Es hora de que Abinader sacuda el árbol

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Por Lincoln Minaya

Hoy, cuando conmemoramos el 162 aniversario de la Gesta Restauradora, no puedo dejar de reflexionar sobre el momento histórico que atraviesa nuestro país y, en particular, sobre el liderazgo que encarna el presidente Luis Abinader. En medio de este simbolismo patrio, crece la presión social y política para que el mandatario destituya a funcionarios infuncionales y oportunistas que, lejos de honrar la confianza depositada en ellos, se han dedicado a utilizar el erario y las nóminas públicas para promover proyectos personales o grupales.

Me resisto a aceptar que ministerios y dependencias del Estado sigan siendo tratados como fincas privadas. Cuando un servidor público convierte su cargo en patrimonio particular, no solo traiciona al gobierno que representa, sino también a las comunidades que deberían beneficiarse de una gestión seria y transparente. Esa práctica, que ha estado enquistada en nuestra cultura política, debe ser erradicada de raíz si realmente aspiramos a un Estado moderno y funcional.

En lo personal, considero que la permanencia de esos funcionarios representa un obstáculo para el desarrollo del país y un freno a los objetivos de esta administración. El presidente Abinader, si quiere dejar una huella indeleble de transparencia y eficiencia, tiene que dar un paso firme: apartar a quienes se han enriquecido en el cargo y quedarse con aquellos hombres y mujeres que reflejen la mística y los principios de su gestión.

El 16 de agosto no es una fecha cualquiera. Nos recuerda que la Restauración fue posible gracias al sacrificio y la voluntad de los mejores hijos de la patria. Ese espíritu restaurador, de limpieza y renovación, debe inspirar también al presidente para “remener la mata”, como decimos en buen dominicano, y quedarse solo con quienes estén comprometidos con el país y no con sus ambiciones personales.

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Estoy convencido de que, si se produce esa depuración profunda, Abinader podrá mirar al final de su mandato con la satisfacción de haber gobernado acompañado de los mejores, y el pueblo dominicano podrá reconocerle no solo su vocación de cambio, sino también la valentía de enfrentar los vicios que históricamente han corroído nuestra administración pública.

Porque el progreso y el desarrollo que merecemos como nación no se logran con oportunistas ni desleales en el tren gubernamental, sino con funcionarios que representen la verdadera esencia del servicio público.

REDACCIÓN FV MEDIOS