José Guillermo Sued se levanta de la caída, habla de sus grandes batallas y sigue luchando cada día

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Comenzaba el año con todo su esplendor, y José Guillermo Sued tenía grandes motivos para festejar el recién iniciado 2023. El año le dibujaba nuevos proyectos en el horizonte. Sued tenía buena salud, había librado grandes batallas y hacía lo que le gustaba como locutor veterano. Era reconocido como figura destacada de la comunicación dominicana. Había sido funcionario exitoso. Además, estaba rodeado de una familia maravillosa.

Pero lo que nunca pensó es que ese 3 de enero le cambiaría por completo la vida, y que una dramática caída le dejaría un testimonio poderoso que ahora, pasado el tiempo, puede compartir con plena satisfacción. La caída fue repentina y tan siniestra que por poco le cuesta la vida. En su residencia de Jarabacoa, todavía celebrando los primeros días del año, se enredó con sus propios pies, se vino abajo y por el suelo rodó.

No tardó en descubrir la gravedad del traspiés. Trató de incorporarse, pero vanos resultaron sus esfuerzos. Lo intentó, mas falló una y otra vez. Se dio cuenta de que tenía una lesión comprometedora. Quedó tetrapléjico, paralítico: sus facultades físicas estaban arruinadas. No podía mover manos, pies, ni torso.

De inmediato, arrancaron los aprestos médicos y el proceso de recuperación. El paciente cayó en manos experimentadas, en el Instituto Guttmann de Barcelona, España. Al principio fue durísimo. Allí estaba embutido en una camilla, sin poder incorporarse, y con una herida importante. Tuvo recaídas: se lastimó más de una vez. Le curaron la herida. Fue lo primero que hicieron.

A fin de cuentas valió la pena: las terapias dieron buenos resultados. Empezó a dar pasitos, lentamente… Cada paso era un trofeo para su salud. Ha sido una gran experiencia para él, que había tenido que batallar con un cáncer de seno, unos años antes.

En su programa N Investigación Periodística, la destacada periodista Nuria Piera sostuvo una interesante conversación con este veterano de la comunicación… Son dos grandes amigos. El diálogo transcurre en un reencuentro de camaradería, y José Guillermo expone su fuerza de voluntad.

N: Hola.

JG: ¿Qué tal? ¿Cómo estás?

N: Bueno, yo. Muy contenta de verte.

JG: Y yo feliz de este reencuentro.

N: Claro que sí. Yo quiero una entrevista porque sé que tienes muchas cosas que transmitir. Sobre todo, quiero transmitir la fuerza de voluntad que tienes. Has tenido muchas situaciones en la vida y has logrado vencer. Como vas a lograr vencer. Cuéntame cómo un mal paso puede cambiar la vida.

JG: Mira, yo vengo librando batallas prácticamente desde que nací, pero las más fuertes 2008, 2009. Yo tuve un cáncer de tal seno. Tuve que lidiar con esto. Cirugías en República Dominicana, tratamiento en Nueva York y años después, 11, 12 años después, en 2023. Es un mal paso, como tú has dicho, un resbalón. Caí al vacío, a metro y medio de altura. Pensé que era una caída simple. Al querer incorporarme, me di cuenta que mis piernas.

N: No se movían. Situación. Una impotencia enorme.

JG: Difícil. Muy difícil. Fue comenzando el año 2023. 3 de enero. Habíamos celebrado la llegada del nuevo año y lejos tenía yo que lo que me había sucedido era una compresión de la médula. Tras la caída quisieron moverme. El encargado de la propiedad. Y yo en ningún momento perdí el conocimiento y le dije: ‘No me pongas en la mano’.

N: Había dolor en el momento o no, nada, nada. Sólo tu mente lúcida de que no puedo moverme.

JG: Y que no me pusieron a mano porque tratando de rescatarme podían hacerme daño. Pero yo sabía que algo grave había pasado.

N: ¿Cuánto tiempo pasaste así? Porque tú estabas en Jarabacoa, o sea…

JG: Gracias a Dios, Giancarlo y Pamela estaban en Constanza. Cuando Kutxi se comunica con ellos. Ellos bajaron. Me dicen que muy rápido. Pidieron una ambulancia, me llevaron a un centro de primeros auxilios en Jarabacoa. De ahí me trasladaron a la Unión Médica en Santiago y estaba dentro del plazo para este tipo de accidentes que una cirugía pueda tener éxito.

