El pastor Javier Peralta hizo pública una impactante confesión: mantuvo una doble vida entre 2011 y 2019 mientras ejercía activamente su ministerio. Según su testimonio, durante aproximadamente ocho años coexistieron su predicación pública y comportamientos privados que contradecían directamente los principios que enseñaba.
Peralta detalló que, tras ministrar en iglesias, campañas y barrios, se involucraba en vida nocturna, consumo de alcohol y relaciones extramatrimoniales. El pastor atribuyó esta duplicidad a la presión institucional, la idealización del liderazgo espiritual y la falta de acompañamiento en ciertos entornos ministeriales.

Su trayectoria religiosa comenzó en 2002 como cristiano activo y predicador itinerante, recorriendo diversas zonas del país. A los 24 años contrajo su primer matrimonio, etapa que describió como el inicio de conflictos emocionales profundos y episodios reiterados de infidelidad.
Entre 2011 y 2015, Peralta reconoció asumir conscientemente su doble vida, frecuentando discotecas, colmadones y espacios nocturnos en sectores como Villamella, Malecón y Gualey. “La caminé más siendo cristiano que cuando era impío”, declaró sobre esta etapa.
Durante ese período pastoreaba dos iglesias —en el kilómetro siete y medio y en La Romana— acompañado por jóvenes predicadores que compartían su consumo de alcohol. Admitió no practicar ayuno ni oración, aunque públicamente afirmaba hacerlo para mantener una imagen de santidad socialmente aceptada.
Posteriormente contrajo matrimonio con Lisette en San Pedro de Macorís, pero persistieron las infidelidades y el consumo de alcohol. Relató episodios de regresar sin recursos económicos tras beber durante trayectos de predicación, mientras su esposa recibía llamadas con relatos que causaron afectación emocional.
Lisette falleció posteriormente, etapa que Peralta describe como marcada por deterioro progresivo, aislamiento emocional y una espiritualidad utilizada como cobertura externa.
El punto de quiebre ocurrió tras un viaje a México, experiencia que describió como determinante para iniciar cambios. Consideró emigrar y casarse fuera del ámbito cristiano, pero enfrentó confrontaciones que incluyeron la advertencia “ya basta”.
El 21 de enero de 2019 conoció a Isma, su actual esposa, momento que identifica como decisivo para romper conscientemente con su vida anterior. Desde entonces describe un proceso basado en transparencia, abandono de secretos y reconexión con prácticas espirituales.
Tras siete meses de noviazgo se casó, bloqueó contactos asociados a su pasado y afirma enfrentar tentaciones asumiendo responsabilidad personal. Peralta sostiene que su pasado no lo define, pero configura su enfoque pastoral actual centrado en empatía y transparencia.
**REDACCIÓN FV MEDIOS**



