A principios de marzo, la mayoría de los jugadores del equipo de baloncesto de Dartmouth, una prestigiosa universidad de Estados Unidos y miembro de la Ivy League de la NCAA, votaron a favor de unirse a un sindicato para proteger sus derechos como trabajadores, según un informe de la Junta Nacional de Relaciones Laborales de Estados Unidos.
Los jugadores de Dartmouth solicitaron que la universidad los reconozca como trabajadores, solicitando un salario y condiciones laborales adecuadas, especialmente teniendo en cuenta que la NCAA, que regula el deporte universitario en Estados Unidos, tuvo ingresos de $1,300 millones de dólares en el último año, según recogió EFE.
Laura Sacks, directora regional de la NCAA, afirmó que los jugadores son trabajadores y tienen derecho a estar representados por un sindicato. Los deportistas buscan que la universidad les pague un salario por su trabajo como jugadores de baloncesto y les proporcione beneficios como seguro médico como parte de su relación laboral.
Existe un creciente malestar entre los deportistas universitarios, que consideran que, a pesar de ser la parte esencial de este negocio con su talento, apenas se benefician económicamente de él. Los jóvenes talentos pueden firmar contratos de patrocinio por su nombre, imagen y semejanza gracias a los contratos NIL (Name, Image and Likeness).
Sin embargo, la universidad de Dartmouth argumenta que sus deportistas no deben ser considerados trabajadores, sino estudiantes, y está preparada para tomar medidas legales al respecto.
“Seguimos negociando con buena fe con varios sindicatos que representan a los trabajadores de Dartmouth, pero nuestra responsabilidad para las futuras generaciones de estudiantes requiere que exploremos todas nuestras opciones legales para luchar contra el error legal de la director regional”, aseguró la universidad en una nota recientemente recogida por los medios estadounidenses.
El negocio de los deportes universitarios en Estados Unidos generó ingresos de $1,300 millones de dólares en el año fiscal 2023, una cifra en aumento respecto a los alrededor de $1,100 millones de dólares en 2021 y 2022.
Hasta junio de 2021, los principales protagonistas de este negocio, los deportistas, quedaban prácticamente excluidos, ya que al ser considerados estudiantes aficionados, no podían beneficiarse económicamente de su talento. Todo esto cambió cuando la Corte Suprema de Estados Unidos determinó que, aunque no reciban un salario, los deportistas universitarios tienen derecho a beneficiarse de la venta de sus derechos de imagen.
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