Yo no tuve fractura de médula. Gracias a Dios lo que tenía era una tetraplejía incompleta. Esto dio la oportunidad que los médicos de Unión Médica, los especialistas, ya estaban esperando una llamada mía, que es también médico. Había hecho ya todo el convenio con los médicos de recibirme y demás, y no creo que pasaran cuatro o cinco horas.

Y entonces me recibieron y procedieron a la cirugía. Una cirugía de algo más de seis horas y exitosa. ¿Exitosa?

N: ¿Qué tenían que hacerte? Porque no sé lo que está en la médula. ¿Y qué significa eso? Bueno, estaba chamuscada.

JG: Exacto. Exacto. Comprimida. ¿Y entonces lo que había con un choque?

N: Cuando. ¿Un choque? Cuando la muy bonita se.. Descomprimir para que todo regresara a la normalidad. Normalidad entre comillas. Porque después de un accidente de este tipo, nada es igual. Tienes muchas limitaciones. Las terapias lo que hacen es que te propician tener cierta autonomía, cierta independencia. Que no seas dependiente 100% de que una tercera persona te movilice, te haga cosas. Yo, por ejemplo, después de cerca de dos años puedo incorporarme solo desde la cama, ir al baño, hacer mis necesidades sin ningún tipo de ayuda.

Esto es gracias a la participación de mucha gente muy experimentada en el centro Guttmann Barcelona, que son los encargados de mis terapias. Y gracias, por supuesto, a la intervención de la tecnología. Tienen tecnología de punta para derrames cerebrales, accidentes medulares para afasia, para fibromialgia. Es un centro especializado.

N: Pero me saltaste porque no estábamos en Santiago. Todavía sales bien de la operación y te dicen que hay posibilidades de que no vuelvas a caminar ni a moverte.

JG: Nunca le dicen eso a un paciente.

N: No como Estados Unidos. No, no.

JG: ¡No, no! Inclusive el cirujano, cuando entraba a pasar visita decía: “Dame la mano”, y yo trataba de extender.

N: Pero no podías moverte.

JG: Muy poco, muy poco. Con el tiempo y las terapias es que he logrado movilizar mis piernas, mis extremidades en sentido general, con ciertas limitaciones.

N: Ya cuando sales de aquí no puedes caminar, no puedes mover la mano mucho.

JG: No me sacan tendido en una camilla.

N: Inclusive 08:00 de vuelo más.

JG: Aquello fue una agonía tremenda. Juan Carlos me paraba del asiento, me cargaba. Me llevaba. Qué terrible.

N: ¿No? Qué bueno que tienes gente que te ama y que te ayudó y que te está ayudando. Eso es lo bueno de la experiencia. Yo sé que no es fácil. Es fácil decir eso, pero.

JG: Crea mucha impotencia saber que hay tanta.

N: Gente y además tú que eres una persona tan proactiva. O sea, te sentías disminuido. Eso es natural. Muy bien. Se dice.

¿Entonces, cuando llegas a España con esa esperanza de que en ese sitio te van a dar la mejor terapia para poder caminar, no ha sido fácil porque son terapias dolorosas, no?

JG: Después de la cirugía he estado en Santiago 21 días hospitalizado, tiempo en UCI, tiempo en una habitación regular y bueno, me dan el alta pero con una consecuencia posterior. El encantamiento me hizo producir una herida muy grande en el sacro. Entonces ya me dan el alta. Vengo a Santo Domingo y uno de esos días en mi casa, la enfermera que me atendía notó que mi respiración estaba deficiente. Me internan urgente en Corazones Unidos y allí había hecho ya una crisis de pulmón.

N: Señores, cuántas pruebas, cuántas pruebas.

JG: ¿Me sacan de la crisis? Y ahí duró unos cuantos días. Mejoré. Y entonces comienzan a hacer las gestiones para enviarme fuera a un centro especializado. Conocíamos ya el caso de un santiaguero o amigo que ya estaba recibiendo terapias allá. Hicimos todas las gestiones del lugar con el Consulado español en República Dominicana y el tipo de visado que necesitábamos. Aquí no lo ponía el cónsul español, sino que tuvieron que enviarlo a Madrid.

N: Una visa especial.

JG: Pero una visa especial con una temporalidad indefinida. Esto propició que de seis meses, que era el tiempo previsto para mis terapias en España, pues nos tomáramos año y medio. Ya yo a los 7 u 8 meses yo quería regresar. Mi familia, mis hijas y mi mujer se negaron.

