Me tragué las cuatro temporadas de un tirón. Lo hice por recomendación expresa de la embajadora de Israel en España, que me habló de ella como una serie bastante neutral y respetuosa con el pueblo palestino. Respetuosa tal vez pero neutral era imposible habida cuenta de que uno de sus creadores es Lior Raz, actor y principal protagonista quien sirvió antes en una unidad de élite encubierta del Ejército hebreo conocida como Duvdevan.
Sí es cierto que los guionistas tuvieron el acierto de plantear la acción desde ambos lados de la historia, el israelí y el palestino, de una forma bastante considerada, aunque al final lo que impera es la glorificación de los agentes israelíes y de sus métodos. Ni que decir tiene que hay mucho de ficción en lo que cuentan, pero sí deja ver una de las claves del éxito de sus servicios de inteligencia que es el infiltrarse entre los palestinos y sus organizaciones más radicales para llevar a cabo operaciones furtivas en áreas urbanas. Sus miembros hablan árabe y por su forma de vestir y proceder no despiertan sospecha alguna sobre sus intenciones.
Estos días, a raíz de las explosiones en miles de buscas y walkie-talkies de Hezbolá en el Líbano se ha hablado mucho de la capacidad tecnológica de los servicios secretos israelíes. Y no hay duda de que una acción de esa envergadura y semejante grado de precisión requiere un nivel de sofisticación que muestra hasta qué punto el Mossad sigue a la vanguardia mundial en lo que a artilugios de vigilancia, espionaje y letalidad se refiere.
La mayoría de los inventos en ese oscuro campo provienen de Israel, sin embargo, ninguno de esos aparatos que le estallaron a los miembros de Hezbolá hubieran alcanzado su letal objetivo sin una trama de infiltrados entre sus destinatarios tan potente y extensa como para burlar todos sus recelosos protocolos de seguridad. Tuvo que haber infiltrados para manipular e introducir explosivos en miles de dispositivos electrónicos, infiltrados para saber quienes los portarían e infiltrados para determinar el momento idóneo en que hacerlos estallar y causar el mayor daño posible. Agentes, muchos agentes que han de estar muy cerca, convivir y ganarse la confianza de aquellos a los que pretenden eliminar.
El Mossad es la mas importante de las agencias de inteligencia israelí pero no la única, de hecho solo se ocupa de la acción en el exterior. De Israel y los territorios palestinos se encarga el Shabak, que es quien sospechosamente falló al no prever el atentado masivo llevado a cabo el 7 de octubre pasado por Hamás en territorio hebreo. Se supone que el Shabak, al igual que el Mossad, tiene agentes infiltrados en Gaza y Cisjordania y que no advirtiera ningún movimiento extraño en un operativo terrorista de esa envergadura en el que estuvieron necesariamente implicados miles de individuos de Hamás resulta inexplicable e inexplicado. Ignoro si sigue en funcionamiento la unidad militar del Duvdevan en que se inspiró la serie Fauda, pero si así fuera tendrán que justificar algún día como pudieron tragarse la información sobre unos preparativos que debieron de llevar meses de trabajo.
Fauda en árabe significa caos y ese era el término en clave usado por las fuerzas encubiertas israelíes para avisar a sus unidades de rescate que sus enemigos habían descubierto que eran judíos y no árabes. No falta quien sospecha que el Gobierno hebreo sí fue avisado por sus infiltrados, pero que o no los supieron valorar o no les interesó abortarlo para iniciar así una guerra que librara a Netanyahu de sus cuentas pendientes con los tribunales de justicia por corrupción. La quinta temporada de Fauda igual nos lo aclara.