
Doña Juana Emiliano, una octagenaria de 84 años, nunca imaginó que la persona a la que acogió como un hijo, a quien le brindó techo, alimento y educación, se convertiría en el principal imputado en la muerte de su hija, Francisca Emiliano. Ella conoció muy bien a Bernardo Figueroa Ferreira, un abogado al que ayudó desde sus inicios en el sector Batey Bienvenido, en Santo Domingo Oeste. (Seguir leyendo…)
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