N: Y…

JG: Me hicieron quedar en contra de mi voluntad. Año y medio, pero todo ha ido para bien porque he notado un progreso que nunca lo imaginé. Ya yo puedo caminar tramos cortos, aunque dependo de la silla, pues soy un poco libre, no soy tan esclavo de la silla eléctrica que uso.

N: Y el proceso tampoco fue fácil. Bueno, no solo es un ambiente totalmente diferente, sino someterte a tratamientos de ejercicios que debieron ser difíciles. Bueno.

JG: Los primeros seis meses yo estuve en Barcelona, que está a 25 30 minutos de Barcelona. Es el centro Guttmann más grande porque está la unidad hospital, a área. Ahí están todos los casos del mundo.

N: ¿Y cuánto tiempo dura? Seis meses en un hospital, en el hospital.

JG: En un hospital.

N: En una habitación de un hospital.

JG: Pero aún así hacía mis terapias todos los días, aún yo con la herida en el sacro muy grande que no curaba. Yo iba a mis terapias tres horas al día.

N: No curaba porque siempre tenía que dormir de ese lado, no podía dormir de este lado.

JG: Un personal hospitalario iba a la habitación cada tres horas a.

N: Cambiar, a…

JG: Moverme. Era de lado, no podía estar boca arriba, ni boca abajo. Fue año y medio durmiendo de lado y ese personal tenía la responsabilidad de movilizarme cada tres horas. A los seis meses, en Guttmann Barcelona, me trasladaron a la unidad de Barcelona, que donde está el Centro de Terapias, aunque en Barcelona lo hay y grandísimo también. Allí lo que hicieron fue una programación para mejorar mi marcha y trabajar mi estabilidad.

N: ¿El accidente medular te limita mucho el tema del balance?

JG: Sí, a veces yo me pongo de pies y siento que me voy de lado, como que me pongo un poco tonto. Entonces eso en Barcelona lo he mejorado bastante. Ya me cronometra en el tiempo en que yo puedo caminar solo, sin ayuda con una gente al lado por si acaso me caigo o me voy a caer. Entonces logro ya reducir el tiempo y la cantidad de pasos que puedo dar.

N: Ok. La parte física. Qué difícil hablamos ahora un poco de la parte emocional. ¿Cuál es la lección? ¿Cuál? ¿Qué sabiduría tú tienes ahora que puede transmitir a todos nosotros de todo este proceso y verte ahí todavía luchando y batallando? Mira, yo creo que has cuestionado muchas cosas.

JG: Yo pienso que soy un afortunado, hago la vida, me ha presentado tramos difíciles, pero he logrado vencerlos y yo sigo adelante. Si hay una cosa que me preocupa y me duele mucho es ver tanta gente en este país que se queda, postrada en una camilla, sin poder cátsup, completo, sin poder ir a buscar otro, otro, incluso eso mata, lo otro deprime.

Por eso he tenido reuniones con gente del Patronato de Guttmann, con médicos para ver de qué manera nosotros podemos dar los primeros pasos, no pensando en mí. Ya yo tengo unos años que quizás me voy pronto.

Pero muchachos jóvenes que se quedan para siempre tienen una capilla, una silla de ruedas.

JG: Ojalá que entendamos, que este país hay que prepararlo, hacer los actos.

N: Bueno, eso va a ser tu legado más esperado, pero va a ser tu legado. Yo creo que lo que necesita el país, aparte del dinero para crear todo un sistema hospitalario y preparación médica para lograr lo que tú has logrado.

JG: Primero, la educación de la gente que respete los pasos de cebra, que respete una silla de ruedas, que respete un parapléjico, un tetrapléjico, que respete a una mujer embarazada, que se hagan las rampas, por lo menos los centros más poblados en la capital, en Santiago. Y que conjuntamente con eso hagamos una ciudad más amigable, más habitable. Yo he estado conversando como te decía, con personas que tienen que ver con el Patronato en Barcelona.

N: ¿Ellos están dispuestos a enviar personal o qué? Bueno, a formar personal.

JG: Dominicano y que personal de aquí vaya allá y luego. Hacer una cruzada con el Gobierno, con el Estado dominicano o el Gobierno que sea y el sector privado. A ver si estas terapias agrupar a las apadrinados puede ser menos costosas para la gente pobre.

N: Este país tiene una misión, entonces tiene una misión por delante sobre eso yo pienso que que no solo has tenido suerte porque has logrado batallar y salir airoso y como diría el vecino, salir airoso de eso, sino de tener hijas que te quieren, pero una esposa incondicional. Conchi ha sido la verdad que más que un bastón para ti es la persona que te ha mantenido fuerte.

