Incidente entre hombres en Batey Ginebra deja una pérdida #FVDigital #FelixVictorino

0
243


En medio de la rutina diaria, cuando los días deberían estar llenos de esperanza y progreso, las acciones violentas continúan ocupando los espacios informativos de nuestra sociedad. Semana tras semana, los nombres de jóvenes, madres, padres y familias enteras se suman a cifras que siguen aumentando. Detrás de esos números existen relatos, sueños detenidos y futuros que se apagan antes de desarrollarse plenamente.

El suceso más reciente en Batey Ginebra, perteneciente a la provincia Espaillat, donde un joven de apenas 26 años perdió el aliento en un hecho vinculado a presuntos celos y a un momento de ira, invita a detenerse y reflexionar. Surge la pregunta inevitable: ¿cuándo dejamos de valorar la existencia del otro? ¿En qué instante abandonamos el diálogo y permitimos que la violencia se impusiera sobre la palabra?

En este caso todavía no conocemos las identidades de los involucrados ni la información completa sobre lo ocurrido. El hecho ha generado gran conmoción, y es que, las acciones violentas no distinguen edad, género ni condición social. Se presentan en los barrios, en los centros educativos, en las calles e incluso dentro de los hogares.

El lenguaje de la ofensa se ha vuelto frecuente. Muchas veces se responde con enojo antes que con comprensión. Se emprende violencia antes que buscar entendimiento. Se perjudica físicamente antes que intentar una conversación.

Como sociedad, resulta urgente hacer una pausa y reflexionar de forma profunda. ¿Qué enseñanzas estamos transmitiendo? ¿Qué modelos estamos ofreciendo a quienes vienen detrás? ¿Estamos fomentando entornos donde los jóvenes puedan sentirse protegidos, escuchados y orientados?

Cada acción violenta representa un llamado silencioso de una comunidad que necesita sanar. La paz no se impone; se construye de manera constante. Comienza en los gestos pequeños: en el respeto, en la escucha activa y en la empatía diaria.

La violencia nunca será una salida. Apostar por la vida, por el diálogo, por la justicia y por la educación es el único camino posible para transformar el rumbo de estos tiempos. Mientras el odio continúe normalizándose, seguiremos lamentando pérdidas que pudieron evitarse. Es responsabilidad colectiva promover una convivencia basada en la comprensión, en la cooperación y en la firme decisión de cuidar la existencia de cada persona.

Fuente: Wellington de Jesús Martinez



Source link