Monza y Bakú eran dos etapas clave para Red Bull Racing, citas marcadas en rojo en el calendario por su capacidad para potenciar las características del RB21 y menos propicias en cambio para el McLaren MCL39. En ambas ocasiones, el equipo de Milton Keynes supo dar en el clavo, aprovechando al máximo las cualidades del monoplaza y adoptando, cuando fue necesario, decisiones estratégicas incluso al límite.
Al igual que en Monza, Max Verstappen también impuso su dominio en el GP de Azerbaiyán, mostrando su autoridad desde el mismo sábado. No fue tanto una cuestión de velocidad pura, porque tenía en sus manos un paquete objetivamente muy competitivo, sino más bien de la capacidad de traducir fríamente el potencial del RB21 en resultados, logrando la pole en una jornada marcada por los errores de los demás.

Pero es la fuerza de Verstappen la que se refleja en Red Bull. En un calendario de 24 carreras, la perfección es una utopía. Incluso el tetracampeón del mundo ha cometido algunos errores durante la temporada, a veces dictados por el contexto, pero lo fundamental es la confianza que infunde en el equipo y que el equipo le demuestra, sabiendo que pueden contar con un piloto capaz de marcar la diferencia.
Max Verstappen, Red Bull Racing
Foto de: Andy Hone/ LAT Images vía Getty Images
Eso se vio claramente en algunas de las decisiones tomadas por el equipo con sede en Milton Keynes durante la temporada. El alerón más descargado que llevaron a Silverstone, la única arma para aspirar a la pole, fue un claro ejemplo. Pero no es el único: incluso en los dos últimos grandes premios ha habido situaciones que delatan la confianza del equipo en las indicaciones de Verstappen.
Algo que se puede dar por hecho, pero no es una sensación que se tenga en todos los equipos. En Monza fue el propio Verstappen el que presionó para descargar más el alerón trasero justo antes de la clasificación, optando por un alerón DRS con un corte limpio y agresivo sobre el que se tenían muy pocos datos. Una elección extrema, destinada a arrebatar la pole y mantener el desafío abierto a los McLaren F1.
Un cambio de última hora, muy deseado por Verstappen, pese a la perplejidad de algunos ingenieros, entre ellos el director técnico Pierre Waché, hasta el punto de que la modificación sólo se aplicó en el monoplaza del holandés. Fue una elección que dio sus frutos en clasificación, donde la pole se logró gracias en parte a ese margen extra ganado en las rectas.
Max Verstappen, Red Bull Racing
Foto de: Clive Rose / Getty Images
Por supuesto, al final el dominio en carrera fue mucho más pronunciado de lo esperado, pero esa elección debe leerse a la luz de la incertidumbre que el equipo tenía antes de la clasificación, confiando en las indicaciones de Verstappen y en su capacidad para llevar el coche al límite. La verdadera magia vino en el ritmo mantenido en las curvas, un aspecto que el director del equipo Laurent Mekies y el asesor Helmut Marko destacaron al final del gran premio, explicando la lógica detrás de las decisiones tomadas.
Algo parecido ocurrió en Bakú, aunque de forma diferente: no se trataba de puesta a punto, sino de estrategia. Mekies explicó cómo Verstappen fue el impulsor de la elección táctica, presionando para salir con neumáticos duros. Una opción que maduró tras la lección aprendida en Monza.
“Nos fijamos en la clasificación del sábado, con seis o siete banderas rojas. Obviamente, aquí hay una larga historia de muchos Safety Cars. Max tenía una idea muy clara: sería una carrera en la que conducirías mientras esperas al Safety Car. Intentas esperar lo máximo posible hasta que llega, porque si no alguien hará una parada en boxes libre y no serás tú”, explicó Mekies tras la carrera.
Max Verstappen, Red Bull Racing, Liam Lawson, Racing Bulls Team, Carlos Sainz, Williams
Foto de: Steven Tee / LAT Images vía Getty Images
En teoría, uno habría esperado que Verstappen comenzara con medios. En cambio, fue Max quien presionó por la opción más difícil, y por más de una razón. La distancia entre la parrilla y la primera curva es de las más cortas del mundial: el agarre extra de un compuesto más blando puede ayudar, pero no es tan decisivo como en otros lugares. Además, el duro elegido para Bakú era un C4, relativamente blando en la gama Pirelli, lo que redujo los tiempos de calentamiento.
Asumiendo una ventaja de ritmo sobre el Williams de la segunda posición y la posibilidad de recuperar las posiciones perdidas en la salida, Verstappen presionó por un neumático que le diera más versatilidad estratégica, aprovechando su experiencia de Monza. En aquella ocasión, los McLaren habían alargado su stint con la esperanza de que una bandera roja o el Safety Car les devolviera al juego.
Esperando que el Safety Car entrara en Bakú en una fase avanzada de la carrera, Max optó por una táctica menos convencional, diseñada para cubrir una gama más amplia de escenarios. “En cierto modo, Monza fue un poco así, donde todo el mundo trató de estirar y tuvimos que parar porque estábamos al límite con los neumáticos. En ese momento nos vimos expuestos a un Safety Car durante algunas vueltas. Max quería evitar un escenario similar aquí en Bakú y empujó fuerte para eso [montar el duro].”
Max Verstappen, Red Bull Racing
Evidentemente, algunos factores hicieron que esta estrategia fuera más fácil que en otros circuitos, como la corta distancia hasta el primer punto de frenada y el hecho de que los rivales más peligrosos en cuanto a ritmo ya estaban muy atrás en la parrilla. Sin embargo, no fue una elección sin riesgo, porque un Safety Car en las primeras 10-15 vueltas podría haber complicado la situación.
“No fue una elección sin riesgo: te expone en otras fases de la carrera. Si llega un Safety Car en la vuelta 10, no lo disfrutas si has salido con neumáticos duros”, explicó. En un escenario de carrera a una sola parada, habría habido dos opciones: parar para montar un juego de medios y completar unas cuarenta vueltas, una solución factible, pero no exenta de dificultades como han demostrado otras, o continuar con los duros y luego montar unos medios, aunque el riesgo real habría sido acabar en un tren de DRS.
La opción impulsada por Verstappen dio sus frutos al final, pese a no jugar un papel decisivo en la victoria. Pero más que ese aspecto, es una demostración de la confianza del equipo en Verstappen y en su valor añadido, como sugiere el propio equipo. Puede parecer un elemento casi trivial, pero no es lo que se siente en todos los equipos. Dos victorias que probablemente no relancen a Max en términos de título, pero que pueden verle en el papel de árbitro del desafío mundial entre los dos McLaren.