JG: Ha sido mi soporte. Ella ha sido una especie de esclava, lo ha hecho con mucha decisión, con mucho amor y mucha voluntad. Yo no tengo cómo agradecerle el gesto humano independiente del amor que nos tenemos como pareja, el gesto humano de ella hacia mí. Un año y medio asistiendo y ella usándome, limpiándome.

N: Esta entrevista no es fácil. Yo he tratado de de controlar porque hay una relación de amistad y de cariño.

JG: Yo he querido estar sereno, pero es imposible.

N: No es imposible, la verdad, porque cuando hay emoción, verdad y sensibilidad es imposible que tú cuentes esto tan fríamente. Es más, no tendría ni sentido. ¿Tiene que ser algo que salga de corazón como te está saliendo del corazón, para que? Para que llegue a la gente. El aprendizaje más importante que has logrado obtener es no perder las esperanzas, es tener fe en algo o fortaleza interior.

JG: Yo creo que la misma contundencia del accidente te va a forjar algo, te va dando las fuerzas, te va dando voluntad a la primera etapa. Los primeros meses del accidente yo me negué a comer, me alimentaban por una P directamente a mi estómago. Hubo que hacer una colostomía para que no se infectara la herida que tenía.

N: ¿No te negaste a comer porque estabas en rebeldía?

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JG: Sí, quizás desganado, por la misma contundencia de las limitaciones que me había traído el accidente. Y todo esto me me redujo mucho. Yo rebajé unos 20 kilos, yo me puse en 110 £. Así llegué a España y a fuerza de darme nutrientes directos al estómago, pues pude mantener la vida.

N: ¿Cuándo? ¿Cuándo decidiste poner de tu parte y seguir viviendo y luchando?

JG: Bueno, ya cuando llegamos a Barcelona, a Barcelona, mi actitud cambió. Cuando yo vi que el equipo médico me recibió en el parqueo de Guzmán, cuando llegó la ambulancia ya yo me sentía bien asistido, pero debo decir que el personal que me asistió en República Dominicana también lo valoro grandemente porque se hizo aquí con los mejores profesionales todo lo posible.

Yo recuerdo cuando la herida aquí se buscó una especialista que yo desconocía que existía República Dominicana y es un dominicano que ha sido formado fuera. El costo es alto, pero me colocaron un Baekhyun, que era el que el que extraía toda la maleza de esa herida que interiormente producía la misma y la cura intermediario de esa herida.

Él iba a mi casa. Intermediario quizás me conservó la vida, porque eso pudo haberme costado la vida. Yo me vi en momentos críticos, en un par de ocasiones. Hay cosas que yo no recuerdo, que Cuchi sí las recuerda porque las vivió en carne propia, cosas que yo decía incoherencias, que hablaba.

N: Ya no hubo eso de que cuando tú llegaras allá los médicos dijeran debieron hacerle eso y lo hicieron esto mal.

JG: No, todo lo contrario, todo lo contrario. Siempre crédito al personal profesional dominicano. Qué bueno, qué bueno que me atendió.

N: Claro, eso es importante.

JG: Y hoy día hay varios profesionales allá haciendo especialidades.

N: Dominicanos.

JG: Y dominicanos. Yo fui a un centro médico privado, me atendió un médico joven argentino que fue quien me hizo la reconducción de la colostomía y estando antes de la cirugía fueron tres muchachos dominicanos que fueron a verme.

N: Qué alegría cuando uno ve dominicanos eso es como.

JG: Ellos fueron a fueron a ver el listado de los pacientes que iban a operar y cuando vieron José Guillermo Sued. Cogieron para allá.

N: Hay que ir a saludarte.

JG: Bueno y hoy día en Barcelona hay una amiga, nuestra apellido Portela, que tiene ya más de un año haciendo una especialidad, es decir, hay personal dominicano. Ojalá que vuelva, que se está preparando. Ojalá que con el aporte que Guzmán está dispuesto a hacer podamos comprometer a mucha gente aquí.

N: Y…

JG: Seguir formando profesionales para que asistan a los dominicanos que no tienen recursos para pagar un vuelo a España, que no tienen recursos para pagar un internamiento fuera. Nosotros, afortunadamente, haciendo mil piruetas, hemos podido tener una asistencia.

N: Y me aseguro que…

JG: No teníamos seguro. Hubo sido cubierto con el esfuerzo de mi familia. Wow, así es.

