“Esa envidia lo convirtió en monstruo”: pandillero hispano acusado de matar a rival en Nueva York

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Casi 10 años después, Jason “Twin” Soto, miembro de “Brooklyn Crips”, fue acusado ayer de matar al líder de su pandilla, Shakim Rivera, para vengar la muerte de un amigo cercano.

Soto, hoy de 36 años, sacó al líder de los “Cypress Gangsta Crips” de un apartamento de Brooklyn en febrero de 2015 y lo mató a tiros en un momento en que la pandilla estaba en disputa con una facción rival de los Bloods y libraba una batalla interna. Mató a Rivera porque lo culpó de la muerte de otro miembro de la pandilla, Demetrius “Duke” Graham, a quien consideraba un “hermano menor”, según los fiscales federales

Graham fue asesinado el 19 de febrero de 2015 por dos hombres armados que sus compañeros Crips creen que fueron enviados por Rivera, y eso llevó a sus subordinados a volverse contra él, considerándolo un “traidor”, según los documentos judiciales.

“Este camarada nuestro ya no era amigo nuestro, y esa envidia lo convirtió en un monstruo”, escribió Soto sobre Rivera en lo que los federales describen como un “manuscrito autobiográfico”, según los documentos judiciales. Y supuestamente escribió sobre Graham: “Le fallé como hermano, pero nunca volvería a fallarle”, citó Daily News.

El día del homicidio de Graham, Soto se unió a una llamada telefónica que hizo su hermano gemelo, que estaba preso en Rikers Island, y le dijo que planeaba matar a Rivera. “Lo estoy tocando”, dijo Soto durante la llamada, mientras su hermano gemelo intentaba que “dejara de hablar” en la línea grabada, según los documentos judiciales.

En su plan, Soto se subió a un autobús desde Pensilvania y se dirigió a Brooklyn (NYC). El 22 de febrero de 2015 sacó a Rivera de un apartamento en East New York y lo llevó a un lugar en Bayview Place en Canarsie, donde le disparó en la nuca, según los federales.

Los fiscales federales sabían desde hace años que Soto era su principal sospechoso del homicidio de Rivera, y lo llamaron un “asesino a sangre fría que ha jurado matar de nuevo” poco antes de que fuera sentenciado por cargos federales de armas en 2018.

En ese momento los fiscales estaban tratando de persuadir a un juez para que encarcelara a Soto durante 40 años. No lo habían acusado ni condenado por el homicidio de Rivera en 2015, pero después de una audiencia probatoria en enero de 2018 un juez federal de Brooklyn, Leo Glasser, determinó que los fiscales presentaron pruebas “claras y convincentes” de que Soto había cometido el asesinato.

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Los fiscales también habían dicho en esa audiencia probatoria que Soto estaba planeando envenenar a una anciana por quejarse con su abuela sobre una deuda de $100 dólares, pero abandonó ese plan cuando vio a dos agentes federales en el área y se dio cuenta de que eran agentes de la ley.

En 2018 el juez Glasser lo sentenció a cinco años tras las rejas por el cargo de arma. Soto, quien cumplió esa condena en diciembre de 2023, estuvo encerrado en Pensilvania hasta mayo pasado por violar su libertad condicional allí.

Finalmente fue arrestado el martes por una nueva acusación, esta vez por el homicidio de de Rivera, después de visitar una oficina federal de libertad condicional. Soto se declaró “no culpable” en el Tribunal Federal de Brooklyn y se le ordenó permanecer detenido sin derecho a fianza.

Todos los cargos son meras acusaciones y se presume que las personas procesadas son inocentes hasta que se pruebe su culpabilidad en un tribunal.

La violencia armada es constante en Nueva York y algunas víctimas son alcanzadas al azar en calles, escuelas, el transporte público y negocios. Los enfrentamientos suelen estar vinculados con batallas entre pandilleros por el territorio y los sospechosos a veces se incriminan al alardear y publicar sobre sus crímenes en las redes sociales

A principios de este mes una ofensiva contra la violencia de pandillas llevó al arresto de 11 personas que fueron acusadas durante una redada en Queens (NYC). En un caso similar, el mes pasado 30 miembros de pandillas fueron detenidos y acusados ​​en relación con 18 balaceras en las que murieron siete personas en el Alto Manhattan (NYC), incluidas cuatro víctimas inocentes que no eran los objetivos previstos.

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