El divorcio es una etapa compleja para todas las partes
involucradas, pero especialmente para los niños. Entre las varias
soluciones que se implementan para suavizar el impacto en los
pequeños, es “nesting” o custodia alterna inversa
que está ganando popularidad. Pero, ¿en qué consiste este concepto
y cuáles son sus beneficios y desafíos? Descúbrelo aquí.

¿Qué es el
“Nesting”?
El término “nesting” proviene del inglés y significa “hacer un
nido”. Este enfoque coloca a los niños en el
centro, permitiéndoles permanecer en el hogar familiar
mientras los padres se alternan en la residencia. En lugar de que
los hijos se desplacen constantemente entre casas, son los
padres quienes se adaptan a este modelo.
Originado en los Estados Unidos, este método ha empezado a tomar
fuerza en Europa durante los últimos 20 años. Su premisa es
sencilla pero efectiva: mantener el hogar como un refugio familiar
para que los niños puedan conservar su estabilidad
emocional, sus rutinas y su espacio personal.
Los
beneficios del “Nesting” para los niños
Para los pequeños, una separación puede ser un proceso de
desarraigo emocional, ya que cambiar constantemente de hogar puede
generar ansiedad, por lo que mantener el hogar familiar tiene
ventajas notables. Gracias al “nesting”, los niños disfrutan
de:
- Estabilidad diaria: permanecer en su entorno
conocido ayuda a reducir el estrés. Conservan sus habitaciones,
juguetes y amigos de barrio sin interrupciones constantes. - Rutinas preservadas: no tener que empacar
constantemente alivia una responsabilidad complicada para los
niños. - Menos carga emocional: al no tener que
adaptarse a dos espacios diferentes, la transición se vuelve más
amigable.
Sin embargo, aunque los niños se beneficien enormemente de este
esquema, es crucial explicarles que el mantenimiento del hogar
familiar no implica una posible reconciliación de los padres, lo
que va a prevenir malentendidos y falsas expectativas que podrían
generar confusión o frustración.

Los retos para los
padres
Mantener una estructura de “nesting” no está exenta de desafíos,
sobre todo para los padres. Este modelo puede ser emocional y
financieramente demandante, porque dividir el tiempo en la casa
familiar y mantener otro lugar de residencia supone una
organización minuciosa y gastos adicionales.
Gestión financiera
El concepto requiere, en muchos casos, que los
ex cónyuges compartan costos de un segundo domicilio o, en su
defecto, alquilen viviendas separadas. Esto puede convertirse en un
gasto significativo, especialmente si se añade al mantenimiento de
la casa familiar. Por ello, esta opción suele ser viable para
familias con mayor capacidad económica.
Logística y convivencia
La convivencia indirecta también puede ser un problema, porque
ambos padres deben coordinarse para mantener el hogar en
condiciones óptimas. Imagina llegar a la casa y encontrarte con un
refrigerador vacío o el fregadero lleno de platos sucios. Por eso,
establecer reglas claras desde el principio y
mantener una comunicación abierta es fundamental.
Otro aspecto a tener en cuenta es la gestión de las emociones.
Aunque ya no compartan una relación sentimental, los ex cónyuges
deben colaborar mutuamente por el bienestar de sus hijos, lo que
implica dejar de lado diferencias personales y priorizar un
ambiente de respeto mutuo.

¿Es
el “Nesting” una opción realista?
Aunque el “nesting” tiene muchos beneficios, no es aplicable
para todos los escenarios. Existen factores importantes que
influyen en su éxito:
- Capacidad económica: como ya hemos mencionado,
este esquema implica un desembolso financiero considerable. - Relación entre los padres: si la comunicación
o convivencia es tensa, implementar este modelo puede generar más
estrés que beneficios. - Compromiso organizacional: ambos deben
comprometerse a gestionar el hogar de forma equitativa y
consistente.
Incluso si estos aspectos están bajo control, no deja de ser un
modelo temporal. Según los expertos, es mejor aplicar esta solución
solo mientras los niños se adaptan al divorcio, antes de tomar
medidas a más largo plazo.
Alternativas al
“Nesting”
Si este modelo no es factible, existen otras opciones que
priorizan el bienestar infantil. La custodia
compartida permite a los niños
dividir su tiempo equitativamente entre ambos padres, siempre
que la logística lo permita. También, el uso de mediadores
familiares puede facilitar acuerdos más flexibles y menos
conflictivos, dependiendo de las necesidades específicas de cada
familia.
En última instancia, cada familia debe evaluar sus
circunstancias únicas para elegir el modelo que mejor funcione para
todos. Al final del día, lo más importante seguirá siendo el
bienestar emocional y físico de los niños, quienes merecen un lugar
seguro donde crecer y sentirse amados.