N: Wow.

JG: Precariamente. Pero se ha hecho claro.

N: Yo veo que sí.

JG: ¿Sí, sí, sé qué?

N: Qué cosas. Cuando estabas en el proceso decías Si tengo oportunidad de. ¿De seguir vivo, que qué voy a cambiar de qué? No me gusta decir que.

JG: Porque uno se vuelve más humano, uno entiende mejor la miseria.

N: ¿Hay empatía? Sí, empatía, sí.

JG: Definitivamente eso es fundamental. Yo después del cáncer de 2008, 2009, que…

N: Se ha dicho de paso, era un cáncer también difícil, muy difícil y muy raro que se viera.

JG: Pero bueno, en aquella ocasión nunca tuve presente el hecho de irme de este mundo. Nunca pensé en la muerte, sin embargo, ahora estuve más cerca de la muerte, pero tampoco lo sentí ya. Yo creo que el que se muere no lo siente y es así. Ha quedado después de estos dos eventos más sensible, más vulnerable. Fíjate que oro con una facilidad, ya lo era antes.

N: Y eso te lo…

JG: Decía, pero ahora me meto, no inconsolable, y tengo a veces un poquito de pique conmigo mismo por esto, porque debo ser más sereno, más ecuánime.

N: Pero no te fijas, nunca exijas. Y el que tiene que sentir que lo que está ahí debe salir, debe salir.

JG: Y hay que llorar cuando uno quiere. No hay que dejar que el llanto salga.

N: Claro, por supuesto. Qué alegría tienes ahora, por ejemplo, volver aquí a tu país, pensaste: Voy saliendo de aquí, no sé si voy a regresar. ¿Lo pensaste o no?

JG: Sí, claro, claro que lo pensé. Lo más emocionante es este retorno, que es temporal. Es ver a mis nietos. Si me dijeran pide el gran premio, reunirme con mis hijos. Yo creo que esta es la mayor ambición que tengo claro.

N: Poder compartir. Y la familia, aún cuando tú siempre ha sido muy familiar, se aquilata mucho más.

JG: Así es. El valor de la familia se torna número uno. Yo creo que es el eje que mueve la esencia del alma de un ser humano.

N: ¿En algún momento, que aunque tú dices que nunca pensaste en que ibas a morir de verdad, en ningún momento dices estoy en paz conmigo, puedo partir?

JG: Sí, sí, sí, Yo siempre he estado muy conforme con mi forma de actuar. Le he tendido la mano a quien he podido, a quien en algún momento le he dicho mira, no pude, hice lo posible. Y yo creo que el ser humano tiene que sentirse bien consigo mismo cuando adopta esa conducta solidaria. Y yo lo he hecho durante mi vida.

Yo cuando viví mis años primeros en Santiago como profesional, le tendí la mano a muchas mujeres con cáncer. Asistían muchas personas hospitalizadas. Hice vida en clubes sociales, hice vida en el deporte, dirigí la Asociación de Locutores, la Asociación de Baloncesto. He estado integrado siempre a la vida del barrio, mi barrio. No olvido los nombres de mis primeros amigos, de mi primera juventud.

JG: Yo pienso que eso, eso es lo que tú guardas en tu memoria eterna.

N: Hasta ahí todo, como lo hemos dicho, ha sido muy exitoso en tu carrera como presentador, como locutor pasaste también por lo público o funcionario público, o sea que has alcanzado niveles altos. ¿Eso te ayudó en algo para superar esto? ¿Te dio fortaleza?

JG: Mira, cuando cuento parte de mi vida a mis oficios en Barcelona, con quienes he hecho, he hecho.

N: Que hago ahora.

JG: Sí, una interacción permanente. Ellos ya conocen mucho República Dominica, muchas quieren.

N: Yo creo que con que más que punto, acá en la verdad no.

JG: Estamos ahora con eso acá y quieren venir a República Dominicana. Yo pienso que eso es lo que tú dejas una imagen de tu país que sea agradable, no por la gente que da la nota discordante en nuestra sociedad, que de eso hay. Hay varios, aunque los buenos son más, pero yo pienso que eso es lo más importante ya.

N: O sea, que se sepa equilibrar que hay momentos de mucho éxito como lo has tenido y hay momentos de mucho sacrificio como lo has tenido y has y has tenido que bajar y y tocar tierra y en lo darte y seguir hacia adelante. O sea que has estado ahí en un péndulo.

