La exguerrilla FMLN sobrevive, condenada a intrascendencia

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Casi tres décadas pasaron desde la primera incursión electoral del Frente Farabundo Martí para la Liberación (FMLN) en El Salvador, pero la exguerrilla se enfrenta nuevamente a sus horas más oscuras tras quedarse sin representación en el Congreso después de la rotunda mayoría de la formación de Nayib Bukele. La izquierda salvadoreña queda así huérfana después de ver amenazada su propia supervivencia.

El FMLN, fundado como guerrilla a inicios de la década de los años 80 por cinco organizaciones insurgentes, participó por primera vez en elecciones en 1994, tras convertirse en un partido político con la firma de los Acuerdos de Paz de 1992.

La exguerrilla se convirtió en la principal fuerza de la izquierda, llegó al poder al ganar dos veces el Gobierno, pero los escándalos de corrupción de sus presidentes han lastrado sus últimas participaciones.

Sin embargo, analistas consultados por EFE apuntan a que las reformas electorales de última hora promovidas por el Gobierno de Nayib Bukele desembocaron en su marginación del órgano Legislativo.

Del poder a la intrascendencia  

En 1994, el FMLN perdió los comicios presidenciales, pero ese mismo año se consolidó como la segunda fuerza política del país tras obtener 21 de 84 escaños en el Congreso. En los siguientes comicios se mantendría entre 20 y 30 legisladores.

A pesar de perder nuevamente los comicios presidenciales de 1999 y de 2004, el FMLN se posicionó a partir de las elecciones legislativas de 2000 como el principal partido del Congreso, lo que duró hasta 2006.

En 2009, ganó por primera vez las elecciones presidenciales de la mano del periodista Mauricio Funes, quien fue el primer candidato en no pertenecer a las estructuras históricas del partido.

En 2014, Salvador Sánchez Cerén se convirtió en el primer excomandante guerrillero en ser presidente en El Salvador, pero tras este cenit electoral, el FMLN entró en una debacle que parece no tener fin.

Funes y Sánchez Cerén fueron nacionalizados en Nicaragua, país que no permite la extradición de sus ciudadanos, mientras son acusados y juzgados en El Salvador por cargos de corrupción.

Pero el pistoletazo de salida del calvario del partido de izquierda se dio en 2017, cuando decidió expulsar de sus filas a Nayib Bukele, a quien había llevado como alcalde del pequeño poblado de Nuevo Cuscatlán y después de la capital San Salvador, que se consideraba el paso previo a aspirar a la Presidencia.

Bukele hizo de los casos de corrupción atribuidos a los Gobiernos del FMLN y de la derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena) su principal bandera de campaña para ganar en 2019.

La irrupción de Bukele dejó al FMLN como tercera fuerza y las votaciones legislativas de 2021 lo dejaron con el 7 % de los votos y 4 diputados, quitándole cualquier peso en la toma de decisiones.

En las elecciones del pasado 4 de febrero, el FMLN quedó segundo en votos en la contienda presidencial pero no alcanzó ningún diputado, a pesar de que mejoró sus números respecto a 2021 y a tener más votos que otros partidos que sí lograron escaños.

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De acuerdo con Eduardo Escobar, el partido oficial Nuevas Ideas (NI) “movió sus piezas en el tablero electoral” con la reducción de escaños, pasó de 84 a 60, y cambió la formula para su asignación.

“Eso terminó incidiendo en el resultado, más que las irregularidades que se han detectado”, dijo a EFE y señaló que la evidencia de eso es que el FMLN se quedó sin diputados, mientras que “con la fórmula anterior hubiera obtenido 3-4 diputados”.

Según los resultados oficiales, NI ganó 54 diputados y sus aliados sumaron 3, mientras que la oposición se quedó con 3.

Con el 70 % de los votos, NI sumó el 90 % de los diputados, mientras que la oposición, con casi el 18 % de los votos, se quedó con el 5 % de los escaños, de acuerdo con cálculos de analistas.

Escobar indicó que tras estas elecciones no existen indicadores que muestren que el Congreso cambiará su forma “vertical de toma de decisiones donde el presidente (Bukele) ordena y la Asamblea responde”.

Celia Medrano, defensora de derechos humanos y candidata a la Vicepresidencia por el partido Nuestro Tiempo (NT), apuntó que las referidas reformas fueron “parte del intento de garantizar un partido único, sin oposición política en la Asamblea Legislativa”. 

“Nunca se sabrá realmente, a partir de datos confiables, cuántas representaciones partidarias correspondían a cada partido político contendiente en las elecciones”, dado que Tribunal Supremo Electoral (TSE) “no garantizó a los votantes un proceso transparente, sus magistrados están sometidos al partido oficial”, dijo Medrano.

Recientemente, el candidato presidencial del FMLN, Manuel Flores, dijo a la prensa que lo que su partido necesita es “un camino de recuperación, de reestructuración y la gente nos va acompañar”.

“Puede parecer una derrota, pero para mí es la más grande victoria moral en la historia del FMLN”, señaló el exdiputado.

No es la primera vez que dirigentes del FMLN se comprometen con una restructuración tras una caída electoral.

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