Amy y Ano son gemelas idénticas, pero nada más nacer fueron separadas de su madre y vendidas a familias distintas. Años después, se descubrieron por casualidad gracias a un concurso de talentos de televisión y a un video de TikTok.
Al indagar sobre su pasado, se dieron cuenta de que formaban parte de los miles de bebés robados de hospitales y vendidos en Georgia, algunos en una fecha tan reciente como 2005. Ahora quieren respuestas.
Amy se mueve de un lado a otro en una habitación de hotel de Leipzig, en Alemania.
«Tengo miedo, mucho miedo», dice nerviosa. «No he dormido en toda la semana. Esta es mi oportunidad de obtener por fin algunas respuestas sobre lo que nos pasó».
Su hermana gemela, Ano, está sentada en un sillón, viendo videos de TikTok en su teléfono. «Esta es la mujer que podría habernos vendido», dice, haciendo un gesto con sus ojos.
Ano admite que ella también está nerviosa, pero sólo porque no sabe cómo reaccionará y si será capaz de controlar su rabia.
Es el final de un largo viaje. Tienen la esperanza de encontrar en Alemania la pieza que falta del rompecabezas. Por fin van a conocer a su madre biológica.
Durante los dos últimos años han ido construyendo una imagen de lo que ocurrió.
Y a medida que fueron desentrañando la verdad, se dieron cuenta de que no fueron las únicas, que hay decenas de miles de personas en Georgia que, durante décadas, también fueron sacadas de hospitales cuando eran bebés y vendidas.
Ha habido intentos por parte de las autoridades de investigar lo ocurrido, pero nadie ha tenido que rendir cuentas todavía.
No se parecían, eran idénticas
La historia de cómo Amy y Ano se descubrieron mutuamente comienza cuando tenían 12 años.
Amy Khvitia estaba en casa de su madrina, cerca del mar Negro, viendo su programa de televisión favorito, Georgia’s Got Talent.
De repente apareció concursando una chica bailando jive que era exactamente como ella. No es que se parecíera, era idéntica.
Amy (izquierda) y Ano, durante su actuación en Georgia’s Got Talent, cuando tenían 12 años.
«Todo el mundo llamaba a mi madre y le preguntaba: ‘¿Por qué Amy baila con otro nombre?’».
Amy se lo comentó a su familia, pero no le dieron importancia. «Todo el mundo tiene una doble», dijo su madre.
Siete años después, en noviembre de 2021, Amy publicó en TikTok un video en el que aparecía con el pelo azul haciéndose un piercing en la ceja.
A 320 km de distancia, en Tiflis, otra joven de 19 años, Ano Sartania, recibió el video a través de una amiga. Le pareció «genial que se pareciera a mí».
Ano intentó localizar en internet a la chica de la ceja perforada, pero no pudo encontrarla, así que compartió el video en un grupo de WhatsApp de la universidad para ver si alguien podía ayudarla.
Alguien que conocía a Amy vio el mensaje y las conectó en Facebook.
Amy supo al instante que Ano era la chica que había visto hace tantos años en el concurso de talentos en televisión.
«Hace tanto tiempo que te busco», le envió un mensaje. «Yo también», respondió Ano.
Revolviendo el pasado
En los días siguientes descubrieron que tenían mucho en común, pero no todo tenía sentido.
Ambas nacieron en la maternidad de Kirtskhi -que ya no existe-, en el oeste de Georgia, pero, según sus certificados, sus fechas de nacimiento se diferenciaban en un par de semanas.
Según estos documentos, no podían ser hermanas, y mucho menos gemelas. Pero había demasiadas similitudes.
Les gustaba la misma música, a las dos les encantaba bailar e incluso llevaban el mismo peinado.
Descubrieron que tenían la misma enfermedad genética, un trastorno óseo llamado displasia.
Era como si estuvieran desentrañando juntas un misterio. «Cada vez que aprendía algo nuevo sobre Ano, las cosas se volvían más extrañas«, dice Amy.
Quedaron en verse y, una semana más tarde, cuando Amy se acercaba a lo alto de la escalera mecánica de la estación de metro de Rustaveli, en Tiflis, ella y Ano se vieron en persona por primera vez.
«Fue como mirarse en un espejo, exactamente la misma cara, exactamente la misma voz. Yo soy ella y ella es yo», dice Amy. Entonces supo que eran gemelas.
«No me gustan los abrazos, pero la abracé», dice Ano.
La misma historia
Decidieron enfrentarse a sus familias y por primera vez supieron la verdad. Habían sido adoptadas, por separado, con pocas semanas de diferencia en 2002.
Amy estaba disgustada y sentía que toda su vida había sido una mentira.
Vestida de negro de pies a cabeza, parece fuerte, pero juega nerviosa con su gargantilla de tachuelas y se limpia una lágrima manchada de rímel en la mejilla.
«Es una historia de locos -dice- pero es verdad».
Ano estaba enfadada y disgustada con su familia, «pero sólo quería que se acabaran las conversaciones difíciles para que todos pudiéramos seguir adelante».
Al investigar más a fondo, las gemelas descubrieron que los datos de sus certificados de nacimiento oficiales, incluida la fecha en que nacieron, eran erróneos.
Incapaz de tener hijos, la madre de Amy cuenta que una amiga le dijo que había un bebé no deseado en el hospital local.
Tendría que pagar a los médicos, pero podría llevársela a casa y criarla como si fuera suya.
A la madre de Ano le contaron la misma historia.
Ninguna de las familias adoptivas sabía que las niñas eran gemelas y, a pesar de haber pagado mucho dinero por adoptar a sus hijas, dicen que no se habían dado cuenta de que era ilegal.
En ese momento Georgia atravesaba un periodo de agitación y, como el personal del hospital estaba implicado, pensaron que era legítimo.
Ninguna de las dos familias quiso revelar cuánto dinero se intercambió.