
Era el final que todos intuían, el secreto a voces que llevaba meses flotando en el paddock y en los despachos de la federación. Ahora ya es oficial: Mohammed Ben Sulayem es el único candidato validado por la FIA para las elecciones presidenciales del próximo 12 de diciembre. Sin rivales, sin sorpresas y, salvo giro judicial de última hora, con vía libre para encadenar otros cuatro años al frente del organismo.
La publicación de la lista definitiva de aspirantes —una lista de un solo nombre— solo pone negro sobre blanco lo que el calendario político de la FIA venía narrando desde primavera. Primero se cayó Carlos Sainz padre, que tanteó seriamente presentarse. Después, Tim Mayer, quizá el adversario más estructurado, que llegó a calificar el proceso de “ilusión de democracia”. Y más tarde, las otras dos candidatas, Laura Villars y Virginie Philipott, que pese al empuje inicial no lograron completar los requisitos.

Porque competir era, este año, poco menos que escalar el Everest sin oxígeno: la normativa electoral revisada exigía que cada aspirante presentara una lista presidencial de once nombres, con siete vicepresidentes regionales solo seleccionables de un grupo de personas previamente aprobadas por la propia FIA. Y ahí estaba la clave: la casilla de Sudamérica ofrecía un único nombre disponible… Fabiana Ecclestone, actual vicepresidenta y firme aliada de Ben Sulayem. Lo mismo ocurría, en menor medida, en otras regiones. Armar una candidatura alternativa era prácticamente imposible.
Del runrún a la realidad
A mitad de año todavía había quien se preguntaba si el emiradí lograría mantenerse. El ruido político creció, Mayer denunció el sistema internamente y Villars llevó el caso a los tribunales franceses. Pero, mientras las semanas pasaban, una certeza se abría paso: si alguien llegaba vivo al cierre de candidaturas, ese sería Ben Sulayem.
Y así ha sido. El documento oficial publicado por la FIA confirma que ninguno de sus potenciales rivales consiguió cumplir los requisitos, un detalle que, aunque esperado, reaviva el debate sobre si el proceso permite una competencia real o, por el contrario, blinda al presidente en ejercicio.
El último frente: la vía judicial
La única sombra que planea sobre su reelección llega desde París. Laura Villars ganó esta semana una primera audiencia, lo que significa que sus argumentos —que la normativa vulnera los estatutos internos— serán evaluados por un juez.
La sentencia está fijada para el 3 de diciembre, nueve días antes de que las urnas se abran en la Asamblea General de Tashkent.
El escenario extremo sería que el juez optara por suspender la votación, algo que ni la FIA contempla públicamente ni parece, a estas alturas, lo más probable. Pero el frente existe, y añade una dosis final de tensión a unas elecciones que, deportivamente, tienen ya ganador anunciado.
Un mandato que apunta a continuar
Mientras tanto, la FIA sostiene que el proceso ha sido transparente, democrático y conforme a los plazos y normas vigentes. Voces internas, como la de Manuel Aviñó, vicepresidente deportivo del organismo, ya habían anticipado que Ben Sulayem era el único con opciones reales de cumplir todos los requisitos.
Con el camino despejado y el resto de aspirantes fuera de juego, el presidente afronta la recta final prácticamente sin oposición. Si no hay terremoto judicial, Mohammed Ben Sulayem será reelegido el próximo 12 de diciembre.
Un final cantado en una carrera donde, al final, solo quedó un piloto en pista.
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