En abril de 1984 existía un malestar latente en las clases marginadas y empobrecidas del país como consecuencia de una aguda crisis económica que se vivía y, en especial, por la frustración política que generaron en la población los gobiernos del PRD, los cuales no pudieron “modificar en un ápice el ordenamiento implantando después de 1965”, como precisa el Dr. Roberto Cassá. El histroriador hace referencia al momento en el que se produjo la segunda intervención militar norteamericana del siglo XX, con 42,000 marines enviados para socavar el esfuerzo de los sectores progresistas del país, que aspiraban a alcanzar una democracia social real, con una redistribución justa de las riquezas. En ese orden, la implementación de políticas neoliberales, impulsadas desde los gobiernos de Balaguer 1966 – 1978, fueron inesperadamente reforzadas durante las gestiones perredeístas.
El modelo neoliberal fue puesto en marcha “todavía en mayor medida que Gúzman”, agrega Cassá, por “Jorge Blanco [quien] entregó la dirección económica a tecnócratas bastante conservadores y desechó el programa democrático en aras de una política de adjuste de claro tinte antipopular”. Desde esa perspectiva, las protestas de los días 23, 24 y 25 de abril de 1984 fueron la respuesta directa a las injusticias y desigualdades generadas por las políticas impulsadas por el Fondo Monetario Internacional, cuyo programa de ajuste disparó el costo de la vida, especialmente en los barrios populares, los cuales “estallaron” en una ola de masivas protestas en todo el país.
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Según el sociólogo Denis Merklen, “a diferencia de los ataques a comercios (saqueos).., en los casos de estallidos sociales, la revuelta no tiene como objetivo los comercios sino las sedes de las autoridades”. Esta diferencia es sustancial pues nos permite inscribir el acontecimiento de abril de 1984 dentro del ámbito político, desmintiendo la versión ofrecida por el gobierno, quien lo redujo posteriormente a simples saqueos. Si seguimos la cronología de los documentos militares, encontramos que en el primer informe se establece la causa que dio origen al movimiento y su nivel de respaldo popular, pues se observa cómo “numerosas personas se movilizan en los sectores de Katanga, Guachapita, Capotillo, Cristo Rey, el Ensanche Espaillat, Sabana Perdida, Villa María, Villa Juana, Villa Agrícolas y Los minas… en protesta por el alto costo de la vida”. Poco después se produjo la quema de una guagua de “ONATRATE”, en la calle Nicolás de Ovando, y de una mueblería ubicada en la calle Osvaldo bazil.
Así arrancó la “rebelión popular”, tal como la definió el dirigente de izquierda Narciso Isa Conde en el documental 1984: El otro abril, de Reyvin Jaquez, evocando un fenómeno que se extendió hacia otras ciudades del interior del país, en especial Santiago, donde fueron atacadas varias casetas en diferentes barrios del Instituto Nacional de Estabilización de Precios (INESPRE). En San Francisco de Macorís, por ejemplo, los manifestantes quemaron neumáticos, lanzaron piedras, destruyeron cristales de los edificios que alojaban al Royal Bank of Canadá, la Corporación Dominicana de Electricidad (CDE), el Instituto Nacional de Agua Potable y Almacenamiento Y Alcantarilla (INAPA), y el Palacio de Justicia, todas figuras del poder político y económico en la República Dominicana de ese entonces.
En el municipio de Fantino, perteneciente a la provincia María Trinidad Sánchez, y en zonas aledañas a San Francisco de Macorís, la población vociferó consignas contra el alza de los productos de primera necesidad. Allí saquearon el almacén de depósito “Fomento Arrocero”, de la Secretaría de Estado de Agricultura, así como el local de ventas populares de INESPRE; el local del instituto Agrario Dominicano (IAD), entre otras, dependencias estatales. En La Romana, por igual, se originaron desórdenes callejeros en diferentes barrios, resultando rotos los cristales del local del Banco de la Construcción. Así mismo, los manifestantes en Santo Domingo rompieron los cristales de una sucursal bancaria en la calle padre Castellanos.
Entidades del sector financiero y otros iconos del capitalismo, sindicado como fuente de las políticas de choque del FMI, como por ejemplo una bomba de gasolina “Shell” en Valverde, Mao, resultaron ser objeto de agresión por parte de los manifestantes, quienes veían en esos símbolos, los responsables de su malestar. Por supuesto, toca poner en primer lugar a las Instituciones del Estado, como sucedió en Moca, con el incendio del local del Instituto Dominicano de Seguros Sociales IDSS, y en particular, el local del partido de gobierno de ese momento, el PRD, que vio incendiado varios de sus locales en Salcedo, la capital y en otros puntos del país. A la luz de lo que nos muestran los documentos, se puede afirmar que lo que comenzó como una reacción espontánea por el aumento de los precios, se conviertió rápidamente en un levantamiento popular contra el sistema político y económico imperante en la República Dominicana.
Por tal motivo, los eventos de abril de 1984 no solo constituyeron un hito para el país. También marcaron el inicio de los levantamientos populares contra el neoliberalismo en América Latina, véase de los denominados “émeutes FMI” o “disturbios FMI”, cuyas ondas expansivas se sintieron en Jamaica (1985), Venezuela (1989), Perú (1991 y 2002) México (1994), Argentina (2001), Bolivia (2001 y 2003), Ecuador (1997, 2000, 2005 y 2006), y en los recientes estallidos sociales en Chile (2019) y Colombia (2021), entre otros. El pueblo dominicano tiene en este hecho histórico un referente de la resistencia popular, que sirve para caminar con fe y optimismo en las capacidades de un pueblo que ha luchado siempre, a lo largo de su historia, un futuro más justo y digno para todos y todas. ¡La lucha sigue!
Prof. Amaury Pérez, Ph.D. Escuelas de Sociología e Historia Universidad Autónoma de Santo Domingo – UASD