Haití sin Henry – Periódico elCaribe

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Ariel Henry


Que Ariel Henry haya dimitido es un primer paso para lograr un mínimo de estabilidad política y social en Haití. Apenas un primer y tambaleante paso, nada en firme.

Pero avizorar en Haití aunque sea un mínimo de estabilidad es suficiente por la profunda y pavorosa crisis que en todos los órdenes corroe a esa sociedad y por el vacío de poder existente.

La esperanza es que, desde ahora mismo, se abra la puerta a un proceso que desemboque en autoridades legítimas, que se deje en manos del pueblo decidir su destino y que la llamada comunidad internacional se limite solo al acompañamiento.

Inclusive, la fuerza multinacional de paz que lideraría Kenia debiera estar nítidamente supeditada al Consejo Presidencial de Transición decidido en Jamaica, en caso de que, ante la nueva realidad, se mantenga inalterada la Resolución 2699 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (SC ONU).
Es importante que a los siete miembros de ese Consejo se les otorgue independencia, tanto para su conformación y división de tareas, como que se respete su autoridad.

Esa autoridad o poder de decisión en manos de dicho Consejo es fundamental, e igualmente, lo reiteramos, que los propios haitianos sean los protagonistas del camino a recorrer, que pinta tortuoso.

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La dependencia del tutelaje y de intereses externos no es, necesariamente, lo más conveniente y un ejemplo ha sido que Estados Unidos y compartes se aferraran a la figura de Ariel Henry más allá de febrero de 2023. El colmo del desatino fue mantenerlo hasta febrero de 2024 y, lo que rayaba en la imprudencia y provocación, haberlo propuesto para liderar el proceso hasta agosto de 2025.

Nadie podrá decidir mejor la suerte de ese martirizado pueblo que sus habitantes y, aunque luzca quimérico, dependerá de ellos, sin imposiciones de fuera, que el Consejo Presidencial de Transición pueda hacer las veces de gobierno durante un proceso que incluirá la selección de un Consejo Electoral suficientemente imparcial y que, con la colaboración de “todos los miembros de la comunidad internacional”, como dice la declaración de Jamaica, culmine con la elección de autoridades legitimadas por el voto popular.

Finalmente, y ante la pregunta sin respuesta que gravita, también es tarea de ese Consejo lidiar a su manera para que haya paz y seguridad.

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