La solidaridad internacional con las mujeres afganas ha generado diversas iniciativas en Europa, incluidas campañas en España lideradas por mujeres comprometidas con la defensa de los derechos humanos. Un grupo de españolas, en colaboración con otras activistas y organizaciones, ha lanzado una petición de firmas para ayudar a las afganas refugiadas en Pakistán a salir del país, en el que enfrentan una vida de constante peligro, pobreza y precariedad.
La situación de estas refugiadas en Pakistán es extremadamente delicada. Muchas, como la activista Latifa Yaqubi, han huido del régimen talibán que ha instaurado un control cada vez más represivo en Afganistán, especialmente contra las mujeres y las minorías étnicas. Sin embargo, en Pakistán no encuentran la seguridad esperada, ya que viven bajo la amenaza de deportación, la discriminación y la falta de recursos para regularizar su situación legal.
Las firmantes de esta petición solicitan al Gobierno de España que se garantice una atención rápida y efectiva a las mujeres afganas que buscan asilo en la embajada de España en Pakistán.
Las refugiadas en Pakistán tras la toma del poder por los talibanes, se encuentran en una situación de extrema vulnerabilidad. Muchas de ellas, que han huido de la persecución, amenazas de muerte y violencia de género, enfrentan condiciones inhumanas, viviendo en pobreza y bajo la constante amenaza de deportación a Afganistán, donde sus vidas están en peligro.
“La situación de estas mujeres no puede esperar. La comunidad internacional, también España, debe asumir su responsabilidad en la defensa de los derechos humanos de las mujeres afganas, brindándoles una vía segura para salir de Pakistán y garantizarles una vida libre de violencia y represión”, defienden en la petición.
La historia de Latifa Yaqubi refleja las dificultades y peligros extremos que enfrentan las mujeres afganas que se han dedicado a la defensa de los derechos humanos y la igualdad de género. Graduada en Psicología por la Universidad de Kabul en 2016, Latifa fue una líder destacada en la implementación de programas que promovían los derechos de las mujeres y los niños en Afganistán. Su labor como activista la llevó a trabajar con organizaciones internacionales como ACDEO (American Councils for International Education) y el proyecto USAID (Promote Women in Government), en el cual desempeñó roles clave.
Latifa no solo implementó importantes proyectos con apoyo de países como el Reino Unido, Canadá y Alemania, sino que también estableció el primer centro gratuito de asesoramiento psicosocial para mujeres en Afganistán. Organizó programas de concienciación para educar a las mujeres sobre sus derechos en Kabul y otras provincias, trabajando en estrecha colaboración con el Ministerio de Educación de la Mujer, el Ministerio del Interior y la Oficina de la Primera Dama, Rula Ghani.
A pesar de su éxito, el activismo de Latifa le trajo serias amenazas y ataques, tanto por los talibanes como por otros sectores conservadores de la sociedad afgana, que la acusaban de promover “valores occidentales” entre las mujeres afganas. Uno de los incidentes más graves ocurrió mientras implementaba un programa de concienciación sobre la violencia de género en la provincia de Balkh, donde fue atacada junto con su equipo, resultando herido uno de sus colegas.
Con la caída del gobierno afgano y el regreso de los talibanes al poder en agosto de 2021, las amenazas hacia Latifa y su familia se intensificaron. Los talibanes registraron la oficina donde trabajaba, confiscando documentos y sometiendo al personal a presiones y torturas. Latifa se vio obligada a huir de Afganistán en septiembre de 2021, escapando a Pakistán a través de la frontera de Spin Boldak junto a su hermano, en un esfuerzo desesperado por salvar sus vidas.
Desde su llegada a Pakistán, Latifa ha vivido en condiciones extremadamente difíciles, sin apoyo institucional ni recursos para mantenerse. A pesar de haber sido una defensora de los derechos de las mujeres y haber ayudado a quienes sufrían de problemas psicosociales, ahora se enfrenta a una profunda crisis económica y emocional. Vive en una casa compartida con otras refugiadas afganas, en constante temor a ser deportada a Afganistán, donde su vida corre peligro debido a su activismo y su identidad como mujer hazara.
A pesar de todo, Latifa ha continuado participando en protestas y movimientos por los derechos de las mujeres afganas, uniéndose a líderes como Huda Khamosh en la lucha por la libertad. Es miembro activa de la unidad y solidaridad de las mujeres afganas y del Movimiento de los Faroles para la Libertad de las Mujeres, luchando por un futuro más justo para las mujeres en su país.
Hoy, sin embargo, Latifa enfrenta un futuro incierto y oscuro, viviendo con miedo y desesperanza, pero su espíritu de lucha sigue siendo un faro de resistencia en medio de la adversidad. No podemos permitir que Latifa y otras como ella queden a expensas de su suerte.