La Fórmula 1 está a pleno rendimiento en las fábricas donde se preparan los monoplazas, pero la atención de los departamentos técnicos ya se centra en los coches de 2026, que marcarán el rumbo de la nueva reglamentación que entrará en vigor.
Desde principios de enero, la normativa de la FIA permite utilizar los túneles de viento para el estudio de la aerodinámica de 2026, y casi todos los equipos han empezado a probar un primer modelo que representa sólo la última definición del reglamento, intentando aclarar solamente algunas de las grandes cuestiones, porque las directrices aprobadas por el Consejo Mundial de la Federación que se publicaron en diciembre son todavía provisionales.
A pesar del compromiso de los equipos, que han realizado un gran trabajo para apoyar al personal técnico de la FIA dirigido por Nikolas Tombazis, aún no se han alcanzado los resultados esperados tras la revolución del concepto que ha llevado a abandonar los monoplazas de efecto suelo para centrarse en coches ágiles (más cortos, ligeros y estrechos).
A nadie se le escapa ahora que los nuevos motores, que obtendrán el 50 por ciento de su potencia del motor eléctrico y del endotérmico, son una rotunda complicación de asuntos sencillos. El problema no es tanto alcanzar el umbral de los 1.000 caballos de los coches actuales, sino poder repartir la energía eléctrica necesaria a lo largo de una vuelta, para tener una F1 sin desequilibrios debidos a las dificultades de recarga registradas en ciertos circuitos, como Monza.
Fórmula 1 2026
Foto de: FIA
La drástica reducción de la resistencia aerodinámica ha llevado a visualizar monoplazas con fuertes limitaciones aerodinámicas, pero, en comparación con el proyecto que la FIA había propuesto en junio, se han introducido importantes correcciones que han permitido recuperar una carga indispensable para abordar las curvas rápidas sin desequilibrar el coche.
Con los motores en una fase avanzada de desarrollo y las baterías ya definidas en detalle, al igual que la parte mecánica, queda un campo de investigación limitado para poner a punto los aspectos que aún no son satisfactorios.
De momento sólo hay rumores, pero probablemente indiquen el ámbito en el que podría haber actualizaciones técnicas: el reglamento actual exige que los alerones móviles (delantero y trasero) sean controlados por los pilotos y sólo puedan abrirse en determinados puntos de la pista. La orientación podría llevar a automatizar la apertura de estos alerones para que se activen en todas las rectas de la pista, dejando a los pilotos únicamente la gestión del Override, es decir, el sobreimpulso de potencia eléctrica que debería favorecer los adelantamientos.
Cómo cambiarán los alerones con aerodinámica activa en 2026
Foto de: Gianluca D’Alessandro
Según los rumores, la caja que define los volúmenes y los tiempos de apertura de los alerones también podría cambiar, con la delantera quedando ligeramente por detrás de la trasera. Pueden parecer cambios marginales, pero tendrán un fuerte impacto en la definición aerodinámica de los monoplazas.
La intención, entonces, sería reducir el uso de la energía eléctrica en las rectas reduciendo la sección delantera, dejando márgenes para la recarga en las curvas.
¿Tiene sentido, entonces, dedicar tiempo y recursos a estudiar en el túnel de viento un modelo que está llamado a cambiar en un futuro próximo? Además de estar sujetos a las limitaciones financieras del límite presupuestario, los equipos también tienen que lidiar con las horas de túnel fijadas en función de la clasificación del Mundial de Constructores (crecen a medida que se desciende en la clasificación, penalizando a los equipos punteros). El tema está de plena actualidad y será muy interesante conocer cuál será la actitud de los diferentes equipos ante las posibles decisiones de la FIA.
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