Juan Alfonso, el auxiliar de enfermería fallecido en Madrid tras recibir una patada en los testículos por parte de un paciente, fue hallado por dos vecinos cuando estaba inconsciente en el garaje comunitario de su domicilio particular, tres horas después de sufrir la agresión. “Lo encontró un matrimonio que iba con un niño. Le vieron tumbado en el suelo entre dos coches, le reconocieron y rápidamente llamaron al 112”, explica a 20 Minutos Manuel Barroso, el responsable de Salud Laboral de CCOO, que ha interpuesto la denuncia contra el Hospital Fundación Instituto San José, donde ocurrieron los hechos.
“Cuando llegó la ambulancia del Summa 112, le estuvieron haciendo un masaje cardiaco y le pusieron adrenalina para intentar reanimarle durante más de media hora, pero no lo consiguieron. Ellos ni siquiera sabían que había sufrido una agresión, no tenían conocimiento de ello, y lógicamente no le examinaron la zona testicular en ese momento”, relata Barroso, quien también asegura que la mujer del fallecido, que se encontraba en el domicilio, quedó en estado de shock al conocer lo ocurrido: “Bajó al parking porque le avisó un vecino y el Summa 112 tuvo que darle asistencia psicológica. Al principio no daba crédito porque eran las 8 de la tarde y su marido no salía de trabajar hasta las 10 de la noche. Todos sus familiares están muy afectados”.
¿Cómo se produjo la agresión?
“El paciente agresor se había metido en un pabellón del centro que no le correspondía, porque van en función de sus patologías, y nuestro compañero se acercó a indicarle que no podía estar allí y a sacarlo para llevarlo al suyo. Fue entonces cuando el paciente se revolvió contra él, le cogió por el hombro y le propinó una fuerte patada en los testículos que le hizo desvanecerse y caer fulminante al suelo”, cuenta Barroso, que conoce de primera mano lo ocurrido a través de los representantes sindicales del hospital psiquiátrico.
La agresión tuvo lugar alrededor de las 17.00 horas, pero el paciente ya había dado muestras de nerviosismo antes de que se produjera el fatal altercado: “Es un chico joven de veintitantos años y nos han comentado que esa mañana ya estaba alterado, que por determinadas situaciones personales suyas, ya se observaba que estaba más alterado de lo normal”.
“Tras la agresión, el paciente se calmó y se lo llevaron a otra zona. A nuestro compañero lo trasladaron a la enfermería hasta que se recuperó un poco, pero no recibió la atención médica adecuada. Estuvo semiinconsciente y le ofrecieron un analgésico. Estuvo allí como dos horas hasta que se encontró un poco mejor y fue entonces cuando le dieron el volante para que acudiera a la mutua al tratarse de un accidente laboral”, añade.
Pero a pesar del traumatismo sufrido, Juan Alfonso decidió coger el coche que tenía aparcado en el hospital y se desplazó a su domicilio: “La empresa le dio el volante para ir a la mutua, pero él, que iba solo, en algún momento decidió ir primero a dejar el coche a su casa. Cuando salió del vehículo, se desplomó y se quedó allí entre los dos coches”.
¿Se puede morir de una patada en los testículos?
El doctor Juan Ignacio Martínez-Salamanca, urólogo del Hospital Ruber Internacional, asegura que “los traumatismos testiculares rarísimamente son mortales”, aunque sí pueden provocar importantes daños locales: “Es una lesión que vemos con cierta frecuencia en los servicios de urología de los hospitales. Puede haber un gran destrozo testicular, una rotura o un estallido testicular, que obligue a hacer una cirugía urgente, pero es algo excepcional que eso cause la muerte y, sobre todo, que la cause de manera diferida como parece que ha ocurrido con este paciente”.
“En este caso cabe pensar que, además del traumatismo testicular, ha podido sufrir algún tipo de traumatismo abdominal o hemorrágico, por ejemplo alguna hemorragia retroperitoneal, o que el paciente tuviera alguna patología previa porque yo nunca he visto que un paciente fallezca por un traumatismo testicular de manera diferida, es una cosa absolutamente excepcional. De todas formas, esto es especular porque seguramente ha pasado a ser un cadáver judicial y la autopsia revelará cuál ha sido la causa de muerte”, dice.
En cualquier caso, el doctor Martínez-Salamanca recuerda que los testículos son “una zona vulnerable” de la anatomía masculina: “Son estructuras que están fuera del abdomen y están sujetos a un riesgo traumático mayor porque no están protegidos por ninguna estructura muscular importante ni por ninguna estructura ósea. Son muy susceptibles a los traumatismos por agresiones, accidentes de tráfico, caídas en bicicleta… son traumatismos que vemos con mucha frecuencia”.
Su recomendación es acudir a Urgencias en caso de sufrir un traumatismo testicular, algo que también tendría que haber ocurrido en el caso de Juan Alfonso: “Si se recibe una patada fuerte en los testículos, el paciente tiene que ser valorado por un especialista, preferentemente un urólogo, explorando los signos externos y mediante una ecografía urgente, que dará una idea de lo que ha sucedido: si los testículos están íntegros, si tienen rota la túnica albugínea, que es la cubierta que los rodea, si ha habido un estallido… Eso es lo que tendrían que haber hecho en este caso”.
“Hay psicosis entre los trabajadores”
Barroso asegura que entre los trabajadores de la Fundación San José “hay psicosis” tras lo ocurrido porque hay escasez de personal sanitario. “Es un hospital psiquiátrico y se dan conatos de agresiones, por eso es necesario contar con personal y formación suficiente. Se había hecho una evaluación de riesgo psicosocial y los trabajadores percibían que existía ese riesgo de agresión por otros momentos que habían vivido en el pasado. La empresa nos ha reconocido que faltaba personal y que ya estaba pensando en aumentar la plantilla. Con más personal quizás se habría podido hacer una contención mecánica de este paciente y se habría evitado la agresión”.
Asegura que en el pabellón donde se produjo el ataque “no había ningún miembro de seguridad”, aunque incide en que el personal de seguridad tampoco está para reducir a los pacientes: “Los contiene el personal sanitario, ya sean auxiliares de enfermería, celadores o cualquiera que esté preparado y formado en esas técnicas. Se pueden hacer contenciones farmacéuticas mediante medicación, o las contenciones mecánicas, que suelen hacerlas entre cuatro y cinco personas a la fuerza”.
“La empresa no ha acreditado que Juan Alfonso tuviera una formación adecuada en materia de seguridad y salud. Es un accidente laboral en el que han fallado las medidas de prevención, sabiendo que había riesgos de agresión, y han fallado los protocolos de actuación, que ni siquiera los había implantado la empresa”, añade.
“Esta muerte se podría haber evitado si en el momento de la agresión se hubiera llamado al Summa 112, que se habría desplazado hasta allí y habría visto el alcance de las lesiones. Seguramente una atención médica adecuada le habría salvado la vida”, se lamenta.