Frente a Trump, más Europa

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Que Donald Trump no es amigo de Europa es tan obvio que resultaría ingenuo darle coba para no enfadarle. Ya demostró ese desprecio durante su anterior mandato y después tampoco perdió oportunidad de manifestar tal desdén. Basta con fijarse en quienes se mostraron eufóricos en Europa ante su victoria electoral para entender cuál puede ser el devenir en sus relaciones con la UE.

Las felicitaciones más untuosas vinieron de la mano del presidente húngaro Viktor Orbán, del italiano Matteo Salvini, de la francesa Marine Le Pen y, por supuesto, de Santiago Abascal, todos ellos encuadrados en ese grupo parlamentario denominado Patriotas por Europa que reúne a los políticos mas ultras y eurófobos del Parlamento Europeo

Eurófobos y complacientes con Putin quien, según las crónicas moscovitas, no disimuló su satisfacción por el triunfo de Trump hasta considerar como propia su victoria. El presidente ruso hizo cuanto pudo para empujar al candidato republicano del que se declara admirador y, según reveló The New York Times, desde que dejó la Casa Blanca ambos hablaron en secreto al menos en siete ocasiones.

El periodista norteamericano Bob Woodward precisa que algunas de esas conversaciones se produjeron mientras Trump presionaba a los republicanos para que bloquearan la ayuda militar a Ucrania. Un dato significativo porque trasluce lo que entiende el futuro inquilino de la Casa Blanca por acabar con la guerra de Ucrania en 24 horas, como llegó a decir.

Es evidente que no habrá un solo dólar mas de ayuda militar al Gobierno de Kiev, que negociará con Putin y que este no se moverá de los territorios conquistados en el Dombás y mucho menos de Crimea. Sin la ayuda norteamericana, Zelenski perderá su principal apoyo económico y armamentístico para los esfuerzos de la guerra y solo contará con los de la UE cuyos miembros dan ya muestras de fatiga.

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Lo peor para Europa no solo es que Ucrania pierda esos territorios sino lo que supone que el invasor salga ganancioso en su ambición de conquista. Hay países de la Unión, como los bálticos, que ven sus fronteras amenazadas por la codicia imperialista del Kremlin, lo que aboca a la UE a replantear su política de defensa habida cuenta de que el compromiso de Trump con la OTAN es mas que dudoso.

Europa ha de tomar la medida a la situación, reforzar su unidad y disponer de una defensa propia e independiente de los Estados Unidos para conjurar cualquier futuro atropello a la soberanía de un pais como ha acontecido en Ucrania. El Pentágono tiene desplegadas casi 300 bases y emplazamientos militares en Europa con cerca de 80.000 efectivos, pero nuestra capacidad defensiva y de respuesta ante un potencial agresor ya no puede depender de personajes como el que volverá a ocupar en enero el despacho oval.

Donald Trump no nos ve como un aliado estratégico, y en lo comercial nos percibe como un rival. Durante su campaña ha insistido en su promesa de imponer aranceles duros a los productos europeos. Ya en su primer mandato perjudicó al mercado español subiendo los impuestos al vino y al aceite, provocando una crisis en el sector olivarero. A pesar del precedente, España no estará tan expuesta a esa guerra comercial como Alemania, Italia o los Países Bajos, cuyas exportaciones en automoción, química y otras industrias se verían seriamente dañadas de implantarse aranceles del 100% como ha llegado a asegurar. Una amenaza que obliga a la UE a reaccionar apretando filas, apostando por la innovación y evitando la dependencia de actores ajenos que no resultan fiables. Ante personajes como Trump o Putin la única salida de la UE es ser mas Europa.

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