La Victoria era ayer zona de dolor, dudas y desesperación

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Un ambiente desgarrador se vivió el día de ayer en las afueras de la Penitenciaría Nacional La Victoria, donde los familiares de los reclusos se acercaban desesperados en busca de información sobre el estado de sus parientes, ya que desconocían si estos se encontraban entre los 11 fallecidos devorados por el incendio que afectó una parte de las instalaciones el lunes pasado.

Con un plato de comida en sus manos y lágrimas en los ojos, hombres, mujeres y adolescentes se amontonaban en la entrada de la cárcel clamando a las autoridades alimentar a los presos que aún se encontraban en el recinto.

Es el caso de Nelly Coronado, quien tiene allí a su hijo preso y al cual, según la madre, no se le ha dado de comer ni beber desde el día de la tragedia. “Ni siquiera el chin de comida que él me dijo que le trajera se la han pasado, no les han pasado agua y dizque la procuradora, Miriam Germán, estuvo aquí y dijo que se les pasó todo, que se les pasara agua y mentira; no les han pasado nada. Esa gente están ahí secos del hambre…”, afirmó llorosa mientras se le quebraba la voz.

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Hoy la cárcel de la victoria luce congestionadas por familiares de los recluso, y están en desesperación por falta de comunicación y información de los ocurrido en foto Isabel Tejada Madre, Carlos Alberto bosques, Ana González Madres . Nany Coronado Madre , hoy Duany Nuñez 19-3-2024

Igual era la situación de la señora Caridad Frías Fersola, madre del joven Wellington Gutiérrez Frías, de 27 años, quien cumple condena en la referida cárcel. La dama, aunque confirmó que su hijo aún vive, dice no saber nada de él desde el lunes en la mañana.

“Dividieron a todos los que estaban juntos… tienen un grupo ahí tirado, ahí en la cancha, sin agua, sin nada durmiendo en el piso. No son perros, son seres humanos que han cometido sus errores y están pagando, pero no así…”, exclamó la señora mientras sostenía una foto de su hijo entre sus manos.

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La falta de comunicación y la ausencia de detalles sobre la situación dentro del recinto penitenciario, agrava la angustia de los familiares, quienes temiendo lo peor exigen a las autoridades saber sobre el estado de salud y seguridad de sus seres queridos.

Por su parte, las autoridades del recinto se han limitado a compartir cualquier tipo de información con relación a lo sucedido y todavía mantienen en el anonimato los nombres de las víctimas mortales de este desafortunado siniestro, así como también la identidad de los cuatrocientos reos que hasta el momento han sido traslados a otras cárceles.

Sobre las instalaciones

Tener una visión del área afectada por el siniestro era complicado porque las restricciones de paso que hay en la prisión imposibilitaba verla de cerca. Sin embargo, tras adentrarse por los callejones ubicados en una esquina de la penitenciaría y subir hasta la azotea de cualquiera de las casas la vista se presentaba tan clara como entristecedora.

Desde aquel lugar, a una distancia prudente del terreno afectado donde reinaba un silencio sepulcral, la angustia y la tristeza habían logrado apoderarse de los que estaban allí.

El fuego se encargó de destrozarlo todo a su paso, dejando la zona en estado crítico y reducida a escombros. Con un saldo de afectados que podría ser mayor, muchos de los que lograron sobrevivir solo cuentan con lo que llevaban puesto en el momento del incendio ya que el fuego se encargó de llevarse lo poco que poseían.

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