El caso Pélicot no tiene fin. Tampoco las truculentas historias de violencia sexual que salen a la palestra cada vez que uno de los acusados se sienta ante el juez del Tribunal de los Criminal de Vaucluse (Aviñón). En la vista de este lunes, la expareja de H.M., uno de los encausados por violación agravada, ha asegurado que cuando descubrió que su ex estaba detenido pensó en que había sentido “mareos y ausencias” durante meses.
Durante su declaración, recogida por una periodista del diario francés humanite.fr, la mujer ha detallado que pensaba que tenía “una vida pacífica y plena”, pero que cuando todo salió a la luz se quedó “aturdida y conmocionada”. La mujer sospechó de haber sido víctima de su propio novio, por lo que fue sometida a exámenes médicos y pruebas de pelo, que determinan si fue víctima de sumisión química, pero resultaron negativas. “Se hicieron dos años después de los síntomas. Siempre dudaré”, ha aseverado ante el magistrado Roger Arata, a la vez que ha asegurado que hasta que salió el caso a la luz su ex era un hombre “carismático y gentil” con quien tenía “un gran vínculo”.
La mujer, además, ha dejado claro ante el tribunal que para ella es totalmente factible que su expareja participara de las prácticas contra Gisèle Pélicot, que sufrió cientos de violaciones durante una década, y también que no comprenden “esos impulsos”. “H.M. era tranquilo e inteligente… pero viví una vida de mentira“, ha espetado. De comprobarse de alguna manera que este hombre hacía con su pareja lo mismo que Dominique Pélicot con Giséle, sería el segundo acusado de los 50 que se sientan estos días ante el juez que se habría convertido en discípulo del conocido como Monstruo de Mazan.
No ha sido la única testigo en subirse al estrado. Durante la jornada de este lunes, en la que los expertos psicólogos han presentado algunos de los perfiles de los encausados, han sido varias las mujeres y parejas que han hablado de los hombres que participaban de los cientos de violaciones a Gisèle, Muchas de ellas los han defendido. “Lo engañaron, mi marido no está acostumbrado a hacer eso, se quedó atrapado”, ha señalado la mujer de H.D., otro de los coacusados, que lleva 17 años casada con él.
“Un juego de roles”
Otra de las testigos, exnovia de M.D., ha apuntado que era un hombre “modesto” al que no le gustaban las experiencias sexuales en grupo. De este panadero de 53 años y criado por su hermana, se ha relatado que no fue reconocido por su padre al nacer y que tenía una madre “poco disponible” a la que definía como “víctima de sus amantes”. Además, su exmujer murió de cáncer con 47 años y otra expareja intentó suicidarse, lo que hace que sea “incapaz de mostrar emociones”.
También se ha hablado de F.S., un hombre que pasó su infancia en un hogar de acogida y que fue víctima de abusos sexuales. Esto, según los psicólogos, le lleva a convertirse en una persona agresiva, inestable y violenta con las mujeres, algo por lo que ha sido condenado en varias ocasiones.
Su ya expareja, que en el momento de su detención le defendió y no quiso dejarle por estar embarazada, afirma que intentó superar el encarcelamiento pero no pudo. Un año y medio después de que entrara en prisión terminó con la relación, aunque eso no hace que no le excusa ante los delitos. “Él pensó que se trataba de un juego de roles“, apunta, aunque admite que no quiere que su hijo, ya de tres años, se vea con el padre.
Un acusado pide perdón
También ha declarado el acusado A.T., un trabajador agrícola con un largo historial de alcoholemia. “No tenía conocimiento de que ella estuviera drogada“, ha dicho. Él acudió a la casa familiar de Mazan el 31 de diciembre de 2018 después de ver un anuncio en la web de contactos coco.fr, ya cerrada. “Me di cuenta de que estaba dormida cuando inicié el acto sexual, pero era demasiado tarde”, relata, y reconoce que, pese a no ser supuestamente consciente de los actos, es una violación.
A.R. se marchó del dormitorio del matrimonio cuando ella hizo un movimiento. “Él me echó. Cogí mis cosas y me fui como un ladrón”, ha agregado. El acusado ha leído una carta a Gisèle y su familia, a los que ha pedido perdón sin poder levantar la mirada. “El sabía muy bien que estaba drogada”, ha sentenciado Pèlicot ante el testimonio.
Finalmente, el principal acusado, de 72 años, se ha vuelto a subir al estrado para detallar cómo daba instrucciones a los hombres con los que contactaba y a los que permitía violar a su mujer. “Les hacía susurrar para que entendieran que no podían ir allí con violencia”, ha especificado.
Pélicot, que también intentó violar a una joven en los años 90 y que está siendo investigado por el asesinato de otra, se dedicó durante una década a drogar con fuertes ansiolíticos a su esposa y ofrecerla a decenas de agresores mientras lo grababa. La mujer sufrió más de 285 agresiones sexuales al año entre 2011 y 2020, la mayoría de su propio marido.