El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dijo ayer que en los próximos días su país aumentará “la presión política y militar sobre Hamás” para lograr la liberación de los 133 rehenes israelíes que todavía permanecen en la Franja de Gaza.
“En lugar de abandonar sus posiciones extremistas, Hamás se beneficia de nuestras divisiones y se ve envalentonado por las presiones dirigidas contra el Gobierno israelí”, dijo el mandatario en un mensaje con motivo de la celebración de la fiesta de Pésaj, la Pascua judía. “Por lo tanto, le propinaremos golpes dolorosos y ocurrirá pronto”, dijo el mandatario.
Netanyahu culpó de nuevo al grupo islamista de haber rechazado todas las propuestas para un alto al fuego en Gaza que permita un intercambio de rehenes israelíes por presos palestinos, pese a que Hamás lleva meses pidiendo un alto al fuego “definitivo” como prerrequisito, algo a lo que Netanyahu se opone.
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Las demandas de Hamás en las negociaciones no han cambiado– el fin de la ofensiva, la retirada de las tropas de Gaza, el retorno de desplazados del norte a sus hogares y la entrada de suficiente ayuda humanitaria para reconstruir enclave.
El mensaje de Netanyahu se produce mientras continúa la expectación ante la posible ofensiva militar israelí en Rafah, que el primer ministro aprobó hace más de un mes pero a la que se opone la mayor parte de la comunidad internacional, incluido EEUU, principal aliado militar Israel.
Sanción al ejército
El primer ministro mandó, además, una advertencia a Washington, después de que el medio estadounidense Axios publicara en las últimas horas que el Departamento de Estado planea sancionar al batallón ultraortodoxo del Ejército israelí, Netzah Yehuda, por posibles violaciones de derechos humanos en Cisjordania ocupada.
“Lucharé ferozmente para defender a las Fuerzas de Defensa de Israel, nuestro Ejército y a nuestros soldados. Si alguien cree que puede imponer sanciones a una unidad del Ejército, lo pelearé con todas mis fuerzas”, aseguró Netanyahu.
Ofensiva ciudad Cisjordania
Después de 50 horas de redada israelí, 14 palestinos muertos, ambulancias retenidas y medio centenar de viviendas destruidas, los habitantes de Nur Shams, campamento de refugiados palestinos creado en el noroeste de Cisjordania ocupada, pudieron ayer al fin abandonar sus casas y ver un barrio arrasado.
«(Los soldados israelíes) entran como si esto fuera Gaza”, dice a EFE uno de los vecinos de Nur Shams, localizado tres kilómetros al este de la urbe palestina de Tulkarem, mientras alza su voz sobre el ruido de excavadoras y grúas que intentan devolver la normalidad a una población todavía conmocionada.
«¿Por qué no tenemos protección internacional?, ¿Por qué, dónde está?”, se pregunta uno de ellos, que no quiere revelar su nombre por miedo a posibles represalias de Israel, que mantiene una oleada de violencia y represión a lo largo de toda Cisjordania.
Desde el viernes hasta ayer, los vecinos de este campamento de refugiados han vivido el paso de las horas con miedo, sumidos bajo el aullido de la metralla y a sabiendas de que algunos de sus jóvenes -asociados a la Brigada de Tulkarem, que reúne a combatientes de diferentes facciones como Fatah y la Yihad Islámica- no volverían vivos a casa.