
A menos de un mes para que los monoplazas de 2026 rueden por primera vez —a puerta cerrada y sin focos— en el shakedown privado de Barcelona, la Fórmula 1 empieza a abandonar el terreno de la especulación para adentrarse, poco a poco, en el de las certezas. El nuevo reglamento, uno de los más ambiciosos y rupturistas de los últimos tiempos, sigue siendo una gran incógnita… pero ya hay pistas. Y algunas llegan desde dentro del cockpit.
Oscar Piastri, tercero del Mundial 2025, ha dejado entrever qué se puede esperar realmente de la F1 que viene. No tanto en términos de formas —”seguirá pareciendo un F1″—, sino en algo mucho más profundo: la manera de pilotar.

“Habrá bastantes puntos en los que podrás marcar la diferencia como piloto”, explicó el australiano, en declaraciones a Fox Sports desde Melbourne, donde aprovechó el parón invernal para volver a casa. Una frase aparentemente simple, pero que encaja con una idea que empieza a repetirse en el paddock: en 2026 tocará reaprender.
El cambio no es menor. La nueva normativa altera el equilibrio entre el motor de combustión y la parte eléctrica, dando mucho más peso a esta última. Eso obligará a los pilotos a gestionar aspectos que hasta ahora no eran tan determinantes en carrera. “Vamos a tener que acostumbrarnos a muchas cosas que nunca habíamos tenido que hacer antes, especialmente en la gestión de la energía de la batería”, reconoció Piastri.
Un desafío que no se apreciará en Barcelona —donde los equipos apenas mostrarán cartas—, pero que lleva meses gestándose en los simuladores. Y ahí, con cada iteración y cada dato nuevo, el coche virtual se acerca un poco más a la realidad. Lo suficiente como para que pilotos como Charles Leclerc, Lance Stroll o el propio Piastri coincidan en el diagnóstico: el estilo de conducción será radicalmente distinto al de la era del efecto suelo.
En ese contexto, la adaptación marcará diferencias, al menos en los primeros compases del nuevo ciclo. “Para los aficionados debería ser emocionante”, apuntó el piloto de McLaren, consciente de que ese margen para el error —y para el talento— puede romper jerarquías establecidas.
“Esperemos ser uno de los equipos que lo clave”
Eso sí, Piastri no pierde de vista la otra cara de los grandes cambios reglamentarios. La historia de la F1 enseña que siempre hay equipos que llegan mejor preparados, que interpretan antes una zona gris o que dan con la tecla adecuada, ya sea en el chasis o en la unidad de potencia. Y en 2026, con un motor que volverá a ser protagonista, ese factor puede ser decisivo.
McLaren llega como campeón de 2025 y referencia del paddock, pero ni siquiera eso garantiza nada. “Con un reglamento nuevo nunca sabes quién lo va a clavar y quién no”, admitió el australiano. “Esperemos ser uno de los que lo hagan”.
Por ahora, la F1 de 2026 sigue siendo un proyecto en construcción. Sin imágenes, sin tiempos y sin ruido real —aunque el sonido también cambiará—. Pero entre simuladores, rumores técnicos y las primeras confesiones de los pilotos, el mensaje empieza a ser claro: cuando los semáforos se apaguen, no solo ganará el mejor coche. Al menos al principio, también ganará quien mejor aprenda a pilotarlo.
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