Cada diciembre, miles de dominicanos hacen maletas cargadas de nostalgia, sacrificio y amor. No vienen solo de vacaciones: vienen a reencontrarse con su país, con su gente, con la vida que dejaron atrás para buscar oportunidades. La diáspora dominicana es parte esencial del tejido económico y social de la República Dominicana.
La decisión de elevar la gracia navideña a 5,500 dólares y el incremento del periodo de aplicación —de 38 a 45 días— demuestra sensibilidad con la realidad migratoria. No todos pueden viajar en las mismas fechas; muchos dependen de turnos, permisos laborales o precios de temporada. Esta flexibilidad habla de inclusión y de respeto.
La medida también protege el equilibrio comercial: no se permite mercancía en cantidades comerciales, y se limita a una unidad por tipo en el caso de electrodomésticos. Pero aun dentro de esos parámetros, permite que las familias dominicanas reciban regalos valiosos, útiles y necesarios, sin que el bolsillo sea una barrera para mantener viva la tradición navideña del reencuentro. Esto no es solo un gesto económico, sino un reconocimiento del aporte vital de estos dominicanos. Es un agradecimiento a quienes, desde el exterior, sostienen con sus remesas a familias, impulsan la economía y mantienen viva la conexión con su patria.
Además, esta medida se alinea con la visión del gobierno de gratificar a los dominicanos residentes en el exterior por su arraigo y sus aportes. La diáspora no es solo una fuente de ingresos: es una parte del corazón dominicano latiendo en todas partes del mundo.
En definitiva, este editorial celebra no solo la medida, sino el espíritu de unión que representa. La Navidad es más que regalos: es el reencuentro de un pueblo con sus raíces, y este gesto es un recordatorio de que, sin importar la distancia, la República Dominicana siempre abraza a los suyos.
**REDACCIÓN FV MEDIOS**