La bailarina y coreógrafa estadounidense Martha Graham sostenía que la danza es “el lenguaje oculto del alma”, una frase que ha quedado para la posteridad al definir un complejo fenómeno artístico presente en todas las sociedades del mundo.
Este lenguaje es tan particular que no solo sirve como medio de expresión, sino que conecta a millones de personas a través de los años. Con el Día Internacional de la Danza próximo, nos preguntamos: ¿qué pasiones se mantienen a pesar de las barreras de la edad o qué tanto cambia el pensamiento de los bailarines a lo largo del tiempo? Para obtener respuestas, Diario Libre conversó con tres profesionales de la danza sobre sus experiencias.
En este diálogo participaron la maestra y coreógrafa de danza popular y folclórica, Josefina Miniño; la bailarina de ballet, Cora Collado; y el bailarín de hip hop, Robert Medal Soriano.
Francia Josefina Miniño de Molina, mejor conocida como Josefina Miniño, es un icono de la danza en República Dominicana por ser considerada una de las primeras bailarinas profesionales del país.
En su larga cartera de logros resalta su facultad como pionera en diferentes ramas de la puesta escénica. Fue la primera bailarina y directora de la Escuela de Danza Popular de La Voz Dominicana (primera empresa televisora del país), primera en presentar un espectáculo folclórico en el Madison Square Garden y primera en llevar el Ballet Folklórico Nacional a Japón.
Por su parte, Cora Collado es una bailarina de ballet de 30 años que pertenece al Ballet Nacional Dominicano. Sus estudios artísticos iniciaron en 1999, posee una licenciatura en la Universidad Rey Juan Carlos en Coreografía e Interpretación de la Danza Clásica y una maestría en Artes Escénicas, del Espectáculo y Gestión.
Robert Medal Rosario es un joven de 21 años que se desempeña como bailarín urbano y de danza contemporánea. Este joven baila desde los nueve años, pero su formación formal inició en 2017.
Presentamos un extracto con las respuestas de estos destacados artistas sobre temas relacionados con la danza.
—¿Qué es la danza para ti?
Josefina: La danza es mi mundo.
Cora: Ha sido la herramienta artística que me ha hecho sentirme libre y conocedora de mí misma.
Robert: Para mí la danza es mi vida.
—¿Por qué decidiste dedicarte o estudiar danza?
J.M.: Yo creo que en mí es casi congénito, porque me dice mi madre que, desde muy temprano, desde muy niña, me encontraba en la esquinita de la casa moviéndome y bailando, pero realmente yo digo que eso nació conmigo.
C.C.: En principio no era algo tan serio, pero a medida que fui adentrándome en el mundo de la danza, dado que es un arte tan completo, fue ya imposible para mí salir.
R.M.: Decidí bailar porque encontré ese lugar en el cual yo me podía desenvolver y me di cuenta a temprana edad que era lo único que sabía hacer.
—¿Qué es lo que más te llena de la danza?
J.M.: Me apasiona la coreografía. Eso es para mí parte de la vida; la coreografía invade mi alma, es creativa… A cada momento yo veo algo y ahí mismo ya estoy creando.
C.C.: La libertad de conocimiento que me proporciona.
R.M.: Lo que más me llena es verme en el escenario. Por el largo proceso de ensayos que uno lleva y el agotamiento, la plenitud se siente cuando estás en el escenario, haciendo lo que te gusta.
—¿Qué es lo más difícil de ser bailarín?
J.M.: Después de que tienes toda esa pasión y ese amor, nada es difícil.
C.C.: Lo más complejo de ser bailarín o bailarina es que es un camino lleno de dificultades, hay mucha presión; la danza, y más la danza clásica, es una de las disciplinas que más oprimen y más demandan de uno como entidad, como individuo, como ser humano a nivel físico y psicológico.
R.M.: Lo más difícil de esta profesión es darte a conocer.
—¿Por qué crees que la danza es importante?
J.M.: Primero, porque es muy saludable para el cuerpo, contribuye con tu musculatura, pero también te ayuda a expresarte mejor. La danza es un molde de vida que le hace mucho bien a un ser humano.
C.C.: Creo que la danza es importante porque es uno de los lenguajes de comunicación más antiguos, es una de las formas de movimiento orgánicas más antiguas; a través de la danza podemos conocer la cultura que identifica a un país, podemos entender a la persona a través del movimiento y como arte es primordial para la cultura.
R.M.: Yo creo que es importante porque en este país se está perdiendo mucho la cultura.
—¿Está la danza lo suficientemente valorada ?
J.M.: Bueno, valorarla, yo creo que sí, últimamente hay un público diferente que se acerca mucho más y hay gente casi cautiva en algunos espectáculos de teatro y de danza, pero se necesita más, yo quiero más…
C.C.: Para nada, creo que quizá, con el tiempo, la danza puede llegar a ser tratada y valorada como lo que es y como se merece.
R.M.: Actualmente se ha mejorado, se ha valorado más que antes, pero también se está perdiendo. no se valora como debería.
Los profesionales de la danza se enfrentan a complejos desafíos que atienden a distintos aspectos de la vida. Al conversar con estos artistas se identificaron una serie de retos que persisten en el gremio. La falta de incursión de bailarines masculinos es un problema que afecta las aulas, ya que, por diversas razones, los hombres se abstienen más de participar en esta actividad artística.
En otro orden, hay carencias en cuanto a la salud física y emocional de los bailarines; tomando como referencia las compañías nacionales, estas instituciones no poseen personal de salud para asistir a estos profesionales en su área de trabajo.
Mejorar las condiciones de trabajo forma también parte del reclamo generalizado que ha hecho este sector a lo largo de los años.
Recientemente se alcanzaron ciertas conquistas en el ámbito público tras el movimiento de protesta “No más por amor al arte” en 2019, pero todavía su contraparte privada no cuenta con las mismas garantías laborales.La formalización de la danza dentro del sistema académico es otra de las necesidades del gremio, sin embargo, esta lucha no ha tenido respuesta favorable de las autoridades.