JG: Es que creo, Nuria, que, y tú lo sabes, ser figura pública tiene un peso. Vamos a utilizar un término. No existe un peso muy pesado. Entonces yo creo que tú tienes que cuidarte en demasía, no fallarle a la gente, no fallarle a la sociedad. Entonces todo eso lo da la gestión pública. Yo creo que cuando tú te propones ser honesto durante tu vida. Lo logras.

N: Claro. ¿Cuál es tu mayor tristeza? ¿Por qué lloras si estás bien? ¿Qué te produce tristeza?

JG: Porque todo el que va a la función pública es juzgado siendo culpable o no culpable.

N: Entonces sí que es injusto. ¿Tiene eso? ¿No?

JG:  Todo. No todo el que va a la gestión pública es deshonesto.

N: Claro. Ok.

JG: Hay cantidad de gente que ha hecho vida pública durante todos los años 30, 40, 50 años y se va para su casa como llegó el primer día a su trabajo.

N: Ya entonces ahora nos volvemos a España y ahí en España, en Barcelona, otra vez terapia. ¿Qué quieren lograr contigo? Definitivamente que puedas caminar sin ningún problema o que te puedas desenvolver con ciertas limitaciones, pero desenvolverte.

JG: Caminar con más confianza, porque siempre existe el temor de caerme. Yo allá durante mis terapias me he caído en dos o tres ocasiones. Siempre pienso que cualquier golpe en la cabeza pudiera recrudecer la lesión y eso me da pánico. Claro, lo que pienso en esta segunda etapa en España, Cuchi estaremos de regreso el día 13 de enero del año próximo y basar las terapias en eso, ganar más confianza, hacer lo que me corresponde y tenemos una residencia temporal, la vamos a completar haciendo nacionales.

Esto nos da una serie de facilidades. En España hemos comenzado el proceso porque por más que quiera estar aquí permanentemente, yo tengo que estar viajando a España por lo menos una o dos veces al año.

N: Esto va a ser para siempre. O sea, tú siempre vas a tener que hacer terapia, ejercicios, siempre.

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JG: Recuerda que la lesión medular lo que más castiga es a los músculos. Y si tú no haces terapias diariamente, los músculos se van envejeciendo, se van achicando, se van debilitando y por eso yo tengo sesión de piscina, tengo sesión de levantamiento de pesas, ejercito mis piernas y mis brazos todos los días. Las primeras terapias del día son movilizar mis extremidades y de ahí las caminatas.

JG: Ya yo no uso el loco Mac, que es un robot que las primeras sesiones me ponía a caminar con él. Luego un Hand Dago, que es un equipo como una especie de arco detector. Ya yo no dependo de ninguno de esos equipos de última generación. Ya yo sí, con un caminador ya estoy más libre, ya dejo el caminador a un lado y lo hago de manera autónoma. Yo he ganado mucha, mucha independencia y eso lo hacen las terapias.

N: Cuando uno tiene esa situación, que caminar es algo tan natural como que levantar el brazo y arreglarte los vuelve tan natural llevarse la comida, algo que es natural. Y cuando pierdes eso, Dios mío, ahí tú ves la importancia de cada movimiento y de cada función del cuerpo.

JG: Sí. La primera etapa que yo intentaba tomar el tenedor o la cuchara con mi mano derecha que fue la más afectada, y mi pierna derecha, yo no podía y me desesperaba.

N: Pero luego…

JG: A fuerza de mucho intentarlo, ya yo como completamente solo, sin ayuda externa. Entonces te digo, la función de las terapias es definitiva. El puntal más importante de una persona con este, con este tipo de accidente.

N: Seguir viviendo. Para qué.

JG: ¿Seguir viviendo? Para ayudar a cuantas personas puedas seguir viviendo, para seguir amando. Yo pienso que eso es, eso es la vida no es más ni menos. Y no preocuparnos por las cosas inalcanzables, conformarnos con lo que tenemos. Eso es, eso es la vida.

N: ¿Tienes resignación o tienes aceptación?

JG: Mira, resignación no, porque suena como muy conformista y yo nunca he sido conformista.

N: Pero sí aceptación de que eso es lo que hay y hay que echar para adelante y mejorar. Sí, sí, por supuesto.

JG: Esto es un punto de partida. Yo creo que de aquí en adelante queda mucho más y ese es mucho más. Lo vamos a intentar lograr cada día. Que nadie se llame a engaños. Aquí nadie está vencido. Vamos adelante.

N: Después de eso, no más preguntas, su Señoría.



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