La carrera por la medalla de oro, que es la presidencia de la República, la medalla de plata, que es el Senado y la de bronce, que es la Cámara de Diputados, ya entró en la recta final. El disparo que anunció el inicio de esta competencia política ocurrió en las horas siguientes al conteo de los votos de las municipales, que otorgó una amplia victoria al PRM y empequeñeció al PLD y a la FP.
Ahora es la batalla por el gran premio, que es la dirección del país, una presidencia, que si no puede calificarse como “la presidencia imperial”, que así llama Enrique Krauze a la de México, para significar el casi infinito poder de quien ocupa el palacio presidencial de ese país, es el puesto que resume aquí el real poder, el mayor poder en nuestro escenario político. Un poder que si quien lo ostenta quiere, no es el caso de Luis Abinader, como ha ocurrido, puede saltarse los límites que marca la Constitución de la República.
Desde que tengo “conciencia política”, cuando en los años duros de la presidencia imperial de Joaquín Balaguer, perseguían a mi padre y luego me tocó el turno a mí como joven periodista, he vivido –además del nefasto Joaquín Balaguer- la experiencia de los presidentes Antonio Guzmán, mi amigo Salvador Jorge Blanco (ambos del ahora desinflado y mal llamado Partido Revolucionario Dominicano), mi amigo Leonel Fernández, Danilo Medina y mi amigo Luis. Con el tiempo, algo se aprende.
Por eso me sumo a los expertos políticos, yo no lo soy, que afirman que la decisión de Luis de tomar la bandera del “cambio”, que sacaron a las calles miles de personas, principalmente jóvenes, en acciones sin sabor partidario, le ganó los votos que necesitaba para llegar al Palacio Nacional. También comparto la visión de los expertos que afirman que ese mayo del 2020 marcó el inicio de un proceso de relevo político, que en los próximos cuatro años, Luis podrá confirmar si lo hace bien, o disolverá si no empuja un poco más el cambio.
Las encuestas recientes confirman que él es el candidato preferido. La última aplicada la pasada semana por el Centro Económico del Cibao (la cito porque esta encuestadora fue certera en adelantar el comportamiento en las municipales), encontró que el 63.5% declara una firme decisión de voto por Luis. Leonel solo tiene un 20.6% y Abel Martinez, 9.0%. El promedio general de las 10 encuestas, creíbles y conocidas, realizadas en los meses octubre 2023 a marzo 2024, es 57.4% para Luis, 24.9% para Leonel y 12.2% para Abel Martínez.
Solo una, la de Greenberg que le asigna 49%, no otorga el éxito a Luis en la primera vuelta, y fue realizada en noviembre pasado. De las demás, en 4 de ellas Luis pasa del 60% y en 5 supera el 51%. Visto hoy y considerando que refleja un posicionamiento cómodo sostenido durante más de 5 meses, con el éxito de la municipales y faltando unas 10 semanas para las elecciones, creo que solo un terremoto político o social cambiaria esa tendencia. Aunque camarón que duerme, se lo lleva la corriente.