Javier Lacort
Los últimos resultados financieros de Microsoft, los del primer trimestre de 2024, fueron protagonizados por el auge de la IA en el negocio de la empresa, pero rascando un poco vemos también una noticia singular en el negocio de Xbox que además se complementa bien con otro suceso reciente.
El punto amargo es que las ventas de consolas Xbox han sufrido una caída importante. Microsoft ha ganado un 31% menos con sus ventas que en el mismo trimestre de 2023. Y ya veníamos de varios trimestres a la baja en las ventas de hardware.
El contexto. Las consolas de esta generación todavía están lejos del final de su ciclo. Tanto PlayStation 5 como las Xbox Series S y Series X comenzaron a venderse en noviembre de 2020. Si tres años y medio después estamos viendo caídas tan pronunciadas y continuadas, podemos asumir que las Xbox alcanzaron su pico de ventas mucho antes de lo habitual en el ciclo de vida de una consola. Muy pronto, de hecho.
El trasfondo. Hace tiempo que sabemos que Microsoft ya no prioriza la venta de consolas físicas (como Sony), sino el juego a través de sus servidores, ya sea en una Xbox, en un PC o en cualquier dispositivo accediendo a Xbox Cloud.
También sabemos que el negocio de la venta de juegos, en consolas Xbox o en las consolas rivales, es otro negocio en auge para Microsoft. Por lo que después de todo quizás no sea tan importante para Xbox seguir vendiendo consolas como en generaciones anteriores.
Un caballo de Troya. Mientras la venta de hardware flaquea, Microsoft ha intensificado su presencia en PlayStation. Con la compra de Activision Blizzard se asegura tanto controlar franquicias muy lucrativas, como Call of Duty, como liderar el ranking de publishers en la plataforma de Sony.
En la lista de los 25 juegos más vendidos de PlayStation de la semana pasada observamos que Microsoft consiguió colocar más títulos (siete) que Sony (cinco). Los frutos de la enorme inversión en Activision Blizzard.
TweakTown da una frase clave: “PlayStation y Xbox son tan cooperativas como competitivas”. Rivalizan por vender consolas y conseguir que los jugadores jueguen en sus plataformas y a sus juegos, pero también tienen una dependencia mutua. Microsoft depende del escaparate de Sony para vender sus juegos y Sony se beneficia de la contribución de los juegos de Microsoft a los ingresos de PlayStation.
Un futuro diversificado. Microsoft lleva tiempo haciéndolo con Xbox, algo obvio al ver el crecimiento de Game Pass y la expansión de sus títulos a otras plataformas, algo que aumenta la disponibilidad de sus juegos y además maximiza los ingresos de otros canales de distribución.
Esta diversificación y la reducción de la dependencia de la venta de consolas no significa que sea el fin de las Xbox físicas. La empresa ya anunció que estaba trabajando en la próxima Xbox para alcanzar “el mayor salto técnico” jamás visto.
Solo que cada vez importa menos el éxito de sus ventas unitarias. Lo que importa es que el mundo siga jugando a juegos de Microsoft, sea donde sea. O a juegos ajenos pero dentro de sus servidores.