Estados Unidos promete 2.000 millones de dólares a la ONU en ayuda humanitaria 

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Estados Unidos anunció el lunes un compromiso de 2.000 millones de dólares para la ayuda humanitaria de las Naciones Unidas, en un contexto en el que el gobierno del presidente Donald Trump continúa reduciendo la asistencia estadounidense al extranjero y advierte a las agencias de la ONU que deben “adaptarse, reducirse o morir” ante nuevas realidades financieras.

Aunque la cifra representa solo una fracción de lo que Washington ha aportado en años anteriores, la administración sostiene que se trata de un monto generoso que permitirá mantener a Estados Unidos como el mayor donante humanitario del mundo, el compromiso establece un fondo general desde el cual se distribuirán los recursos a distintas agencias y prioridades, una condición central de la Casa Blanca para impulsar cambios profundos en el organismo multilateral.

La medida se produce tras un año de crisis para numerosas organizaciones de la ONU, incluidas las agencias dedicadas a refugiados, migración y ayuda alimentaria, la administración Trump ya ha recortado miles de millones de dólares en asistencia exterior, obligando a estas entidades a reducir gastos, programas y miles de puestos de trabajo. Otros donantes occidentales tradicionales también han disminuido sus contribuciones.

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El anuncio toma forma mediante un acuerdo preliminar con la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), dirigida por Tom Fletcher, exdiplomático y exfuncionario del gobierno británico. Naciones Unidas es el mayor proveedor mundial de asistencia humanitaria y el principal receptor de fondos estadounidenses destinados a este fin.

La reducción de fondos coincide con un aumento de las necesidades humanitarias a nivel global. Este año se han registrado situaciones de hambruna en zonas de Sudán y Gaza afectadas por conflictos, mientras inundaciones, sequías y desastres naturales, atribuidos por numerosos científicos al cambio climátic, han causado miles de muertes y desplazamientos forzados.

Los recortes tendrán efectos directos en agencias como la Organización Internacional para las Migraciones, el Programa Mundial de Alimentos y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), que este año han recibido miles de millones de dólares menos que durante las asignaciones anuales del gobierno anterior de Joe Biden o incluso del primer mandato de Trump. El objetivo de Washington es que la oficina de Fletcher se convierta en un canal centralizado para distribuir la ayuda estadounidense y de otros países, evitando la dispersión de fondos entre múltiples solicitudes individuales.

“Queremos ver más autoridad de liderazgo consolidada” en los sistemas de entrega de ayuda de la ONU, afirmó un alto funcionario del Departamento de Estado bajo condición de anonimato. Según explicó, Fletcher y su oficina “van a controlar el grifo” de la distribución de recursos entre las distintas agencias.

El embajador estadounidense ante la ONU, Michael Waltz, declaró que “este reinicio humanitario en las Naciones Unidas debería ofrecer más ayuda con menos dólares de los contribuyentes, proporcionando asistencia más enfocada, orientada a resultados y alineada con la política exterior de Estados Unidos”.

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Funcionarios estadounidenses señalaron que los 2.000 millones de dólares representan solo un primer desembolso para financiar el llamamiento anual de donaciones de la OCHA, anunciado este mes y ya reducido por Fletcher ante los cambios en el panorama de la ayuda internacional. Países como Reino Unido, Francia, Alemania y Japón también han disminuido sus aportes y exigido reformas.

“El acuerdo exige que la ONU consolide funciones humanitarias para reducir la burocracia, la duplicación innecesaria y la deriva ideológica”, indicó el Departamento de Estado en un comunicado. “Las agencias individuales de la ONU necesitarán adaptarse, reducirse o morir”. El texto añadió que “en ningún ámbito es más urgente la reforma que en las agencias humanitarias, que realizan algunos de los trabajos más cruciales de la organización”.

El plan contempla la creación de fondos comunes de financiación que podrán destinarse a crisis específicas o a países concretos. En una primera etapa, el objetivo serán 17 países, entre ellos Bangladesh, Congo, Haití, Siria y Ucrania. Afganistán y los territorios palestinos no están incluidos, aunque funcionarios indicaron que estos últimos estarían cubiertos por fondos vinculados al plan de paz de Trump para Gaza, aún incompleto.

El proyecto, desarrollado durante meses, responde a la visión de Trump de que la ONU tiene un enorme potencial, pero se ha desviado de su mandato original de salvar vidas, al tiempo que —según su administración— socava intereses estadounidenses, promueve ideologías radicales y permite un gasto ineficiente sin rendición de cuentas.

En un comunicado, Tom Fletcher elogió el acuerdo y afirmó: “En un momento de inmensa tensión global, Estados Unidos está demostrando que es una superpotencia humanitaria, ofreciendo esperanza a personas que lo han perdido todo”.





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