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Fumata blanca en Francia. presidente Emmanuel Macron ha elegido a Michel Barnier como nuevo primer ministro, después de dos meses de parálisis institucional y varios días de consultas. El que fuera negociador del brexit por parte de la UE es el seleccionado por Macron con el reto ahora de aglutinar una mayoría en torno a su nuevo Gobierno en una Asamblea Nacional más dividida que nunca y con previsibles vetos a izquierda y derecha. Barnier forma parte del PPE y además en su momento sonó para presidir la Comisión Europea.
En lo que el Elíseo ha llamado “ciclo inédito de consultas” para nombrar al sustituto de Gabriel Attal habían sonado los nombres de Bernard Cazeneuve y Xavier Bertrand, clásicos de la izquierda y la derecha moderadas en Francia. Los dos partían como favoritos así que la elección final de Barnier puede tomarse como una sorpresa en Francia. Además, ya tiene vetos confirmados, sobre todo por parte del Nuevo Frente Popular (NFP), ganador de las elecciones legislativas, y que aseguró que solo apoyaría a su candidata -desechada por Macron-, Lucie Castets.
Ahí estará la verdadera clave para Barnier: no hay mayorías claras en el Parlamento, con la izquierda como fuerza principal, por delante del macronismo y del RN de Marine Le Pen. El perfil de Barnier contenta a los centristas y también a su partido, Los Republicanos, pero levanta muchas dudas tanto en las formaciones progresistas como en la derecha radical, aunque en los últimos tiempos ha tenido guiños hacia ellos. En todo caso, Macron acaba así con bloqueo institucional que ha durado dos meses, que ha tenido un ‘armisticio’ por la celebración de los JJOO, y por el que se ha llegado a pedir su dimisión.
La Asamblea Nacional, de primeras, no puede vetar el nombramiento del primer ministro, que es potestad del presidente, pero sí puede someterle a una moción de censura, algo que para muchos expertos resulta plausible dada la división en la Cámara. El nuevo Gobierno de Barnier, visto el escenario, nace por lo tanto débil y necesitará mirar a todos los lados del espectro político para construir mayorías, con las medidas sociales como principal reclamo del NFP y la gestión con mano dura de la migración que, por ejemplo, pide RN.
Con lo que sí encaja de pleno Barnier es con la idea que quiere transmitir en Bruselas el presidente Macron, un punto importante para evitar choques entre el Elíseo y Matignon. El nuevo primer ministro es una figura muy respetada a nivel UE, y su papel como negociador del brexit le hizo ganar muchos adeptos. Ahora en la capital comunitaria podrán respirar más o menos tranquilos porque la cohabitación entre Macron y Barnier parece factible e incluso cómoda en lo que se refiere a los grandes temas para la Unión.
La llamada a Barnier es la de formar un Ejecutivo “de unidad”, y él además ya tiene experiencia de Gobierno, pues fue ministro con Jaques Chirac y también formo parte del ‘poder’ durante la etapa de Nicolás Sarkozy. Llega al último escalón -solo por detrás del presidente- con 73 años y una dilatada carrera política. De hecho, Barnier se convierte en el primer ministro de más edad de la V República francesa y da la circunstancia de que sucede al más joven, Gabriel Attal, que asumió el cargo a principios de 2024 con 34 años.
Tras el anuncio, el propio Attal se ha despedido -ya había presentado su dimisión después de las legislativas- del cargo con un vídeo. “En una palabra: gracias. El vínculo que tenemos es lo más preciado que tengo. Cuenta conmigo para seguir tejiéndolo“, comentó un hombre que ahora podría preparar su carrera para reemplazar a Macron como candidato en las presidenciales previstas para 2027.
Las reacciones no se hicieron esperar y la primera fue la de Jordan Bardella, cabeza visible de RN, que calificó la parálisis de “indigna” y culpó a Macron, pero deja la puerta abierta para Barnier. “Juzgaremos sobre la base de las pruebas su discurso de política general, sus decisiones presupuestarias y su acción. Pediremos que se atiendan finalmente las grandes emergencias de los franceses: el poder adquisitivo, la seguridad y la inmigración, y nos reservamos cualquier medio político de acción si este no es el caso en las próximas semanas”, escribió Bardella en redes sociales.
Mucho más beligerante ha sido desde el principio el Frente Popular, que no comparte la designación de Barnier y lo califica de “golpe” a la democracia francesa. Además, en un comunicado la coalición de izquierdas promete una moción de censura contra el nuevo primer ministro más pronto que tarde, una manifestación este mismo sábado y trabajar en la destitución de Macron como presidente.
Francia intenta empezar a taponar así unos de los tiempos más convulsos de la historia reciente, tras una gran victoria de la ultraderecha en las últimas elecciones europeas, el adelanto de las legislativas, numerosas protestas y movilizaciones contra, entre otras medidas, la reforma de las pensiones, y un desencanto ciudadano con la política que parece cronificarse. Emmanuel Macron ya no se puede presentar a las próximas presidenciales, pero su mandato ha entrado en un momento muy delicado y ahora se agarra a la figura de Barnier para poder empezar a salvar los muebles.
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