
Neifi Pérez expresó con voz quebrada ‘Lo contradictorio de la vida: mi sueño era la música y el de mi hermano el béisbol’, exjugador de Grandes Ligas y hermano del fenecido merenguero Rubby Pérez, al recordar con profunda emoción el legado que dejó el artista tras la tragedia del Jet Set.
“Tú nunca viste a mi hermano metido en problemas. Ese es el mejor legado que él me ha dejado a mí”, afirmó Neifi, destacando con firmeza que la rectitud y la entrega al trabajo marcaron la vida de Rubby, quien durante décadas fue referente de respeto y dedicación en el mundo artístico.
“Era una persona que le encantaba trabajar, no meterse en cosas malas… ese legado lo vamos a seguir”, aseguró. Ante los rumores que circularon en redes sociales sobre su supuesta presencia en la fiesta, Neifi fue enfático: “Yo estaba en Estados Unidos, en Filadelfia.
Desde que me llamaron a la una de la noche, compré el vuelo. Sabía que no había posibilidad de estar ahí”. Su testimonio desmiente versiones falsas y pone en evidencia la carga emocional que enfrenta la familia en medio de la desinformación.
Con semblante sereno, pero visiblemente afectado, cuestionó el manejo mediático del hecho: “Mucha desinformación… A su hija le informaron una cosa y después otra.
La prensa por dar la primera noticia siempre se va a ir… hay que vivir con eso”. A pesar de los errores, la familia se mantuvo presente en todo momento, aferrada a la esperanza y con certeza del paradero de Rubby antes de que se confirmara el trágico desenlace.
Sobre su última conversación con el artista, relató con ternura uno de los momentos más significativos: “A las nueve de la noche, yo estaba hablando con él por cámara.
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Él me decía que yo no lo quería, y yo le respondí: tú sabes que yo te amo… más cuando te veo tan feliz”. Neifi compartió que en los últimos tres o cuatro meses, tras la pérdida de su esposa, Rubby había recuperado la alegría, encontrando en la música y en el cariño de su familia un nuevo impulso para vivir.
“Nosotros hablábamos dos o tres veces al día”, recordó con nostalgia, revelando una conexión fraternal profunda que se mantuvo intacta pese a la distancia geográfica.
Y al referirse a los sueños compartidos entre ambos, soltó una verdad conmovedora: “Yo cumplí su gran sueño. Él no pudo llegar a Grandes Ligas, pero yo sí. Y a mí me gustaba la música, y él fue el músico”.
Así resumió con humildad el cruce de caminos que marcó sus vidas, como un reflejo de la voluntad divina.
Desde hoy, ese legado de rectitud, amor fraternal y disciplina que Rubby dejó en su familia se transforma en un compromiso vivo. Un recordatorio de que más allá de los escenarios, lo que permanece es el ejemplo sembrado.