Al voto preferencial en la República Dominicana hay que hacerle un homenaje, o por lo menos reconocer su resiliencia, porque aún vive, a pesar de que ha recibido tantos ataques y que cada vez tiene menos defensores. Las “acusaciones” más frecuentes al voto preferencial son, que estimula el clientelismo y la compra de votos, además de que provoca una suerte de canibalismo a lo interno de los partidos. También hay quienes critican que este método incentiva la promoción de liderazgos individuales, por encima de las instituciones políticas. Con todo, el voto preferencial no solo se ha mantenido, sino que se ha consolidado, y hasta se ha extendido. Antes se aplicaba por un reglamento de la Junta Central Electoral, y ahora es por ley. Antes solo era para diputados, y ahora se ha extendido para regidores.
Elecciones separadas
En materia electoral, a veces ocurre que los actores políticos promueven un cambio y cuando se materializa y han convencido a la mayoría de su conveniencia, entonces lo revierten. Es el caso del modelo de elecciones presidenciales separadas de las elecciones legislativas y municipales, que tiene fundamentalmente dos virtudes: elimina el efecto arrastre y promueve los liderazgos locales. También facilita las cosas, para el votante y sobre todo para la JCE. Pero ahora la mayoría no quiere ese modelo, con el alegato de que es más costoso.
Voto electrónico
La votación automatizada merecía mejor suerte, pero fue un “hola y adiós” por el colapso de las elecciones municipales del 2020, precedido de un supuesto fraude en las primarias del PLD del año anterior. Si se utiliza bien, debe ser mejor en todos los sentidos que el sistema manual, que es el que siempre se ha usado. Con el voto manual siempre ha habido denuncias de irregularidades, por lo que, otra vez, se trata de un tema de cultura política. Algún día se intentará de nuevo implementar el voto electrónico, aunque no será por ahora.
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