Lubin González era policía en Venezuela. Trabajó en el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas de su país hasta que un video suyo se hizo viral y causó un escándalo. Poco después, se le vio en las redes sociales cruzando la peligrosa selva del Darién rumbo a Estados Unidos, como lo han hecho miles de connacionales sitiados por la crisis.
Su travesía comenzó el 17 de abril de 2023, hace casi un año, y horas después ya se encontraba en el primer campamento de migrantes en Necoclí (Colombia). El joven, en conversación con El Diario de Nueva York, afirmó haber tardado “un día y medio” en recorrer la desafiante ruta, la cual puede llevar hasta 10 días para completarse. Atribuyó su rapidez a su capacidad mental y a los conocimientos que adquirió cuando estudió para ser policía.
“Mi capacidad mental, soy un chamo estudiado, graduado en una universidad. Como todos saben, soy Cicpc y las capacidades que desarrollé me sirvieron de experiencia porque en la selva se ven muchas cosas malas; ayudé también a mucha gente. Todo está el la mente, todo es psicología. La selva es para quien tenga fuerza mental. No es para todo el mundo porque mucha gente dura cinco o seis días. Todo depende del agua, la comida, como tú te sientas (física y anímicamente). Mucha gente se cansa y descansa, yo no hice eso. Yo solo dormí un día en la selva y fue porque era de noche”, contó.
Al día siguiente, a las 5:00 de la mañana, se levantó y continuó su camino, que emprendió solo, aunque en el recorrido conoció gente. Agregó que no le pagó dinero a los coyotes que supuestamente ayudan a los migrantes a cruzar el Darién ni a los policías que extorsionaban en los países por donde pasó.
“Uno piensa que te van a matar”
Guatemala y México, subrayó, son “puntos delicados” para los extranjeros. Sin embargo, afirmó que en todos los países que cruzó, como Nicaragua, Honduras y México, solicitó a las autoridades el permiso necesario continuar su paso de forma legal por la ruta hacia “el sueño americano”.
“Cuando llegué a Tapachula nos dijeron que teníamos que sacar un permiso, pero muchos no lo sacan porque se tarda dos días. Y la gente se desespera. Uno se desespera en la travesía porque uno piensa que te van a robar, en que te van a devolver, en que te van a matar, pero todo está en la mente. Uno tiene que analizar para después actuar”, expresó el joven expolicía, que cumplió los 23 años este 9 de abril.
En esos momentos de inquietud pensó en que era más seguro continuar con su permiso, por lo que hizo una cola de 12 horas, aguantando sol, hambre y cansancio, según narró. Luego de obtener el documento, agarró un taxi y se dirigió al terminal, donde compró un boleto y tomó un autobús hacia Ciudad de México porque tenía planificado ingresar a Estados Unidos por Matamoros.
“A mí no me pararon (los policías). Sí estaban las alcabalas, te preguntaban por el permiso, muchos no lo tenían y los bajaban. Yo plastifiqué el mío como si fuese una cédula (documento de identidad) para que no me lo rompieran ni nada. Yo mostraba mi permiso y no pasaba nada. Duré como 13 horas de carretera de Tapachula a Ciudad de México, allí me bañé y comí”, manifestó.
Allí, le dijeron que hiciera la solicitud por la aplicación CBP One y que esperara a que le asignaran una fecha, pero admitió que no podía esperar más porque estaba desesperado: no tenía dinero ni dónde quedarse: “Mucha gente decía que se tardaba mucho y yo pensé que si había pasado tantos países no podía quedarme estancado”.
“Para quedarme es caro, más dinero, yo me quedé sin nada; la verdad no tenía la capacidad económica, ¿y qué hice? Le pedí mucho a Dios. Llegué a Matamoros y me quedaban como 20 pesos mexicanos. (Por allí) vendían pastelitos venezolanos y me comí dos”, contó.
Llegó a Estados Unidos en 16 días, sin pagar a coyotes
Lubin González afirmó que su travesía completa para llegar a Estados Unidos fue de 16 días. “En ningún país dormí. Dormía en las vías; me bajaba de un bús y me subía a otro, caminaba. No dormía en ningún país, sino en la vía; yo digo que Dios me bendijo y me está bendiciendo. Ni yo me creí que llegué tan rápido”, agregó.
El migrante dijo que el 7 de mayo estaba cerca de cruzar hacia Estados Unidos y que los coyotes le estaban pidiendo 300.000 pesos mexicanos para ayudarlo a cruzar el río Bravo.
“No tenía dinero, así que yo mismo agarré una bolsa negra y tapé mi bolso, porque, como soy de pueblo (del estado Falcón), me la pasaba metido en represas y en ríos nadando. Muchos dicen que el río te lleva, que no puedes pasar, pero los que se encargan de pasar a la gente ahí (coyotes) te meten psicología. Eso es pura psicología barata. Metí el pie (en el río), por debajo jalaba la corriente, pero por arriba el agua estaba tranquila”, señaló.
“Comencé a nadar el río solo y llegué a Estados Unidos”, afirmó.
A ‘La Nevera’ después de un golpe de suerte
Relató que posteriormente funcionarios de Migración de Estados Unidos organizaron a los extranjeros en tres filas y les preguntaron su nacionalidad. Luego los llevaron a un refugio donde esperaron, según indicó, tranquilos y sentados. Aproximadamente tres horas después, los comenzaron a llamar uno por uno para tomarles fotos.
