In memoriam a Santiago Rodríguez Paula (Chago), 50 años después

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Conocí a Santiago Rodríguez Paula (Chago), también conocido por el seudónimo de viejo Pedro, cuando llegué a dirigir la organización del nordeste del otrora Movimiento Popular Dominicano (MPD), a finales del año 1972, en sustitución del camarada Juan Ángel Santo Peña (Negro).

Chago vivía en el municipio de Castillo de la provincia Duarte, en un humilde y acogedor hogar junto a su esposa y sus dos hijos, el mayor un varón llamado Reyes y la menor una joven trigueña, que creo respondía al nombre de Ana, de los cuales tengo vagos recuerdos, pero supe que ambos aún viven. Para ellos mis saludos afectuosos.

A Chago, lo había traído a las filas del   MPD, el inolvidable camarada Amín Abel Hasbún en los finales de la década de los 60, cuando a raíz de la aprobación de la táctica Hilda Gautreaux, el partido incrementó la lucha campesina por derecho a la tierra del Estado, que por décadas trabajaban,  y que en muchos casos fueron despojadas a sus ancestros por la dictadura Trujillista, que a su muerte las que no fueron  ocupadas por los sectores terratenientes de la época, pasaron a ser propiedad de entidades estatales como el Instituto Agrario Dominicano (IAD) y el Consejo Estatal del Azúcar (CEA).

La lucha por “la tierra para el que la trabaja” alcanzó ribete nacional, siendo la zona  del nordeste del país el epicentro de la misma sobre todo en el llamado bajo Yuna que abarca las  provincias Duarte y María Trinidad Sánchez, donde tuvo destacada participación Mario Valdera, dirigente campesino del Emepedeismo histórico, asesinado el 29 de junio de 1969, en la cárcel pública de San Francisco de Macorís  bajo la dependencia del Ejército Nacional y cuyo responsable fue el capitán de ese cuerpo Acosta Infante, verdugo que nunca fue incriminado por sus atropellos y  crímenes contra humildes hijos del pueblo.

También tuvo destacada participación el camarada Chago, que ya había abandonado las filas del partido del lema: «Ni Injusticia ni Privilegio”;   y muchos   muchos otros más.

La lucha por la tierra en todo el territorio nacional obligó al gobierno del Dr. Joaquín Balaguer a calmar esa efervescencia revolucionaria en los campos dominicanos con la promulgación del llamado Código Agrario en el año 1972, que le permitió al hombre de «La Revolución Sin Sangre”, diferenciar a: «Los Comunistas buenos de los Comunistas malos» en función de quienes apoyaron su calmante para detener las luchas campesinas, de quiénes las incentivábamos.

Recuerdo la primera reunión que hicimos  en la  Chago lo participó  fue en el paraje El Saladillo, del referido municipio, en medio de una finca de café y cacao en que la dirección regional norte del MPD había convocado a los principales cuadros de todo el Cibao,  en la que también participó otro legendario dirigente campesino y versado marxista, Ramón Mercado (Mongo), oriundo del municipio de Luperón de la provincia de Puerto Plata.

Aunque no tuve el honor de estar mucho tiempo relacionado con Chago, debido a que fui apresado en la ciudad de San Francisco de Macorís el 12 de octubre del 1973, puedo afirmar que poseía una inteligencia natural, la sapiencia propia del hombre del campo, de un valor espartano y firme en los principios que abrazó con amor y convencimiento.

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La represión desatada en contra del Emepedeismo lo obligó a salir del Nordeste y trasladar su accionar al Cibao central, especialmente en la  provincia de La Vega, donde finalmente fue vil y cobardemente asesinado a golpes por agentes militares y policiales en el Paraje de Guaco de la Sección Burende del Municipio de La Vega, el 17 de Agosto de 1974, tal como lo narra el camarada Diomedes António Reyes Durán (Diony),  testigo presencial de ese horrendo hecho, que da cuenta de que: «El 17 de Agosto del 1974 fuerzas combinadas del ejército y la policía, tendieron un cerco alrededor de la casa de Juan Vargas y de la mía de manera simultánea. Chago fue avisado por mi primo Félix Fernández y salió rápido por el Río, pero fue golpeado con una piedra cayendo al suelo, al salir a la finca de Armando Sánchez, fue atrapado y golpeado salvajemente a culatazos y palos. Lo llevaron al Callejón de Rosa y Don Caraballo y ahí lo terminaron de rematar ante la mirada incrédula de los moradores del lugar”

“Mientras tanto, sigue diciendo Diony,  yo caía preso por una patrulla integrada por el teniente Polanco, el sargento Tavares y el cabo Burende. También se llevaron a mi hermano Milciades. Cuando nos llevaron donde tenían a Chago lo lanzaron a la camioneta donde nos llevaron presos. La cabeza de Santiago Rodriguez Paula (Chago), cayó sobre mis piernas, cuando íbamos frente a la escuela de Los Rincones de Guaco, producto de la fuerte golpiza Chago falleció ante la mirada impotente de nosotros.

Ya en cuartel de la policía donde nos llevaron, oímos decir al teniente Polanco con voz estruendosa: ya murió el perro ese refiriéndose a Santiago Rodríguez Paula (Chago)».

Al cumplirse medio siglo de ese  horrendo asesinato, y ante mi ausencia forzada a su funeral por estar guardando prisión en las ergástulas del régimen criminal de los 12 años, quiero expresar mi reconocimiento póstumo a un camarada de origen humilde, de reducida escolaridad, pero con una inteligencia que pocos cuadros  de los que me tocó tratar poseían;  pero sobre todo con una firmeza y un entusiasmo en el cumplimiento del deber que lo colocan entre los grandes.

En las páginas doradas de los luchadores por una sociedad más justa y equitativa su  nombre estará escrito con letras de relieves. Loor eterna a su memoria.

Por Freddy González

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