El psicólogo y terapeuta familiar, doctor Luis Vergés, advirtió sobre la proliferación de “influencers” en los medios que inciden en la vida de los hijos y alertó sobre los cambios nocivos que pueden provocar si no hay intervención familiar.
Para el experto, los verdaderos influyentes para la familia deben de ser los padres porque tienen el primer contacto con ese ser en desarrollo.
De acuerdo al catedrático, las pautas paternas se van quedando con los niños en desarrollo a lo largo de sus vidas.
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Precisó que ser adolescente no es sinónimo de delincuencia, sino que algunos jóvenes con edad cercana a los 18 años caen en condición de vulnerabilidad. Puntualizó que esa etapa coincide con la pérdida relativa de influencia por parte de los padres.
En esa fase, explicó, también hay una permeabilidad hacia la influencia de los amigos y la narrativa viral que les invita a ser desafiantes, correr riesgos y demostrar osadía ante sus iguales.
El profesional de la conducta fue entrevistado por HOY luego de participar en la entrevista del programa El Día, de Telesistema.
La delincuencia
La delincuencia en jóvenes adolescentes es un fenómeno cada vez más frecuente y en algunos de los casos que se han observado recientemente es lo más parecido a un juego de suma cero donde nadie gana, reflexionó el profesional.
Con ese tipo de conductas delictivas, las familias involucradas pierden una persona valiosa. Cuando los jóvenes van a la cárcel dejan como legado un sufrimiento irreversible en todos los actores involucrados, acotó.
Edades de cuidado
Cuando los jóvenes debutan con el primer delito, se inicia una de las peores carreras: la delictiva.
Estas carreras suelen iniciar entre los 14 y los 18 años y en algunos casos desde mucho antes, aseguró el profesional de la salud mental.
“Mientras más temprano se inicia, peor será el pronóstico de salir de ellas”, advirtió.
Según el psicólogo, estas carreras delictivas tienen una ruta con tres paradas: inicio, consolidación y finalización.
Explicó que los jóvenes suelen salir cerca de los 30 años, algunos asesinados, pero otros por algunas razones importantes como conseguir un buen empleo, casarse o mudarse de un entorno de riesgo, a un contexto donde hay normas y más reglas.
Los jóvenes adolescentes tienen desarrollo físico y sexual muy parecido al de los adultos, argumentó.
Pero señaló que no han madurado por completo su desarrollo psicológico y neurológico.
Los adolescentes son vulnerables al delicto si hay situaciones de riesgo como presión de grupo, necesidad de encontrar sensaciones placenteras y oferta de modelos sociales que invitan a incurrir en comportamientos no saludables y antisociales.
Asimismo, logros sin esfuerzo, sobre valoración de conquistas materiales y estructuras familiares débiles con estilos educativos autoritarios o en extremo liberales. En esos casos, estos jóvenes aumentan la probabilidad de delinquir en forma repetida, consideró el experto.
Delitos frecuentes
Los delitos más frecuentes cometidos por jóvenes adolescentes en República Dominicana son: robos, homicidios, violaciones sexuales, distribución de drogas, agresiones físicas y porte de armas blancas y de fuego.
Edades difíciles
Los picos de la mayor cantidad de delitos cometidos suelen ocurrir entre los 15 a 19 años y el descenso cerca de los 29, enfatiza.
Conseguir dinero, gratificación inmediata o probar algo al grupo de iguales son algunas de las motivaciones personales más frecuentes para entrar a ese tipo de mundo. Cuando estas figuras de autoridad pierden influencia sobre ellos, sigue una segunda vía hacia actitudes cada vez más desafiantes para seguir probando la autoridad de los padres. Cuando esta se pierde, entonces aparece una vía más abierta y descarada de comisión de acciones reprochables sin ningún remordimiento, en gran medida afectados por la influencia de amigos, expresó.
Aseguró que gran parte de los delitos se cometen en complicidad con alguien, lo que impide que aparezca un sentido de remordimiento ya que la responsabilidad repartida entre varios nunca se asume de forma personal.
Factores familiares
Si bien es cierto que la familia no es un factor unitario que por sí misma determina el delito y la criminalidad, los estudios han encontrado algunas situaciones de riesgo presentes en ella que deben ser fortalecidos, y de ahí surgen algunas recomendaciones importantes, observó.
Consideró importante favorecer una relación más cercana con los hijos, evitar los extremos autoritarios y en extremo permisivos como parte de la educación hogareña. También infundir y educar con discurso y buenos ejemplos, en valores como la honestidad, el respeto y la solidaridad. Aprender a diferenciar que una cosa es crecimiento, como los logros materiales, y otra, muy distinta, es el desarrollo, como mejora de sus capacidades para enfrentar las frustraciones normales de la vida, especificó.
El destacado profesional de la conducta, recomendó desarrollar una mirada hacia la vida donde el ser persona tenga más valor que tener cosas materiales, que lograr protagonismo sobre la base de dañar a los demás.
Hay evidencias de que cuando los padres se integran a las distintas actividades de los hijos desde edad temprana, con buena supervisión, disciplina consistente y con participación activa en las vidas de los hijos, los riesgos de delinquir se reducen. Es fundamental que los padres combinen en su relación con los hijos e hijas un modelo que integre: disciplina, amor y límites, afirmó Vergés.
Pero en la vida de los menores no todo es la familia, existen también factores socio culturales, acotó.
Las alternativas
La mejor forma de oponernos a las carreras delictivas desde el punto de vista sociocultural, es creando y fortaleciendo otros tipos de carreras alternativas, estimó.
Sugirió apoyar a los hijos en sus aspiraciones académicas o carreras técnicas; carreras deportivas, artísticas, espirituales o cualquier emprendimiento saludable.
De acuerdo a Vergés, es importante educar desde el hogar y la escuela. Construir una conciencia crítica que permita rechazar cualquier tipo de influencia negativa a través de la práctica de la autoafirmación de valores del ser por encima del tener.
Sobre redes sociales
Reiteró que los principales “influencers” (influyentes) en las vidas de los niños y adolescentes están llamados a ser los padres y los maestros. La narrativa de que son otros los principales, sigue flotando en el vacío, confundiendo o poniendo en entredicho el liderazgo positivo que están llamados a ejercer quienes más contacto diario tienen sobre los jóvenes adolescentes, que son los padres y docentes. Opinó que gran parte de los jóvenes que han iniciado carreras delictivas podrían salir de ellas. Exceptuó de esa posibilidad a quienes ya tienen un grado de cronicidad que les lleva a reincidir. Destacó que ese último grupo es el menor, pero es el responsable de la mayor cantidad de delitos cometidos.
La creación de entornos comunitarios saludables, oportunidades de ocupación positiva para el tiempo de ocio, educación inclusiva, políticas públicas inclusivas para los jóvenes, regulación de contenidos mediáticos y familias funcionales son algunas de sus las recomendaciones