Un residente del Upper West Side generó una inusual controversia en la calle West 86 debido a una potente luz púrpura giratoria, inicialmente confundida con una bola de discoteca, que iluminaba desde el noveno piso del hostal Dexter House. Varios vecinos denunciaron una molesta ‘contaminación lumínica’ que invadía sus hogares.
‘Por la noche, la luz parpadea en las ventanas de todos los apartamentos al otro lado de la calle y es extremadamente perturbadora’, declaró un informante anónimo al West Side Rag. Las quejas llegaron incluso a la policía, que indicó no poder actuar al no infringirse ninguna ley.

La situación escaló en foros locales, donde algunos residentes criticaron la falta de consideración del ‘tipo de la discoteca’. ‘¿Deberíamos defender también a la persona de arriba que baila claqué de 3 a 5 de la mañana?’, cuestionó uno. Otros alertaron sobre posibles riesgos: ‘La contaminación lumínica es un problema grave y las luces intermitentes pueden causar convulsiones’.
El misterio se resolvió cuando el propio residente, que habla español y prefirió mantener su nombre en reserva, reveló al New York Post que la fuente del resplandor era una modesta luz navideña pulsante y giratoria, comprada por 2.50 dólares en una tienda de 99 centavos. ‘Nunca pensé que esto crearía tal escándalo’, confesó. Aseguró haberla adquirido tres semanas atrás ‘para sentirme feliz en mi habitación durante las fiestas’ y desconocía por completo las molestias ocasionadas. El portero del edificio corroboró no haber recibido quejas directas.
Frente al revuelo mediático, el hombre actuó con rapidez: retiró la luz y se la entregó a su vecina y amiga, Carol Moody. ‘Mira lo respetuoso que es. Le dijiste que hay un problema y la quitó. Deberían haber venido aquí y hablar con el portero. Esto es una locura’, comentó Moody.
La reacción en redes y comentarios mostró un notable apoyo al residente. Muchos consideraron la protesta desproporcionada. ‘Supongo que ninguno de los demandantes ha oído hablar de persianas, cortinas o estores’, bromeó un comentarista. Otros añadieron: ‘Viva el privilegio del UWS’ y ‘Un poco de discoteca nunca le hizo daño a nadie’.
El episodio, que mezcla conflictos vecinales, percepciones culturales y el derecho a la privacidad, quedó zanjado con un gesto de buena voluntad, aunque dejó al descubierto las tensiones latentes en la vida en comunidad de uno de los barrios más emblemáticos de Manhattan.
**REDACCIÓN FV MEDIOS**