El joven aseguró que de los cuatro autobuses que llegaron, solo a uno le permitieron ingresar a Estados Unidos: él iba allí. Las otros tres unidades fueron enviadas de vuelta al puente de Matamoros.
Relató asimismo que las autoridades los trasladaron a una estación migratoria conocida como ‘La Nevera’ en San Antonio, Texas, donde permaneció durante aproximadamente un día y medio. Afirmó que lo trataron con amabilidad y que no tenía quejas al respecto, pero el ambiente era muy frío. Sin embargo, dijo que entendía que era algo inevitable.
En cuanto a la comida, los agentes les daban desayuno, almuerzo y cena, principalmente “burritos con manzano” y para dormir les entregaban “una cobija de aluminio” (manta térmica). También compartió que en el cuarto donde estaba había alrededor de 50 personas y todos dormían en el suelo en condición de hacinamiento.
Al salir de ese centro migratorio, fue a la ciudad de Houston, en Texas, donde aseguró haber conseguido estabilidad, aunque también admitió que el proceso implica altibajos.
“Llegué a donde una familia y de una vez metí mi asilo. Hice mi proceso migratorio con una empresa que ha llevado mi proceso. De verdad estoy agradecido con ellos porque han sido buenas personas conmigo, en todo lo que me han apoyado. Ya tengo mi Social Security, mi permiso de trabajo y mi TPS aprobado”, manifestó el joven venezolano.
“Vine a Estados Unidos a trabajar y superarme”
En la actualidad, Lubin González trabaja en una empresa en Tennessee, donde se encarga de ensamblar parachoques de automóviles.
“Todo está en la capacidad mental de cada quien. Cuando uno está centrado, quiere ahorrar, progresar y salir adelante, uno lo cumple. ¿Por qué? Porque hay muchos venezolanos que, no los critico, quieren es vestirse bien, estar bebiendo los fines de semana, gastando dinero, saliendo. Uno vino a Estados Unidos fue a trabajar, superarse, surgir y ayudar a la familia que está en Venezuela. De vez en cuando uno se toma una cervecita, pero no todo el tiempo”, expresó.
El exoficial de Investigaciones Científicas dijo que le ha ido bien en Tennessee, gracias a su trabajo y a sus ahorros, y destacó que allí los costos de vida son bajos y hay oportunidades laborales. Describió asimismo el estado como un lugar tranquilo, con pocos venezolanos, y donde no ha escuchado comentarios negativos sobre sus connacionales.
“Si tú quieres progresar, tienes que hacer las cosas bien. La estadía es barata, el arriendo es económico, el trabajo también se consigue. Es un estado para estar bien, no es un estado de lujo, pero es un estado donde uno puede progresar”, describió.
Los delincuentes “no nos representan”
En los últimos meses, diversos casos han surgido en los medios de comunicación, donde migrantes venezolanos se han visto involucrados en presuntos delitos en Estados Unidos. Sobre esto, Lubin González manifestó:
“No nos representan a los venezolanos que vinimos a trabajar. Si uno viene para acá, que no es el país de uno y que nos abrió las puertas para ser alguien en la vida, y hacemos las cosas bien, nos irá bien. A esas personas que hacen las cosas mal, yo les puedo pedir que hagan las cosas bien, que no estén haciendo lo malo. Y si lo siguen haciendo, por uno pagamos todos”.
“Recomiendo a mis paisanos en Venezuela o de otros países que estamos pasando un mal momento y que estamos haciendo las cosas bien darle las gracias a Dios por un día más en este país. Al que obra bien, le va bien. Haciendo las cosas bien. Aquí hay que ser organizados, porque aquí no es que uno se va a hacer millonario, pero uno organizado, para la comida, los que tienen sus deudas en Venezuela pagándolas poco a poco, ayudando a su familia, puede vivir bien. En este país sin $100 dólares en el país no eres nadie. En este país todo es dinero, aquí se paga hasta la forma de caminar“, manifestó.
¿Qué le pasó a Lubin González en Venezuela?
El migrante venezolano trabajaba para la policía científica de su país hasta que se viralizó un video en el que el exoficial aparece bailando reguetón en una oficina de ese cuerpo de seguridad. En declaraciones posteriores y ante el amplio alcance que tuvo la publicación, el joven aseguró que había sido víctima de una filtración por parte de una compañera, a quien él le había enviado el archivo.
Pese a que tuvo que dejar su cargo y salir del país, la difusión de las imágenes significaron también para Lubin González un punto de partida para crecer en redes sociales. En TikTok, donde publica con frecuencia contenido relacionado con su día a día en Estados Unidos, tiene más de 500.000 seguidores.
Lubin González, quien aseguró que es administrador de aduanas y oficial de Investigación Penal, aseguró que Venezuela ganaba $20 dólares al mes.
“Con lo que me gano en Estados Unidos le mando dinero a mi mamá. Sé que soluciona la semana, mejor comida y mejor vestimenta; le estoy pagando una escuela privada a mi hermano porque quiero que sea un profesional, que tenga una mejor educación, que no la tuve yo porque crecí en un pueblo”, concluyó.
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