Cuando los focos del estudio de ABC News se apagaron, nadie en Estados Unidos dudaba de que el primer (y posiblemente único) debate presidencial lo había ganada Kamala Harris. El consenso en torno a esta victoria ha sido abrumador y hasta los medios más beligerantes con los demócratas han admitido la derrota de Donald Trump, como es el caso de Fox News. Sí han matizado, como también denunció minutos después el republicano, que Harris había recibido la ayuda de los presentadores, en referencia a las verificaciones hechas en directo a los constantes bulos del magnate. Lo cierto es que el debate ha mostrado a un Trump serio y a la defensiva, que ha insistido en la inmigración irregular como punta de lanza de su discurso. Enfrente ha tenido a la Kamala Harris más presidenciable, que ha evitado entrar al trapo y ha respondido a las acusaciones con muecas y suspiros; focalizándose en presentar medidas frente a quienes le acusan de no tener un plan.
El cara a cara comenzó con un frío saludo. “Diviértase”, le dijo Trump en uno de los escasos contactos visuales entre ambos candidatos. El expresidente realizó todo el debate mirando a los presentadores y en hora y media dedicó contadas miradas de reojo a su contrincante. La inexperiencia de Harris en este formato se pudo apreciar en los primeros minutos. Durante su presentación la candidata demócrata se mostró incómoda en el atril, moviéndose constantemente y pausando su discurso en varias ocasiones. Trump utilizó esto para mostrar sus cartas desde el principio y acusó al Ejecutivo de Biden de permitir la entrada masiva de inmigrantes que “están quitando el trabajo” y que calificó de “terroristas y criminales”.
Desde ese momento el debate se convirtió en un tira y afloja en el que Harris forzó en varias ocasiones las salidas de guion de Trump. Los ataques personales no faltaron y cualquier pregunta era un buen momento. El expresidente acusó a Harris de ser “una marxista” que había sido adoctrinada por su padre y la número dos del Gobierno estadounidense dijo que líderes militares le habían asegurado que Trump era “una desgracia”, que quería convertirse en un “dictador” y que en sus mítines la gente se iba porque se aburría.
Durante el debate el republicano forzó en numerosas ocasiones que se hablara sobre la gestión de la inmigración, consciente de que es uno de los temas que más daño puede hacerle a Harris, ya que fue la encargada de hablar con los países centroamericanos y ha sido fuertemente criticada por ello en los últimos años. Pese a ello, Harris no quiso responder y se limitó a ofrecer su apoyo a un proyecto de ley que busca convertir en permanentes las restricciones al asilo. Algo que hace meses aplicó el Gobierno de Biden.
El aborto también generó un tenso enfrentamiento y Harris utilizó esos minutos para anunciar una de las medidas que más apoyo le genera entre los votantes, ya que durante la legislatura ha sido la abanderada por parte del Gobierno en la defensa del aborto. La candidata ha prometido llevar al Congreso la protección el aborto con una ley federal frente a la sentencia del Tribunal Supremo que dio el poder a los estados para decidir. Por su parte, Trump asumió la decisión de los magistrados como una victoria personal, ya que durante su mandato consiguió nombrar a tres jueces que fueron los que dieron la mayoría conservadora que llevó a la sentencia.
Fue sobre el aborto cuando se produjo uno de los tantos bulos lanzados por el magnate durante el debate, cuando denunció que los demócratas se habían abierto a que se mate a un niño una vez nacido, algo que la presentadora le espetó que no se podía hacer en ninguna parte del país. El republicano también lanzó un bulo relacionado con las personas inmigrantes, a las que acusó de comerse perros y gatos en las ciudades en las que se asientan. “Muchas ciudades no quieren hablar de ello porque les da vergüenza. En Springfield se están comiendo a los perros, se están comiendo a los gatos, se están comiendo a las mascotas de la gente que vive allí y esto es lo que está pasando en nuestro país y es una vergüenza”. Ante esta declaración los presentadores le aseguraron que las autoridades de este lugar lo habían desmentido y el expresidente se limitó al responder que “lo había visto en la tele“.
En los compases finales del cara a cara Trump insistió en una de las acusaciones que han utilizado desde la campaña republicana en las últimas semanas para atacar a Harris: “No tiene un plan para el país”. Fue aquí donde se produjo uno de los momentos decisivos del debate, cuando la vicepresidenta afirmó que si ganaba las elecciones daría 50.000 dólares en reducción de impuestos para empresas, 6.000 dólares para familias jóvenes que tengan hijos y 25.000 dólares para personas que compren su primera vivienda. “Esta es la conversación que tenemos que tener en vez de disminuir y humillar a las personas”, le espetó tras reconocer que “sí que tiene un plan”.
En el apartado internacional, la guerra en Ucrania y la ofensiva israelí en Gaza centraron el debate. El republicano acusó a Harris de “odiar a Israel” y afirmó que si gana Harris el país “desaparecerá en dos años”, algo que la demócrata ha negado por completo y aseguró que el Estado hebreo tiene derecho a defenderse, pero que la forma en la que lo haga importa, al tiempo que pidió un alto el fuego y señaló la solución de los dos Estados como la mejor manera de acabar con el conflicto. Sobre la guerra en Ucrania Trump aseguró que con él en el poder “Putin no la habría empezado”. “Si soy elegido lo arreglaré (la situación en Oriente Medio y la guerra entre Ucrania y Rusia) antes de ser investido“, ha prometido.
Los primeros sondeos tras el debate han sido arrolladores en favor de Harris. Una encuesta rápida realizada por CNN entre estadounidenses registrados para votar que vieron el debate presidencial da a la demócrata un 63% frente al 37% que cree que Trump ganó. Aunque la muestra de este tipo de encuestas no son representativas de las opiniones del público votante en general, como reconoce la propia cadena de televisión, si que ofrece un cambio con respecto a la misma encuesta hecha por CNN antes del debate, que estaba igualada.