En medio del debate por el costo de las prendas que serán entregadas en la próxima Cumbre de las Américas, voces del ámbito comunicacional han salido al paso para poner en contexto la polémica cifra de los 18 millones de pesos destinada a la confección de chacabanas como obsequio institucional.
«Hay que ver el contexto de la actividad», advierte una figura que defiende la iniciativa, subrayando que se trata de un presente del Estado dominicano a una importante delegación de líderes políticos del continente, y no de un gasto superficial como algunos han intentado presentar.
“No se dijo que es para que se vistan aquí”, recalca, aclarando que el regalo responde al protocolo y a la altura del evento.
“Es la Cumbre de las Américas”, recordó, apuntando que en encuentros de este calibre, la cortesía diplomática implica detalles de representación que hablen bien del país anfitrión.
Desde esa óptica, la entrega de una chacabana finamente confeccionada busca proyectar elegancia, identidad cultural y respeto por los invitados. No se trata simplemente de regalar una prenda, sino de presentar un símbolo de hospitalidad que esté «al nivel de quienes se la van a poner.»
La crítica a lo que llamó “la política de la miseria” fue directa: minimizar este tipo de gestos diplomáticos, en su opinión, solo contribuye a una visión empobrecida del rol del país en escenarios globales.
“Cada quien es como se presenta”, enfatizó, estableciendo un paralelismo con el mundo de los negocios: “Es como ir a la casa de un empresario a hablar de millones y no llevar una botella de vino a su altura.” Por ello, la interrogante no debe centrarse en el monto, sino en la calidad y el impacto de lo que se entregará, quiénes serán los diseñadores, cuántos trajes serán producidos y a cuántos líderes se destinarán.
Todo dependerá del enfoque, del simbolismo que representa vestir con elegancia dominicana a personalidades de peso internacional.
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