican que el cerebro del sistema Dead Hand podría encontrarse bajo tierra en las montañas de los Urales, concretamente en el complejo militar de Kosvinsky Kamen, un búnker antinuclear subterráneo protegido por 300 metros de granito y que Putin ha visitado en más de una ocasión.
Perimeter se pone en marcha con el lanzamiento de un misil de mando, que no lleva carga destructiva, sino que emite una orden electrónica, que activa todos los misiles balísticos conectados al sistema, incluso cuando las telecomunicaciones hayan colapsado en Rusia por un hipotético primer ataque.
Lo explicó el propio general Karakaev en Komsomolskaya Pravda: “Si todo está perdido, el misil despega y da la orden a los demás misiles, que automáticamente despegan y alcanzan los objetivos deseados. Cuando surge la necesidad de un ataque de represalia y no es posible mandar una señal a los puntos de lanzamiento, la orden puede llegar con el misil de Perimeter”.
Es difícil saber cuántos misiles podría lanzar el sistema Dead Hand porque, evidentemente, es una información altamente clasificada, pero Pintado afirma que “se estima que Rusia tiene aproximadamente 6.000 ojivas nucleares y unos 532 lanzadores estratégicos, entre silos y submarinos”.
Esas bases de lanzamiento se encuentran repartidas por todo el territorio ruso, incluso en el Ártico, porque la distancia más corta para alcanzar la costa Este de EEUU desde territorio ruso es atravesando el círculo polar. Para llegar a cualquier país de Europa Occidental, incluida España, bastaría con un misil balístico de alcance medio (MRBM), como el Oreshnik que Rusia lanzó este jueves contra Ucrania y cuyo rango operativo es de 5.500 kilómetros.