Redacción.- Mia Robins, una estudiante de ciencias biomédicas, compartió su conmovedora experiencia con el cáncer de ovario, un diagnóstico que llegó después de meses de síntomas ignorados y errores médicos. Su historia comenzó con una apendicectomía, tras la cual empezó a experimentar fuertes molestias nocturnas, describiendo la sensación como «una necesidad urgente de ir al baño».
A pesar de que los médicos inicialmente le diagnosticaron una infección urinaria, sus síntomas continuaron y se agravaron. Mia empezó a notar signos de alerta como fatiga extrema, pérdida de peso y caída del cabello. «Me di cuenta de que había una calva en la parte posterior de mi cabeza del tamaño de la palma de mi mano», relató la joven.
A mediados de 2022, una ecografía finalmente reveló la verdadera causa de sus dolores: un tumor de ovario del tamaño de un melón que incluso contenía cabello y dientes, algo que, aunque inusual, es posible en ciertos tipos de tumores grandes. “Me dijeron que el tumor en sí tenía dientes y pelo”, expresó Mia, quien a los 19 años tuvo que someterse a una cirugía para extirpar el tumor, junto con su ovario derecho y otras partes afectadas.
La joven enfrentó un duro proceso de recuperación y fue sometida a quimioterapia cuando el cáncer reapareció en 2023. Aunque ahora ha sido declarada libre de cáncer, Mia sigue bajo revisiones periódicas para monitorear su salud. Reflexionando sobre su experiencia, expresó su frustración por el retraso en el diagnóstico: “Siento que si hubiera habido una ecografía antes, se habría detectado. Tardó seis meses en ser diagnosticado”.
El cáncer de ovario, como el que padeció Mia, suele presentar síntomas difíciles de identificar en sus etapas iniciales, como hinchazón abdominal, dolor pélvico y cambios en los hábitos intestinales.