El primer ministro francés, Sébastien Lecornu, sobrevive a dos mociones de censura

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La Asamblea Nacional (AN), primera cámara del Parlamento nacional, rechazó a última hora de la mañana del jueves el proyecto de censura presentado por La Francia Insumisa (LFI, extrema izquierda) contra el Gobierno de Emmanuel Macron, presidente, y Sébastien Lecornu, dejando en suspenso un paisaje político muy dividido y fragmentado.

En la AN, compuesta de 577 escaños, es necesario el voto de 288 diputados para censurar a un gobierno. La mañana del jueves, «solo» votaron la censura 271 diputados de extrema izquierda, extrema derecha, ecologistas, comunistas y un número impreciso de diputados socialistas y conservadores que no respetaron las consignas de voto de sus partidos.

Una segunda moción de censura, propuesta por Agrupación Nacional (AN, extrema derecha), el partido de Marine Le Pen, también fue rechazada. Solo la votaron 144 diputados, confirmando el aislamiento relativo del primer partido de Francia.

Las dos censuras tienen algo en común: confirman una división política sin precedentes en la historia de la V República.

Como estaba previsto, una gran mayoría de los 66 diputados socialistas «salvaron» a Macron y Lecornu, negándose a votar la censura, dividiendo profundamente a la familia socialista y a su puesto entre las izquierdas.

Como estaba previsto, igualmente, un pequeño grupo de diputados de la derecha tradicional y centristas independientes votaron la censura, agrietando el frágil «arco iris» político que apoya a Macron y Lecornu.

Rechazadas las censuras de extrema izquierda y extrema derecha, las fuerzas parlamentarias muy mayoritarias en la Asamblea Nacional, queda en suspenso el futuro de la «alianza» inconfesable de los socialistas con Macron y su gobierno, presidido por Lecornu.

El PS ha rechazado la censura a cambio de una concesión capital: Macron y Lecornu han aceptado la retirada de la reforma de las pensiones que el presidente tardó seis años en aprobar, entre entre 2017 y 2023. Retirada esa censura, los socialistas han conseguido que las pensiones tengan en Francia una situación única en Europa: jubilación a los 62 / 64 años. Aplazando una nueva revisión durante las próximas elecciones, anticipadas o no.

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Los socialistas franceses esperan seguir apoyando a Macron y Lecornu, mientras el presidente y su gobierno acepten sus condiciones, a geometría variable: pueden cambiar y evolucionar a lo largo de las próximas semanas, cuando se negocien los presupuestos del Estado.

Ante el rechazo de sus censuras, Marine Le Pen, presidenta de AN, y Jean-Luc Mélenchon, ponen el grito en el cielo.

Mélenchon resume su posición de este modo: «Los socialistas han traicionado a sus electores y a las izquierdas. Lamentable. Han tomado un rumbo desastroso e imprevisible».

«Evitar el voto popular»

Marine Le Pen prefiere hacer una «lectura» muy política del rechazo de la censura: «Los socialistas y los amigos de Macron desean evitar el voto popular, por todos los medios. Una gran mayoría de franceses quieren cambiar de presidente, quieren cambiar de gobierno. El presidente y sus amigos socialistas se aferrar a los cargos. Se trata de una farsa que no durará indefinidamente».

Aislada en la Asamblea Nacional, Marine Le Pen espera las próximas elecciones legislativas, anticipadas o no, para conseguir una mayoría absoluta que anuncian muchos sondeos.

Rechazadas las censuras de extrema izquierda y extrema derecha, ese voto, capital, en la Asamblea Nacional ha dejado al descubierto un paisaje político «descompuesto», muy dividido, frágil e imprevisible.



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