El conflicto continúa escalando en Oriente Próximo a un ritmo cada vez mayor. Tras el bombardeo perpetrado este viernes contra el cuartel general de Hezbolá en los suburbios del sur de Beirut, este sábado las fuerzas de defensa israelíes, así como el propio grupo chií, han confirmado la muerte del que era la máxima autoridad de la milicia, Hasan Nasrala, un ataque que ha avivado aun más la guerra entre Israel y su larga lista de países enemigos y que ha supuesto un duro varapalo para las esperanzas de tregua de socios internacionales como Estados Unidos.
El asesinato de Nasrala, así como la de otros comandantes de Hezbolá, ha supuesto, así, un paso más en el conflicto abierto entre Israel y el Líbano, un enfrentamiento ya de hecho recrudecido tras la guerra abierta contra Hamás en Gaza en la que que el grupo chií libanés había decidido apoyar a sus aliados y combatir a Israel en el flanco norte. Asimismo, este último mes, el enfrentamiento había ido creciendo tras varios asesinatos selectivos y la explosión de varios buscas y walkie-talkies de varios miembros de Hezbolá.
La muerte de Nasrala, que se produce asimismo tras una semana de ataques masivos, abre, ahora, un nuevo escenario sobre el futuro de Hezbolá, así como un nuevo camino en un escenario de guerra. Nasrala había tomado las riendas de Hezbolá desde 1992, después de que el anterior líder muriera también en un ataque israelí. Él había sido, de hecho, uno de los fundadores de la organización en 1982 y, desde el momento en el que tomó las riendas era considerado como un enemigo acérrimo de Israel y, por ello, desde 2006 vivía en localizaciones desconocidas.
Sus apariciones eran, así, todas televisadas. Tan solo llegó a hacer una decena de apariciones presenciales, aunque la última se produjo hace ya más de diez años. Nasrala consiguió, además, sacar a Hezbolá de la clandestinidad y fue quien lo convirtió en un partido político, ganando en un primer momento 12 escaños en las elecciones de 1992.
Durante todos estos años, la organización e Israel habían mantenido su conflicto permanente, pero, hasta ahora, las líneas rojas parecían trazarse en que Israel no asesinaría a los miembros más importantes del grupo libanés, una especia de pacto no escrito que ahora ha cambiado por completo.
“Una escalada más amplia”
Tras el bombardeo en Beirut, Israel, que ha llegado a publicar una imagen en la que se observa como Benjamín Netanyahu, tras comparecer este mismo viernes en la Asamblea General de la ONU, ordena desde un despacho el ataque contra Nasrala, el ejército israelí ha asegurado estar preparado además para llevar a cabo “una escalada más amplia” en caso de que se produzca un ataque en represalia que podría contar con el respaldo de Irán.
“Esperamos que el ataque cambie el modo de actuar de Hizbulá. ¿Estamos preparados para una escalada más amplia? Sí. Nuestras fuerzas están en alerta máxima, los servicios de inteligencia muestran una alta preparación”, ha señalado un portavoz castrense este mismo sábado bajo la idea de que se produzca una guerra mucho más amplia. Así, lo cierto es que los bombardeos israelíes se han seguido produciendo este sábado en el Líbano.
“Todavía queda un camino por recorrer”, ha añadido el funcionario en una rueda de prensa para los medios internacionales en la que ha alertado que Israel continuará persiguiendo las amenazas tanto inminentes como estratégicas que Hezbolá representa. Todo ello con la finalidad de devolver, ha asegurado, la seguridad a los ciudadanos del norte de Israel, desplazados de sus casas.
La decisión de acabar con Nasrala y llevar el conflicto a un nuevo terreno choca, además, con las presiones internacionales de los socios de Israel, quienes, liderados por Estados Unidos o Francia, esperaban que el Gobierno de Benjamín Netanyahu aceptara la tregua temporal con Hamás que se estaba negociando para poder solucionar el conflicto en la Franja de Gaza. Además de ellos, los nuevos movimientos israelíes han provocado incluso que las autoridades estadounidenses hayan ordenado este sábado a su cuerpo diplomático del Líbano que se retiren del país ante la nueva oleada de ataques.
Un desafío para Irán
El aumento del conflicto contra Hezbolá a partir de ahora supone, asimismo, un ataque indirecto contra Irán después de que Nasrala representara el principal aliado estratégico de Teherán. Tras su muerte, el líder supremo del país, Ali Jameneí, ha instado este sábado a los musulmanes del mundo a apoyar al grupo chií libanés. “Es obligatorio que todos los musulmanes apoyen con orgullo al pueblo del Líbano y a Hezbolá con sus recursos y lo ayuden a enfrentar al régimen usurpador, cruel y malvado de Israel”, ha escrito en un comunicado.
Así, Irán, también enemigo acérrimo del país israelí, capitanea la alianza informal antiisraelí ‘Eje de la Resistencia’, conformada por Hezbolá, Hamás y los hutíes de Yemen, entre otros grupos. Teherán ha ido apoyando a estos grupos aliados durante casi un año de guerra en Gaza y con la muerte de Nasrala, ha asegurado que “el camino continúa”, tal y como ha detallado el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní: “El glorioso camino del líder de la resistencia, Hasán Nasrala, continuará y su santo objetivo de liberar Jerusalén se llevará a cabo, Dios mediante”.
Provocará la “destrucción” de Israel
De la misma forma, el primer vicepresidente de Irán, Mohammad Reza Aref, ha aseverado que el asesinato de Nasrala provocará la “destrucción” de Israel: “Advertimos a los líderes del régimen de ocupación que el derramamiento de sangre injusto… especialmente del secretario general de Hezbolá, el mártir Seyyed Hassan Nasrallah, provocará su destrucción”.
El conflicto ha llegado también a las calles donde, tras conocerse los hechos, miles de iraníes han protestado este sábado en varias ciudades del país para clamar venganza. Con gritos de “muerte a Israel” y “muerte a Estados Unidos”, cientos de personas han protagonizado así varias marchas en la plaza Palestina de la capital iraní, unas manifestaciones que también han ocurrido en las ciudades de Isfahán, Kermán, Qom y Mashad. En esta última, de hecho, se ha instalado una gran bandera de luto de color negro en lo alto de la cúpula del santuario del Imán Reza, el octavo imán de los chiíes.
Más allá de Irán, Turquía, Irak, Siria o Yemen también han condenado el ataque israelí. Para el primer ministro iraquí, Mohammed Shia al-Sudani, Israel ha cruzado “todas las líneas rojas” con el asesinato de Nasrala, un ataque que muestra “el deseo temerario de expandir el conflicto a expensas de todos los pueblos de la región y de su seguridad y estabilidad”. El presidente de Turquía, por su parte, ha denunciado las “políticas genocidas” de Israel, aunque sin hacer referencia ninguna a Nasrala o a Hezbolá. “El Líbano y el pueblo libanés son el nuevo objetivo de la política de genocidio, ocupación e invasión de Israel, que lleva adelante desde el 7 de octubre”, ha aseverado Erdogan en un mensaje publicado en X.
Siria, por su parte, ha condenado también la “cobarde y brutal agresión israelí” contra Nasralá según un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores: “Esta despreciable acción demuestra de nuevo lo traicionero, cobarde y terrorista, la ausencia de valores morales y brutalidad y desprecio por las leyes internacionales de Israel”. Por último, el presidente del Consejo Político Supremo instaurado por los hutíes en Yemen, Mahdi al Mashat, ha anunciado tres días de luto por “el martirio” de Nasralá, unas jornadas de duelo a las que también se han sumado desde Irán, Siria o Irak.