El Gobierno parece olvidar el exitoso principio de propaganda Nazi enarbolado por Goebbels: “Miente… que algo quedará». No para recurrir a la mentira sino para que no caer víctima de ella.
Aplica en cambio, ante denuncias falsas o verdaderas, receta del inquieto Anacobero en aquella guaracha: “Yo no sé nada, yo llegué ahora mismo, si algo pasó, yo no estaba ahí”.
No desmiente críticas infundadas ni defiende fundadas.
Ese mutismo ante denuncias provenientes de gobernados en redes y medios se revertirá en su contra.
Ciertamente estamos en tiempos de inventivas, exageraciones, “fake-news” sobrestimación de “influencers”, pontificación de “comunicadores” de nuevo cuño que pelean y amenazan ante cámaras y micrófonos, a veces con lenguaje soez, en lugar de comunicar serenamente.
Muchos de ellos imaginan noticias, crean bulos o bolas, lo transportan de otros países, reproducen sin verificarlas mediante “likes”; llegando a difamar en anonimato.
Nada de esto justifica mutismo gubernamental ante informaciones cuya propagación debe evitar para que no quede grabada en la ciudadanía. Con una compleja y costosa maquinaria publicitaria, el Gobierno apuesta a dejar diluir informaciones.
Las denuncias sobre préstamos privilegiados otorgados por Bagrícola, irregularidades de construcción del Metro, corruptelas en la fiesta de alquileres coronadas por DGPasaportes contraviniendo ley de ordenamiento territorial, desorden en el otorgamiento de subsidios etc; merecen desmentidos o explicaciones.
Otras son más constatables: descargo del Intrant en la ciudadanía sobre cómo resolver taponamientos, pérdidas en el sector eléctrico que no paran de crecer (45% superior al 2019) a pesar de la “empresarialización” energética, anuncios de comerciantes subrogando roles de autoridades sobre aumento de precios precisamente para aumentarlos, indiferencia sobre déficits luego de tantas reformas anunciadas, fracasadas.
Algo debe decir el Gobierno, negando, explicando o haciendo, para detener propagación de denuncias. No hacerlo tendrá consecuencias. Gobernados sentirán desprecio y gobernantes lucirán irresponsables.
Denuncias mentirosas reiteradas quedarán, según Goebbels, en conciencia ciudadana. Denuncias verdaderas, despreciadas, proyectará irresponsabilidad gubernamental.
Si el Gobierno, apostando al mutismo, prefiere seguir guarachando, no decir nada haciendo creer no saber nada, terminará perdiendo respeto y credibilidad.