Desde que estallaron las llamas en Los Ángeles y sus alrededores, decenas de residentes han regresado a sus barrios aún humeantes, incluso cuando persistía la amenaza de nuevos incendios y la segunda ciudad más grande del país permanecía intranquila.
Muchos vieron arder sus casas por televisión en estado de shock, mientras esta región de 13 millones de habitantes se enfrenta al gigantesco reto de superar la catástrofe y reconstruir.
Luke Dexter reaccionar al ver las casa en ruinas de su padre el 10 de enero de 2025 en Malibu, Los Ángeles.
Los vientos más suaves permitieron a los bomberos empezar a controlar en cierta medida las mayores llamas del área metropolitana de Los Ángeles el viernes, antes de que el fin de semana regrese el mal tiempo a una zona en la que no ha llovido en más de ocho meses.
Pero el viernes por la tarde, se ordenaron nuevas evacuaciones en una zona que incluye parte de la Interestatal 405 después de un brote en el lado oriental de la Palisades Fire.
Bridget Berg, que estaba en el trabajo cuando vio por televisión su casa de Altadena envuelta en llamas, volvió por primera vez con su familia dos días después “sólo para hacerlo real”.
Sus pies crujían sobre los trozos rotos de lo que había sido su hogar durante 16 años.
Sus hijos rebuscaron entre los escombros de la acera, encontraron una vasija de barro y algunos recuerdos mientras buscaban huellas de madera japonesas que esperaban recuperar. Su marido sacó la mano de entre los escombros, cerca de la chimenea, y levantó un trozo de madera petrificada que le había legado su abuela.
“No pasa nada. No pasa nada”, se dijo Berg tanto a sí misma como a los demás mientras hacía balance de la destrucción, recordando la terraza y la piscina desde las que su familia veía los fuegos artificiales. “No es que sólo hayamos perdido nuestra casa: todo el mundo ha perdido la suya”.
Desde que los incendios comenzaron a aparecer en torno a una extensión de 40 kilómetros (25 millas) densamente poblada al norte del centro de Los Ángeles, han quemado más de 12.000 estructuras, término que incluye casas, edificios de apartamentos, negocios, dependencias y vehículos.
Aún no se ha identificado la causa de los mayores incendios.
Han comenzado las acusaciones de fallos de liderazgo y de culpa política, y también las investigaciones. El gobernador Gavin Newsom ordenó el viernes a los funcionarios estatales que determinen por qué un depósito de 117 millones de galones de agua (440 millones de litros) estaba fuera de servicio y algunos hidrantes se secaron, calificándolo de “profundamente preocupante”.
Mientras tanto, la jefa de bomberos de Los Ángeles, Kristin Crowley, dijo que los dirigentes de la ciudad fallaron a su departamento al no proporcionar suficiente dinero para la extinción de incendios. También criticó la falta de agua.
“Cuando un bombero se acerca a un hidrante, esperamos que haya agua”, dijo.
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Al menos 11 personas han muerto, cinco en el incendio de Palisades y seis en el de Eaton, según la oficina del forense del condado de Los Ángeles. Las autoridades dijeron que esperaban que esa cifra aumentara a medida que los perros rastreadores de cadáveres recorrieran los barrios arrasados para evaluar la devastación en una zona más grande que San Francisco.
El viernes, las autoridades crearon un centro donde la gente podía informar de los desaparecidos. Decenas de miles de personas permanecen bajo órdenes de evacuación, y los incendios han consumido unos 145 kilómetros cuadrados (56 millas cuadradas).
La catástrofe se ha llevado por delante desde camareros hasta estrellas de cine. El Gobierno aún no ha publicado cifras sobre el coste de los daños, pero las empresas privadas han calculado que ascenderá a decenas de miles de millones. The Walt Disney Co. anunció el viernes que donará 15 millones de dólares para responder a los incendios y ayudar a la reconstrucción.
Las llamas afectaron a escuelas, iglesias, sinagogas, bibliotecas, boutiques, bares, restaurantes, bancos y lugares emblemáticos de la zona, como la Western Ranch House de Will Rogers y una mansión de estilo Reina Ana en Altadena que data de 1887 y fue encargada por el acaudalado cartógrafo Andrew McNally.
Los vecinos deambulaban entre las ruinas el viernes mientras describían los dormitorios ahora desaparecidos, las cocinas recién remodeladas y los espacios de vida al aire libre.
Algunos hablaban de las magníficas vistas que les atraían de sus propiedades, y sus palabras contrastaban fuertemente con la escena de hollín y ceniza.
En la comunidad costera de Pacific Palisades, Greg Benton inspeccionó el lugar donde vivió durante 31 años, con la esperanza de encontrar entre los escombros el anillo de boda de su bisabuela.
“Acabamos de pasar la mañana de Navidad justo aquí, delante de esa chimenea. Y esto es lo que ha quedado”, dice señalando los escombros ennegrecidos de lo que una vez fue su salón. “Son esas pequeñas reliquias familiares las que realmente duelen más”.
En otros lugares de la ciudad, los damnificados rebuscaban entre cajas de cartón con objetos donados para rehacer sus vidas.
Una familia desolada por la pérdida de reliquias personales, incluidas las joyas de una superviviente del Holocausto fallecida
Anna Yeager dijo que ella y su marido agonizaban por volver a su querido barrio de Altadena, cerca de Pasadena, después de huir con su hija de 6 años y su hijo de 3, sus dos perros y algo de ropa. Un vecino les dijo que su casa había desaparecido.
Cuando la pareja regresó, sólo vieron bloques de “chimenea tras chimenea”.
“Líneas eléctricas por todas partes. Incendios todavía por todas partes”, dijo, y añadió que cuando subieron a su casa “era sólo polvo”.
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