El cruce de ataques entre Israel y Hezbolá de este domingo ha cerrado un nuevo fin de semana negro en Oriente Próximo. Al menos seis personas han resultado heridas en Israel después de que la milicia del partido chií libanés lanzara desde Líbano más de 180 cohetes como respuesta al ataque israelí del sábado en Beirut que ha dejado al menos 29 muertos y 67 heridos, uno de los peores desde que comenzaron las hostilidades. La tensión en la región continúa elevándose pese a los intentos de sentar en la mesa al Gobierno israelí y el grupo libanés. El último ha sido el del alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, que ha realizado este domingo su último viaje como representante comunitario y ha pedido desde el Líbano presionar tanto a Israel como a Hezbolá para que acepten el alto el fuego propuesto por Estados Unidos esta misma semana.
Uno de los ataques de este domingo sobre Israel ha alcanzado la base militar israelí de Shraga, ubicada al norte de Acre, donde se encuentra la sede administrativa de la brigada Golani que está involucrada en la invasión del Líbano. Hezbolá ha asumido también la responsabilidad de otros dos ataques en las inmediaciones de Tel Aviv, uno de ellos contra la base de Inteligencia de Gilot, sede la unidad de inteligencia militar 8200 de Israel, y otro al este de la ciudad, en Petah Tikva. Además, la milicia libanesa han usado drones para atacar la base naval de Ashdod, aunque por el momento el Ejército israelí no ha reconocido este ataque.
Entre los heridos hay un hombre de 60 años en estado grave, alcanzado por la metralla del cohete que ha impactado en la localidad de Kfar Blum, según el servicio de Emergencias de Israel. En el norte del país otras dos personas también han resultado heridas, pero de carácter leve, después de que al menos un cohete destruyera un edificio residencial en la ciudad de Haifa.
A la vez, Israel ha continuado durante todo el domingo con su campaña de bombardeos contra diferentes puntos del sur y el este del Líbano, además de los suburbios del sur de Beirut. Uno de estos ataques ha matado a un militar libanés y ha herido a otros 18. El Ejército hebreo han anunciado que emprenderá una investigación y ha asegurado que el Ejército libanés no es el objetivo de sus operaciones militares. “El Ejército lamenta el incidente y aclara que están luchando de manera selectiva contra la organización terrorista Hezbolá, y no contra el Ejército libanés”, ha aclarado al Times of Israel un portavoz castrense. Más de 40 militares libaneses han fallecido ya desde que comenzaron la hostilidades entre Hezbolá e Israel.
Este bombardeo ha tenido lugar un día después de la llamada telefónica del secretario de Defensa de EEUU, Lloyd Austin, y su homólogo israelí, Israel Katz, en la que el responsable norteamericano solicitó al Ejército de Israel que hiciera todo lo posible para garantizar la seguridad de los militares del Líbano.
Para el primer ministro libanés, Nayib Mikati, la explicación de Israel ha sido insuficiente y ha descrito el ataque como un gesto de rechazo a cualquier posible alto el fuego. “Los mensajes del enemigo israelí, que rechazan cualquier solución, continúan y están escritos con sangre libanesa, en un rechazo descarado a la solución que se está discutiendo“, ha lamentado.
Borrell viaja al Líbano para insistir en una tregua
El alto representante de la Unión Europea ha pedido este domingo desde Beirut que se presione a Israel y a Hezbolá para que acuerden un alto el fuego. Borrell ha confirmado que el Estado hebreo aún no ha contestado a la última propuesta hecha por el mediador estadounidense Amos Hochstein, que se reunió en la capital libanesa esta semana con el jefe del Legislativo, aliado de Hezbolá, y posteriormente viajó a Israel para verse con las autoridades israelíes.
En su viaje al país árabe Borrell se ha reunido con el presidente del Parlamento libanés y principal negociador por parte del Líbano, Nabih Berri. “He elegido cerrar mi mandato aquí en el Líbano, en Beirut, porque lo que está ocurriendo en Oriente Medio y, particularmente aquí, está poniendo a prueba a la comunidad internacional sobre si verdaderamente estamos dispuestos y somos capaces de lograr la paz”, sentenció el todavía alto representante. En este sentido, alertó de que el conflicto ya ha alcanzado una “dimensión internacional” y consideró que el mundo no puede quedarse “quieto”.
Borrell también ha recordado que en poco más de un año de conflicto han muerto en el Líbano más de 3.500 personas, “tres veces más” de las que perdieron la vida durante la guerra de 2006, y destacó que entre las víctimas hay una “cantidad increíble” de trabajadores sanitarios. Por ello, recordó que la Unión Europea seguirá apoyando el texto que se adoptó en 2006 por la ONU para poner fin a la guerra, que incluye la retirada de la milicia libanesa de la franja fronteriza con Israel y el restablecimiento de una “completa soberanía libanesa por aire, tierra y mar”.