La noche estaba llena de música, risas y gente que solo quería pasar un buen rato. Nadie imaginó que terminaría en gritos, confusión, humo y lágrimas. La tragedia en la discoteca Jet Set dejó una marca profunda, no solo en las paredes del lugar, sino en las almas de quienes estuvieron allí y vivieron para contarlo.
Hoy, algunos de esos sobrevivientes comparten sus historias en el programa Bajo El Foco. Tal es el caso de Marisol Chalas, quien revela que está viva gracias a las autoridades que lograron rescatarla a ella y a su esposo, Víctor de la Cruz.
Marisol y Víctor, sobrevivientes de tragedia Jet Set.
“Sobreviví porque estaba descubierta de la cintura para arriba. En el área donde yo estaba, muchos logramos salir, con la cabeza libre. Mi esposo tenía una pared que lo presionaba, y las autoridades nos ayudaron. Eso fue una pesadilla que vivimos”, cuenta Marisol Chalas, visiblemente afectada.
Al igual que Marisol y Víctor, son muchas las historias de sobrevivientes de esta desgracia. Entre ellas, la de la editora de espectáculos, Lady Álvarez, quien había acudido al Jet Set pasada la medianoche del martes, luego de salir de su jornada laboral.
Lady Álvarez, sobrevivió a tragedia de Jet Set.
“Salí de aquí como siempre, a la hora del cierre. Llegué a mi casa y todavía allí dudaba si debía salir. Pero un buen amigo que estaba allá me escribió para saber si iba a ir. Eso como que me comprometió, porque él me había comprado una boleta, algo que yo iba a hacer al llegar al Jet Set”, explica Lady.
Cuenta que, al llegar al lugar, fue recibida por su amigo y, mientras caminaban hacia las primeras filas, pequeñas partículas del techo comenzaron a caer.
“Arriba se hizo un hueco, y de ese hueco cayeron escombros en la mesa de al lado. Eso nos alertó”, agrega.
El impacto fue tan fuerte que Lady y su amigo fueron lanzados hacia la puerta final. Ella sufrió lesiones en la cadera, piernas y espalda. Sostiene que aún no procesa lo ocurrido y siente que ha vuelto a nacer, ya que nunca imaginó que una noche de diversión pudiera terminar en tragedia.
Otra sobreviviente es Jenire Mena Martínez, una venezolana de 40 años, diseñadora de vestuarios para teatro, cine y televisión, residente en el país desde hace ocho años. Ella califica como “un milagro de Dios” el haber sobrevivido.
El martes 8 de abril, había salido a celebrar su cumpleaños junto a unos amigos.
Jenire Mena Martínez, sobrevivió a tragedia de Jet Set.
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“Quedé sepultada. Tenía una pequeña luz por donde entraba un poco de aire frío que me pasaba por la frente. Me apoyé en un cadáver, y ese fue mi apoyo para poder respirar y vivir. Murieron casi todos mis amigos, solo quedó una amiga que me daba ánimo”, comenta Jenire, con la voz entrecortada.
Algunos siguen con el cuerpo a salvo, pero con el alma destruida. Arrastran secuelas físicas, dolores, traumas. Todos comparten algo: haber vivido un momento de profunda incertidumbre. Así lo explica Germán Peña, de 38 años, quien dice que se aferró a Dios. Él y su hermana son sobrevivientes del colapso. “Duré cuatro horas bajo los escombros”, recuerda Germán.
Germán Peña, sobrevivió a tragedia de Jet Set.
También habla de quien considera su ángel, don Freddy, un hombre que lo ayudó a salir con vida.
“Caí doblado, con los brazos extendidos. Solo podía mover la cabeza. A medida que iban quitando escombros, yo me movía para no quedarme sin aire. Y apareció ese señor llamado don Freddy. Ese fue mi ángel”, narra con tristeza.
Soribel Acosta, sobrevivió a tragedia de Jet Set.
Mientras tanto, Soribel Acosta, de 48 años, describe la experiencia como desesperante, al escuchar a personas pedir ayuda y no poder hacer nada.
“Fueron muchos momentos de angustia y desesperación, de no poder salvar a alguien que tú quieres”, afirma Soribel, conmovida.
Los que lograron salir siguen viviendo con las marcas invisibles de aquella noche.
Algunos callan. Otros aún lloran en silencio. Pero todos, de una u otra forma, siguen reconstruyéndose a pedazos, tratando de entender por qué les tocó seguir, mientras otros no volvieron a casa.
La música, el lujo, los bailes y los aplausos quedaron atrás. Lo que permanece es el recuerdo, el vacío, y un dolor que no se borra fácilmente, porque detrás de cada rostro que sobrevivió, hay una historia que merece ser contada y una herida que tomará mucho tiempo sanar.