Más bienaventurado es dar que recibir. Hechos 20: 35
Nuestro corazón se ha acostumbrado a recibir y no a dar. Estamos siempre a la expectativa de que alguien nos dé una ofrenda, nos haga una invitación, nos dé un regalo o una sonrisa, nos brinde amor.
La Palabra nos enseña que es mejor dar que recibir. No saber dar es un estado de pobreza. Dar sin esperar nada a cambio nos llena de satisfacción y nos da la oportunidad de sentirnos útiles. Cuando das te haces igual que Él, porque Él vino a dar y no a recibir.
Todo el bien que haces en la tierra es recompensado en los Cielos. Por eso es importante que enseñemos a nuestros hijos desde temprana edad a dar, mostrándoles las necesidades de los demás.
Levantemos una familia llena del amor de Cristo, dando de todo lo que Él nos ha dado, siempre con alegría y gozo en nuestro corazón.